Preguntarles a cien personas qué son los derechos humanos sería una tarea encuestadora bastante compleja, usted y yo somos diferentes y por ende tendríamos cien definiciones desiguales: unos dirían que es una definición muy compleja, otros expresan que están ahí, pero ni siquiera consideran lo que son y los últimos no saben cómo dar una definición. Los derechos humanos son, en palabras más, palabras menos, la manera como quiera que se le trate; su hijo, su madre, los vecinos, profesores, negros, pobres, inmigrantes, ateos, ricos, ancianos, niños, mujeres, cristianos, padres e hijos, todos tenemos los mismos derechos, por ende son individuales y al mismo tiempo colectivos, esenciales, inalienables e inherentes a la dignidad de la persona humana, constituyen la base del Estado social de derecho, y son anteriores al derecho positivo, en conclusión, los derechos humanos son universales y están ajenos ante cualquier ambiente de exclusión.
Los derechos de las personas humanas tiene una historia; la verdad no aparecieron hasta 1948; tan solo se reconocieron hasta esta fecha; pero si echamos un vistazo desde el imperio babilónico en el año 539 A. de C. se inicia un proceso fecundo sobre los derechos inherentes a todas las personas; aparece Ciro el grande, líder de temperamento rígido en donde propone que no era necesario andar de la mano con personas de influencia para que se les respetara los derechos, apoyó la abolición de esclavos, escribió en tablillas grandes idearios más conocido como el Cilindro de Ciro. Este proyecto social se extendió a los imperios de Grecia, India y Roma en donde en este último se les denominó derecho natural, paso rápidamente a Europa específicamente a los virreinatos ingleses y allí germina una iniciativa conocida como la declaración británica en 1215 elaborando la carta magna, pero sumando a etapa de grande logros, trece colonias británicas levantan carácter y deciden conquistar territorios al otro occidente próximo. Allí se encinta la revolución de independencia de los Estados Unidos de América en 1776 y pasamos a 1789 con la sublevación de independencia de Francia; una lista más tensa sobre derechos humanos, ya no era el derecho natural sino derechos naturales, una concepción más completa por el resentimiento social vivido en esa época: Napoleón se proclamó como el emperador de las Europas en 1800; un joven abogado de la India, Mohamed Gandhi, se da a conocer por el sistema internacional proclamando que los derechos humanos se deben respetar y aceptar sin ninguna discriminación social; y el último suceso que estalla la acción y la reacción de los Estados fue las dos guerras mundiales, hito fundacional del derecho positivo de los Derechos Humanos.
Finalmente los derechos naturales de los franceses se convirtieron en derechos humanos. ¿Pero de qué sirve tener un sistema universal e interamericano dedicado a la investigación, la promoción, la educación y defensa en derechos humanos, si hoy en día hay dieciocho mil niños muriéndose de hambre, si las cárceles son hacinamientos de muertos en vida, si en San Francisco el 17 por ciento de la población no tienen cobijo, y en Colombia tan solo treinta de cada cien personas van a la universidad y diecisiete de cada cien van a la escuela; ¿para qué una biblioteca conjunta llena de estantería en libros de derechos humanos si cada día somos más insensatos frente a esta área? No son los cómics de la televisión y de las revistas, es usted y yo que enfrentamos esta dura batalla, desde las cuadrículas más inexistentes en un mapamundi, espacios de respeto, solidaridad y amor por el otro; es, en síntesis los Derechos Humanos.
“La mejor arma para combatir a los victimarios, será la nobleza de tu corazón.”