No, somos exactamente iguales, pero no existe ningún dicho que forme parte de la sabiduría popular que diga “primero los hombres”; la caballerosidad como tal es definida por la Real Academia Española en su vigésima segunda edición como “Propio de un caballero, por su gentileza, desprendimiento, cortesía, nobleza de ánimo u otras cualidades semejantes”; sin lugar a dudas este es un término que en los últimos años no habrá sufrido muchas modificaciones; es más, me atrevo a señalar que se ha mantenido como escrito en piedra; ahora bien, en sí, ¿qué es caballerosidad?
La caballerosidad no es más que una forma machista de demostrar tácitamente misoginia por parte de aquel hombre que cumplía o perseguía a cabalidad los requisitos para ser un hombre “completo”, o sea, de aquel hombre que no llora, que no sufre por una mujer y que se considera superior a todas ellas, o sea un verdadero “macho”.
Por otra, parte he de confesar que yo también pequé en cuanto a ser “caballeroso”: en muchas oportunidades cedí mi lugar en la fila del bus, o mi asiento en éste mismo, por el simple hecho de que la persona que se encontraba detrás de mí o de pie en este medio de transporte, era del género femenino; sin embargo, eso no sucede más, y no, no soy un antisocial machista como tal vez se pueda pensar; tengo que decir que aún cedo lugares en el bus, o acomodo una silla a una compañera en la universidad o ayudo a mi mamá con las compras del supermercado, pero no lo hago por caballerosidad, lo hago por cortesía, y si bien la diferencia entra ambas palabras es mínima, esa diferencia posee un trasfondo sumamente denigrante y sexista: la caballerosidad es referida como aquel “desprendimiento o nobleza”, como nos dice el diccionario, pero que lleva como objetivo específica y exclusivamente el sexo femenino; nunca se ha escuchado que a alguien se le diga caballero por el hecho de ayudar a otro hombre; no, a este se le dice simplemente cortés o servicial, pero no caballeroso; ese es el problema; la cortesía es universal, la cortesía no tiene sexo, la cortesía de hecho es una manifestación de desprendimiento o nobleza; PERO, no fustiga a ningún sexo y reconoce un acto por sí solo, no por el género de la persona a la que fue dirigido.
Así que yo le invito a usted para que la próxima vez que tenga que tomar la decisión de ceder un campo, o ayudar a alguien del género femenino, no lo haga por caballerosidad; le invito a que lo haga por cortesía, y sí compañeros, un pensamiento sí hace la diferencia.