La jugada de quienes acostumbran poner presidentes desde el siglo pasado resultó genial, propia de maestros consolidados.
Primero apostaron a descabezar las fuerzas patrióticas que en marzo de 2000 abortaron la venta de las telecomunicaciones, luego echaron la suerte por lo que resultaba del Movimiento Libertario, y por último sortearon sus cartas a favor del candidato socialcristiano Abel Pacheco.
En el primer caso no tuvieron mayores problemas. Las ambiciones personales y los temores de plantear una profunda transformación social y económica ayudaron a barrer con los grupos progresistas, que insistían en que la venta de las telecomunicaciones del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) no era para reducir la deuda interna, sino una exigencia del Fondo Monetario Internacional(FMI).
Las encuestas, por su parte, demostraban que los » libertarios» no estaban maduros todavía para ocupar Zapote. No los desecharon. Valían mucho como inquilinos de la próxima Asamblea Legislativa, en vista de la jugada que estaba por finalizar.
Los «libertarios» obtuvieron 6 representantes en el congreso que serán aliados de los «libremercado» socialcristianos y liberacionistas.
Asimismo el surgimiento, a última hora, del Partido Acción Ciudadana (PAC), desgajó aún más al Partido Liberación Nacional (PLN). Así, las condiciones para que Pacheco y Araya fueran solos a una segunda vuelta, eran reales.
JUGÓ Y PERDIÓ
El PLN, con Araya y otros viejos conocidos economistas, politólogos y abogados neoliberales, apostó a la segunda ronda y perdió en forma aplastante.
De los 2.279.851 costarricenses habilitados para votar el pasado 7 de abri, 777.190 apoyaron a Pacheco y 562.541 a Araya. El abstencionismo rondó el 40 %.
Araya y su partido apostaron además a que los liberacionistas que habían partido con Ottón Solis, a última hora recapacitarían y recordarían las viejas glorias del PLN y sus fundadores José Figueres Ferrer, Daniel Oduber y Francisco J Orlich. De nuevo, Araya apostó y se equivocó.
Un frío análisis de los datos emanados por el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) evidencia que parte de quienes votaron por el PAC estuvo más cerca del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) que del PLN. Pacheco aumentó en 186.913 los votos el pasado 7 de abril, con respecto a las elecciones del 3 de febrero, mientras Araya solo incrementó los sufragios en poco más de 87 mil.
El PLN apostó al sentimiento verdiblanco y de nuevo perdió. ¿Cómo podía acudir Araya a las viejas glorias del PLN, si muchos hijos y nietos de los que lucharon en 1948 están hoy convertidos en libre mercaderes?
Si los costarricenses prefirieran hoy las personalidades políticas más que el partido, según argumentó el expresidente Oscar Arias la pasada noche del 7 de abril, entonces ellos hubieran olvidado los pactos bajo la mesa y el desmantelamiento hecho por el PLN del Consejo Nacional de la Producción (CNP), el cierre de los ferrocarriles, de CODESA, etc. Además, la apertura de las telecomunicaciones en su intento más enconado hace dos años fue encabezado por ciertos «mesías», más que por partidos políticos, por lo que la población se tiró a las calles en marzo de 2000.
LOS PARTIDOS QUE QUIEREN
Para los líderes del PLN, como la entrega de la telefonía satelital a la empresa Millicom (administración Arias 1986-90) fue una idea «genial» de las personalidades políticas de entonces y no de un PLN extraviado en su rumbo histórico desde hace años, los costarricenses no lucharían porque el negocio retornara al ICE.
Quizá presintiendo su aplastante derrota, Araya ofreció un panorama del PLN antes de las elecciones del pasado 7 de abril, cuando habló de sanear a la organización. Incluso calificó de » cucarachero» lo que había en su partido.
La derrota del PLN indica que la población costarricense quiere transparencia en los partidos. Busca coherencia entre lo que estas organizaciones ofrecen y luego brindan una vez legitimadas en el poder. De esto fue enterado Pacheco con bastante antelación.
