Aunque ostento un número de cédula que comienza con 1, me considero
alajuelense de nacimiento y corazón.
Por más que intento ser objetivo,
sé que mis percepciones sobre lo que en mi provincia sucede y sobre
quienes viven ahí son sesgadas.
Sesgadas son mis exageraciones de todo
lo bueno que ofrece y sesgadas son mis impresiones de todo lo malo que
sufre.
único alajuelense que rechaza vehementemente la actitud vulgar e
irrespetuosa del diputado del Partido Liberación Nacional que
representa a nuestra provincia y que ocupó el primer lugar en la
papeleta en las pasadas elecciones.
El pasado 1 de mayo, haciendo alarde de la demagogia más cruda, el
diputado Molina hizo todo lo posible por evitar que el oficialismo
pudiera reconocer un grave error al intentar impedir a toda costa la
elección de un directorio de oposición; y, lo que es más grave, con
sus agravios a sus colegas en el bando opuesto, hizo lo suyo por
impedir que se entablara una negociación entre las fracciones para
solventar la crisis.
Pero esta no es la primera vez que una persona elegida a un puesto
público en Alajuela desmerece el honor que le hacen sus coterráneos.
Recordemos que este mismo señor ya fue alcalde del cantón central.
Además, hace poco su sucesora en la alcaldía fue cesada de sus
funciones por faltas no poco graves. Igualmente, la persona elegida
diputada en el primer lugar de Alajuela cuatro años atrás, dejó muy
claro que no le preocupaba desconocer de seguridad para convertirse en
mandamás de la (in)seguridad nacional y dejar botada su curul.
Los y las alajuelenses harían bien en tomar nota e impedir que figuras
de este calibre vuelvan a ser elegidas o nombradas como representantes
de nuestra querida provincia. Mientras tanto, al igual que una gran
cantidad de paisanos, me siento orgulloso de decir que el susodicho
parlamentario no me representa porque yo no le di mi voto en el 2010.