Jorge Boccanera, de vocación poeta

Afable, distendido, buen conversador y con un vasto conocimiento de la poesía latinoamericana, el reconocido poeta, ensayista, dramaturgo y periodista argentino Jorge Boccanera, una

Afable, distendido, buen conversador y con un vasto conocimiento de la poesía latinoamericana, el reconocido poeta, ensayista, dramaturgo y periodista argentino Jorge Boccanera, una vez más estuvo entre nosotros.

Ofreció la conferencia inaugural del II Coloquio Internacional sobre Diversidad Cultural y Estudios Regionales, celebrado en la Sede de Occidente, del 24 al 26 de octubre de 2012, la cual giró en torno al tema Poesía contemporánea de vanguardia: diversidad y ruptura. En el marco de esta actividad también participó en recitales de poesía y talleres literarios.

Boccanera recibió en México el prestigioso premio Ramón López Velarde en reconocimiento a su trayectoria como escritor.

En su corta visita a Costa Rica, además, ofreció un coloquio sobre este mismo tema en la Casa de la Cultura “Carmen Naranjo” y presentó en la Alianza Francesa la novena edición de su libro Sordomuda, el cual escribió en 1991 durante el período que radicó en el país, de 1986 a 1992.

“Es un libro que escribí acá. Así que se lo debo mucho a Costa Rica. Aquí escribí dos libros: Sordomuda, que inclusive fue galardonado en Italia con un premio internacional, y Palma real, que fue premiado en España. Son los dos libros en donde está metido Costa Rica, sobre todo en Palma real, que el protagonismo lo tiene la selva, el follaje de Costa Rica”, nos comentó Boccanera, con quien tuvimos la oportunidad de conversar en la residencia del escritor costarricense Alfredo Aguilar.

 

-Poesía contemporánea de vanguardia: ¿Por qué diversidad y ruptura?

-Cuando me hablaron de la posibilidad de referirme a la diversidad cultural, al ser un tema muy amplio, pensé que podría ser la poesía latinoamericana a partir de la vanguardia de los años veinte. Parto sobre todo del concepto de la no sujeción de la vanguardia latinoamericana a los movimientos y a las escuelas europeas. Me baso en esa idea de no estar sujetos a ninguna escuela, a ninguna ortodoxia, a ningún manifiesto y cómo los poetas latinoamericanos importantes de esos años eligieron un camino más amplio.

Entonces parto de la opinión que tenían en esos momentos de las escuelas europeas que nos llegaban, del surrealismo, del futurismo, del expresionismo, de todos los ismos europeos, y qué elaboraron con base a ello, como discrepancia también y como elaboración propia. Poetas como César Vallejo, que escribió mucho sobre el tema, el guatemalteco Carlos Sea Aragón, el argentino Raúl Sales Tuñón e incluso Neruda cuando hace el manifiesto “Para una poesía sin pureza”, cómo la desencajan del concepto de escuela, que era muy rígido y que estaba basado en algunos puntos que había que seguir, como si la poesía pudiera tener una fórmula.

De modo que me fundamento en los puntos de vista de estos poetas que iban desencajándola de esa cosa rígida, y a la vez buscando lo americano. Había una búsqueda de identidad muy fuerte. De allí salen estas corrientes criollistas, natistas, la negritud, el indigenismo, dentro de la poesía latinoamericana. Es otra clase de vanguardia, aunque vanguardia es una palabra un poquito conflictiva, porque viene de lo militar. Vanguardia es una primera línea para ser una ruptura.

Trabajo sobre esos aspectos y zonas poco exploradas de esa época que también hacen a la diversidad, como es la participación de la mujer en 1920 en América Latina, en el arte y en composiciones políticas también y que han pasado un poco desapercibidas. Por ejemplo, Magda Portal en Perú, que es una poeta que está en el surgimiento de la vanguardia, en el surgimiento del movimiento aprista peruano, pasó cárcel y dirigió varias revistas vanguardistas; Norah Lange, que es la única mujer muy interesante del grupo vanguardista argentino de la revista Martín Fierro; Winétt de Rokha, en Chile; Blanca Luz Brum, en Uruguay; en México Antonieta Rivas Mercado. Todas mujeres muy comprometidas con su tiempo, con la cuestión política, con el arte, con la literatura y con distintos géneros de la literatura, porque así como escribían poesía podían escribir novela, teatro, crónica y también traducían.

 

-Usted imparte un curso de poesía latinoamericana en la Universidad de San Martín, en Argentina. ¿Podría referirse a él?