El expresidente Rafael Angel Calderón Forunier, seguidor incólume de algunos de los planteamientos neoliberales de su homólogo José María Figueres, trató de imponerle a Pacheco la maquinaria del partido y su candidato, Rodolfo Méndez Mata. Al final, las bases socialcristianas se rebelaron contra el liderazgo del hijo de Rafael Angel Calderón Guardia y, Pacheco, en una tarde memorable de la convención interna de su organización, cortó rabo y orejas.
Fue a partir de ese momento que el presidente electo empezó a partir plaza con los tendidos llenos. Cuando su candidato a la vicepresidencia, Luis Fishman, trató de imponerle condiciones a quien ya se sentía gobernante, desempolvó el capote y de nuevo cortó rabo y orejas.
Y más recientemente, cuando el PLN trató de hacer escarnio de su edad, el presidente electo revirtió la situación hacia su causa con un discurso conciliador y de transparencia, tanto en el plano privado como partidista.
Pacheco no ocultó nada desde que anunció su precandidatura en el PUSC. Fue pragmático, vendió la idea de ser un hombre de decisión y supo alejarse a tiempo de quienes él consideró carecían del auténtico ideario calderonista, en alusión al ex presidente Calderón Guardia, a quien lo unió incluso la intentona armada desde Nicaragua en 1955.
SIN RABO NI OREJAS
Paradójicamente el PLN intentó explotar una trayectoria política nacida al calor de la lucha armada de 1948, corrompida en los últimos años desde sus tuétanos.
Del PLN partieron, entre otros líderes, Walter Coto, ex secretario general de la agrupación y ex diputado, así como Otton Solís, ex diputado y ex ministro de Planificación, y los equivocados fueron quienes emigraron y no los que provocaron la huida de ellos.
Millonarios negocios, tráfico de influencia y bacanales al amparo del poder del partido, constituyeron una casta privilegiada dentro de esa organización. Ciertamente, si por partido político se entiende lo que ha quedado en las últimas décadas de Liberación Nacional, hoy nadie los quiere en Costa Rica, ni en Francia, ni en Gran Bretaña, ni España, etc.
La señal enviada este 7 de abril a Liberación Nacional resulta más que evidente. Sus votantes protestaron contra los tecnócratas que en los últimos años prefirieron sus grandes negocios privados con banano, caña de azúcar, generación de electricidad, bancos privados y bolsas de valores, por encima del bienestar de una mayoría expoliada.
Pero, contrario a los pronósticos de los expertos políticos, el candidato perdedor del PLN tiene, ahora más que nunca, opciones políticas para el 2006.
La frase de Pacheco, luego de conocer los resultados electorales a favor suyo: «Estamos aquí por los pobres y marginados», producirá, inexorablemente, un vacío de poder en cuanto examine los niveles de entrega de nuestros recursos, corrupción y pobreza en que han dejado el país los neoliberales. Con ellos posiblemente tendrá que formar su nuevo gobierno.
Si a eso se agregan los niveles de confusión que registran los sectores populares, ante la carencia de un líder transparente y con confianza en las masas, las opciones se abren aún más para Araya. Claro, para ello, tendrá que fumigar el «cucarachero», que según él, hay dentro de Liberación Nacional. Por lo tanto, tendrá que empezar de cero y perfilar un verdadero partido de oposición, sin conciliábulos.
Deberá además aprender a escuchar a quienes insistentemente reclaman la transparencia, la participación en la toma de decisiones, no traicionar los principios ideológicos y anteponer la noción de patria a los intereses personales de sus allegados.
Caso contrario, el PLN está en la encrucijada del camino seguido en otro tiempo por los partidos Republicano, Vanguardia Popular, Unión Nacional, Nacional Independiente, Bloque de Obreros y Campesinos, Pueblo Unido, Fuerza Democrática, etc. Todos electoralmente muertos. Quizá, eso sería lo mejor que podría ocurrirle al PLN.