¿Estados en vías de extinción?

En su artículo, el señor Pacheco llama la atención sobre lo que es ir perdiendo la coherencia estatal, cercenando su funcionalidad, hasta llegar a

El domingo 24 de mayo, en su sección de opinión, el diario La Nación publicó un artículo de Francisco A. Pacheco, presidente del Congreso, al que este escribiente le plagió el título, para este otro. Solamente eso, el título. Qué tristeza.

En su artículo, el señor Pacheco llama la atención sobre lo que es ir perdiendo la coherencia estatal, cercenando su funcionalidad, hasta llegar a su desarticulación, con un guiño desproporcionado a la anarquía y con la violencia y delincuencia irrefrenables que experimentamos a diario.

Pone como ejemplo a México, Guatemala, Bolivia (no hay que ir tan lejos, señor Pacheco). Acto seguido pretende advertirnos, cuando del otro lado, desde la oposición y la llanura hemos estado advirtiendo lo mismo, pero no como un fenómeno aleatorio, sino como resultado de las decisiones político-económicas tomadas por su gobierno, de las cuales no puede alegar desconocimiento.

Entendiendo que ya no se puede tapar el sol con un dedo (frase de crítico de pacotilla, como llama usted a quien no se alinea con el dictado de un preclaro); pero el hecho de querer desmarcarse, a estas alturas, del fracaso tan rotundo de gobierno en muchos ámbitos (hasta en lo ético), es más que significativo, señor Pacheco.

Su discurso del 1 de mayo dejó anonadado a más de uno: algunos no entendíamos a qué país se refería, porque obvio, no era Costa Rica. Lo claro, lo contundente en él, fue su vehemente reverencia por el señor Arias. Cuatro años inamovible en la presidencia del Congreso, incluso en contra de sus propios compañeros, lo amerita.

Por muchas razones, no es exactamente usted la persona indicada para venir a darnos recomendaciones. Termina su artículo: “cumplir con el deber de respetar las instituciones y cuando presenten defectos, con independencia de quienes las representan, usar los medios legítimos para emprender su rectificación”, lo cual significó para ustedes el remate de lo que ya tenían a punta de caramelo, con la desfinanciación y la desacreditación y con una no tan solapada propaganda, mejor distribuida en el tiempo, que la mejor campaña de coca cola.

Un gobierno cuya única obsesión fue rematar instituciones valiosas que dan aire, solidez, solvencia y solidaridad al Estado, como ha sucedido con el ICE, la Caja, el MOPT, los seguros, las carreteras, RITEVE, el agua, el aeropuerto, el ambiente y un seguido etcétera, del cual el melodramático en cuanto a los medios, es el lloriqueo insoportable de CANARA, en plena campaña electoral… No merece atención.

Ustedes han convertido al Estado costarricense en prácticamente invisible. Si el derrotero sigue como su artículo, por un lado lo que se dice, y por otro lo que se hace (como es el caso de Las Crucitas y el programa “Paz con la naturaleza”), no estamos tan lejos de su vaticinio.

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