-Me gusta mucho la poesía contemporánea. El curso que ofrezco está siempre ligado a la vanguardia, porque hay muchos nombres que no se conocen, para salirnos de Vallejo, Neruda, Nicolás Guillén e irnos al grupo estridentista en México de los años 20, al grupo vanguardista de Nicaragua, a los poetas colombianos como Luis Vidal y al peruano Carlos Oquendo; es decir, ir también a voces que no se conocen, porque la gente siempre estudia lo mismo, pero de pronto existía un Salomón de la Selva en Nicaragua, otros protagonistas que abren otros registros en el lenguaje.

 

-¿Cómo ve la poesía en la actualidad, qué tanto se involucran en ella las nuevas generaciones de mujeres y hombres?

-Sí hay una gran participación. Obviamente, la mujer ha ido ganando espacio. Hay una escritora chilena que siempre quiero nombrar, Teresa Wilms, que terminó encerrada en un convento, le quitaron los hijos, se suicidó. La mujer era muy presionada por el medio social, así como fue presionada Yolanda Oreamuno. Muchas de ellas usaban seudónimos, se tenían que escudar en otros nombres. Era un problema ser vanguardista también, ser trasgresora dentro de ese ámbito.

Pero creo que la mujer ha ido ganando mucho espacio, sobre todo en la poesía. Hay países donde hay una preeminencia de las mujeres en la poesía, en Uruguay -donde las mujeres poetas ocupan un lugar importante en calidad y en número-, en Nicaragua, en México.

 

-¿Hay algún factor que determine esa participación de la mujer en la poesía?

-Esto está en consonancia con la participación y el avance de la mujer en la sociedad, pues en la medida que tiene un lugar más amplio en la sociedad tiene un lugar más amplio en la literatura también.

Creo que no hay un factor para ello, porque hay países que son muy ricos en poetas, por ejemplo Nicaragua, que es un país chico en Latinoamérica, en tanto que Venezuela, que es un país muy grande, para hacer una antología se tiene que rastrear mucho más.

En cuanto a la gente joven, creo que es tributaria de aquella tradición de vanguardia. Todo lo que se concibió en la vanguardia como libertad creadora, que no quería estar limitada a tal o cuál escuela y que los poetas grandes de aquella época no quisieron dirigir ni liderar tampoco ninguna escuela, sino que brindar esa especie de escuela de la libertad, que cada uno tome los elementos necesarios.

Lo que se ve ahora es que estamos utilizando un poco esas herramientas, esa libertad que nos dieron para valernos de distintos recursos expresivos. Hay muchos cruces de distintos discursos en un solo poeta. Un solo poeta a veces se vale de lo culto, de lo popular, de la jerga urbana, del coloquio urbano, de lo clásico. También hay mucha cuestión intertextual, de pronto aparecen canciones metidas allí dentro o partes de otros libros o frases de otros lugares.

 

-En cuanto a las temáticas en las que están incursionando, ¿tienen alguna relación con las del pasado?

-Las temáticas en la literatura son siempre las mismas. Yo creo que es una sola: el tiempo, el tiempo desglosado en el amor, la muerte, el arte, el exilio, distintas instancias de la vida, pero siempre se está hablando del tiempo, de lo efímero del tiempo.

 

-¿En algún momento la poesía latinoamericana se vio más marcada que ahora por situaciones políticas?

-De distintas maneras siempre lo contingente ha estado presente. La vanguardia emerge en un momento de convulsión social, de agitación y responde siempre al momento que se vive y se expresa de distintas maneras.

Pienso que ahora los jóvenes expresan su disconformidad con otro lenguaje, de otro modo, pero siempre está lo vivido. Lo que sí no se cómo se expresa, que es un tema interesante, es el de la solidaridad. Pero quizá lo que se está escribiendo también está expresando lo que se está viviendo o la falta de solidaridad, porque la gente vive cada uno con su computadora, cada uno se ha hecho un mundo de individualidades, no tan solidario. Lo interesante de lo solidario era que tenía contenidos políticos, lo solidario implica reciprocidad, movimiento, es una palabra que encierra muchas cosas y ahora en algunos países la han cambiado por asistencialismo, pero no es lo mismo. Lo que a uno le da sentido de vivir en una comunidad es la solidaridad. Antes la gente se conocía, los vecinos se ayudaban, había diálogo, lo que se conseguía era mucho más y eso se ha ido perdiendo.

Los poetas reflejaban esa solidaridad. En sus poesías estaba el tema de la solidaridad de alguna forma manifestada.

 

-La Internet ha venido a modificar el acceso a las publicaciones, ¿ha influido también en la poesía?

