Leí en el Informa-tico de noviembre pasado, un articulo donde Eduardo Lizano, ex-presidente del Banco Central, emitía su criterio acerca de la maltrecha economía mundial. Su posición es que la crisis financiera es culpa en parte del Estado y en parte en el mercado.
Frente a esta tesis, en un espacio abierto al público, un lector señalaba lo siguiente.
“Ahora la culpa también es del Estado… Esta afirmación no solo se me hace hipócrita, sino también poco elegante y ética en un intelectual incapaz de reconocer con integridad la profunda corrupción inducida en los gobiernos mediante la agenda de privatización y desregulación”.
Parto de lo anterior para cuestionar si es meritorio el título de intelectual para don Eduardo Lizano. La posición de este economista reproductor del pensamiento económico neoliberal, denota en su discurso altas dosis dogmáticas. Su argumento se basa en la repetición y la distribución cansona de que la culpa de la crisis del sistema financiero internacional descansa en parte en el Estado.
Su fundamento por ser reiterativo, expresa lo tautológico, es decir, el Estado (el aparato público) siempre será el victimario del santo mercado. “Repitamos hasta al agotamiento una mentira y esta llegará a ser asumida como verdadera”. No se preocupa en razonar, solo en recetar.
Cómo se puede tratar de reconocer atisbos de ética y moral, en una persona que confiesa en su ideario y valores, un sistema económico obsesionado por la ganancia, la acumulación, la inversión, la codicia, la competitividad, la eficiencia, la eficacia y el consumo; sustentadas ellas en la explotación y “desarrollo sostenible” de la vida humana y ambiental, cultura y social.
La moral neoliberal es la moral de la explotación y la ganancia, ésta debe prevalecer globalmente. El mercado es el mundo mercado, el mundo es el mercado.
Es importante rescatar, el carácter del Estado como aparato ideológico; esto fuerza a (re)leer la estructura jurídica-política-económica, como un complejo trama de relaciones sociales de poder, donde se juegan los más diversos intereses de las grupos sociales. La pregunta es: ¿cuáles grupos han tenido acceso históricamente, mediante los “intachables sistemas democráticos occidentales”, al ejercicio del poder? Pues los tecnócratas “intelectuales”, y políticos empresarios; de sobra está subrayar la naturaleza de los intereses que defienden y protegen.
La defensa de sus intereses se ha ejecutado mediante el rapto y cooptación de estas estructuras. Es apremiante tener claridad sobre este hecho, para comprender y desenmascarar lo que se esconde y encubre en el artilugio dispuesto en el discurso de Lizano.
Al responsabilizar al Estado, Lizano realiza una manipulación ideológica, al homogenizar y abstraer la realidad, logrando primero, ocultar e invisibilizar las responsabilidades de los grupos neoconservadores (aglutinados en OFI, Reserva Federal y Congreso de EE.UU, UE, G-7 y por supuesto nuestro propios grupos locales), verdaderos artífices de esta crisis económica planetaria. Segundo, trasladar la culpa, haciéndonos a todos responsables de las pérdidas reales de empleos, por la creación de aún más pobreza en fin, por el costo humano de sostener un sistema capitalista que privilegia la ganancia por sobre la vida de los seres humanos y de la naturaleza.
La consumación de la figura del Estado victimario del mercado financiero, busca poner en pie al sistema y su lógica, para hacerlo correr, si es necesario, con mayor vértigo. Reconocer esto es urgente.
Ejecutar esto, le permite a este “intelectual criollo”, aseverar que el mercado no ha actuado lo suficiente, y permitirse en un delirio de “lucidez”, exigir ¡ante la crisis!, más mercado, ¡ante la crisis!, menos inversión en lo social ¡ante la crisis!, más Estado de derecho (es decir más Estado Policiaco), ¡ante la crisis!, más defensa de los derechos de la propiedad. La culpa de que la mano invisible del mercado no alcance su perfección, recae en el Estado.
Pero la mano del Estado ha muerto, era pecado planificar y regular. La misión era desregular, eliminar distorsiones; para que el mercado se moviera a sus anchas por el mundo. Por eso para Lizano no hay alternativa, no hay otro mundo posible: ¡El mercado es dios, dios es el es el mercado!
El discurso dogmático de este “intelectual” deja ver un aspecto de sumo peligro, su discurso fundamentalista puede volverse radical e iracundo, y la defensa del capitalismo podría decantarse en exterminio.
Por eso exige mercado y Estado de Derecho, por eso no duda en pensar en la figura del palo. ¿Pero el palo en la cabeza de quiénes?, de los desencantados, de los desesperanzados, de los excluidos de este mundo capitalista obsesionado por la ganancia, el interés, la técnica: todo esto leído en clave de explotación del ser humano contra el ser humano, y de algunos seres humanos contra la naturaleza.
¿Cuál ha sido el costo en vidas humanas de la ejecución del modelo? Aun hoy contamos las familias hundidas en la pobreza, los golpes de estado y sus desaparecidos. Es la lógica de la dominación, la conquista y la destrucción in extremis.