-De alguna forma está influyendo. Hay mucha gente metida en Internet, casi dejando de lado al libro. Ya la revista cultural está pasando un poco, que era muy importante para nosotros, porque uno podía estudiar toda una época literaria viendo las revistas literarias de esa época. Ni hablar del Repertorio Americano, que se publicó  de 1907 a 1958, tan importante. Eso se ha ido perdiendo un poco y me parece que también los libros, que son un objeto muy preciado.

 

-Sin embargo, ¿hay todavía un cierto gusto por el libro?

-No, el libro no va a desaparecer. El libro es un objeto diferente a la computadora. Uno dialoga de otra forma con un libro que con el texto en una computadora. En este sentido es que yo digo que no estoy dándole de baja. Digo que sí ha influenciado lo virtual en todo este cambio. Ahora, no se cuál va a ser el resultado de todo eso, porque quizá en un libro uno se compromete y piensa ‘esto va a salir en un libro’, mientras que en la web se escribe cualquier cosa. En el libro es distinto, pareciera que hay que trabajar de otra manera y darle una terminación y una importancia distinta.

 

-Volviendo a lo nuestro, ¿mantiene comunicación con los poetas costarricenses?

-Yo siempre estoy  en contacto. Viví ocho años aquí, tengo un hijo que vive aquí, tengo muchos amigos. La primera vez que vine aquí fue en el año 76, así que desde ese momento data mi cercanía con Costa Rica. Tuve la suerte de conocer a Joaquín Gutiérrez, a Virginia Grütter, a Isaac Felipe Azofeifa, a Fabián Dobles y tener amistad con ellos. Eso me dio ya una ligazón.

En lo que enseño en Buenos Aires y en los cursos que doy en el interior del país a veces me toca hablar de Yolanda Oreamuno, por ejemplo; de Joaquín Gutiérrez, de los poetas más contemporáneos de aquí, como Luis Chaves, Mauricio Molina y otros conocidos y amigos de años, como Rodolfo Dada y José David Dael. Entonces siempre es muy grato mantener un conocimiento sobre lo que se está produciendo.

 

-¿Qué opinión le merece la poesía costarricense actual?

-A mí me parece una de las más interesantes que se están haciendo, por lo menos en Centroamérica, por su diversidad, por sus distintos registros. Creo que ha habido un cambio muy fuerte en las últimas décadas en la poesía costarricense. Venía una poesía todavía con mucho resabio de lo anterior, de lo clásico, de lo tradicional. Cuando digo reciente no es en los últimos cinco años, sino pueden ser tres o cuatro décadas inclusive, en los setenta, ochenta. Hay una poesía muy diversa, muy interesante.

 

 

-¿Está participando también la mujer en el campo de la poesía?

-La mujer costarricense hace rato que está participando, desde Eunice Odio hay mujeres costarricenses importantes en la poesía. También actualmente, porque en los talleres se ve que hay una presencia femenina fuerte. Yo conozco a Ana Iztarú, Diana Ávila y Mía Gallegos, pero hay muchas otras que han publicado últimamente también. Ha habido una irrupción fuerte de poetas jóvenes y de poetas mujeres.

 

-¿Está trabajando en alguna nueva publicación?

-Sí, trabajo en varios libros a la vez. Estoy haciendo un libro de ensayos sobre las vanguardias para el curso que doy, con el fin de sistematizarlo. Me ayudaría a tener todo ordenado, con una visión diferente a lo académico, cuáles eran las correspondencias subterráneas en la vanguardia. Además estoy trabajando en un libro de poesía que se llama Monólogo del necio y en otras cosas por allí.

 

-Sobre este último libro, ¿qué nos puede adelantar?

-Es un libro de poemas que no siguen un tema. Son poemas que surgen distintos unos de otros. Yo tengo libros que siguen un tema, por ejemplo Sordomuda, en el cual el tema es la poesía. La poesía a veces ha sido tomada por los poetas como tema, desde un punto de vista conceptual. Se trabaja con ideas. Yo no, yo trabajo como en una obra de teatro con personajes, por eso aparece una niña, una mendiga, esa sordomuda. En el caso de Palma real hay un tema, es la selva la que habla, la que imagina y habla. Hablan los animales y los pájaros.

Pero hay libros que tienen poemas sueltos, como si fuera una reunión de poemas sueltos, y este es un libro que me parece que va a ser así, que va a reunir distintos momentos, pero que no obedecen a un tema específico. Sin embargo, están mis temas de siempre, que son el amor, la muerte, el arte, el exilio, la pasión, la creación.

 

Y para concluir este diálogo, el poeta Jorge Boccanera quiso dejar manifiesto sus sentimientos por este país: “Siempre es muy grato venir acá y lo que uno se lleva también, porque se enriquece en el diálogo con la gente”.

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