El problema principal “no ha sido resuelto”, dijo el presidente cubano, Raúl Castro, en la sesión de apertura de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) que se inauguró hoy en San José.
Castro se refería al bloqueo “económico, comercial y financiero” al que Estados Unidos somete a su país, el que –en sus palabras– le provoca “enormes daños humanos y económicos”, y son una violación del Derecho Internacional que “debe cesar”.
La tercera cumbre de la Celac se celebra hoy y mañana en la capital costarricense a poco más de un mes de que anunciara, en Washington y La Habana, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos países.
A partir de este anuncio se iniciaron negociaciones entre las partes para poner a punto los diversos detalles de este proceso. El primer encuentro concluyó la semana pasada en La Habana y un segundo está previsto en las próximas semana, en Washington.
Rotas hace más de medio siglo, el restablecimiento de esas relaciones es un acontecimiento cuyas repercusiones para la región no pueden ser minimizadas.
Pobreza y política
El tema no podía estar ajeno a esta cumbre de la Celac, que agrupa a 33 estados de América Latina y el Caribe, pero no a Estados Unidos ni Canadá.
La cumbre tiene como tema central el combate a la pobreza que, según un informe de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), se ha venido reduciendo más lentamente ahora que en años recientes y sigue afectando a 28% de la población de la región.
Pero el debate no podía evitar las repercusiones de las negociaciones entre Cuba y Estados Unidos, el tema político de mayor repercusión en la región en los últimos 50 años.
La situación actual –dijo el presidente cubano– “abre, modestamente, una oportunidad al hemisferio de encontrar nuevas y superiores formas de cooperación que convienen a las dos Américas. Ello permitiría resolver acuciantes problemas y abrir nuevos caminos”.
En su discurso, Castro prefirió no abrir grandes expectativas, calificando de modestas las posibilidades que se abren.
Pero, si vemos las consecuencias que hace más de 50 años tuvo la ruptura de relaciones que Estados Unidos promovió entonces con éxito en la región, no es difícil prever tampoco las que derivarán de los cambios acordados en diciembre pasado.
“El restablecimiento de las relaciones diplomáticas es el inicio de un proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales, pero esta no será posible mientras exista el bloqueo, no se devuelva el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo, no cesen las trasmisiones radiales y televisivas violatorias de las normas internacionales, no haya compensación justa a nuestro pueblo por los daños humanos y económicos que ha sufrido”, afirmó Castro en el recinto donde se reúnen los jefes de Estado y de gobierno de los 33 países miembros, o sus representantes.
“No sería ético, justo, ni aceptable –agregó– que se pidiera a Cuba nada a cambio”. “No puede esperarse tampoco que Cuba acepte negociar los aspectos mencionados por nuestros asuntos internos, absolutamente soberanos”.
En cuanto al proceso de negociaciones que se abrió y a las demandas cubanas, Castro aseguró que han seguido con atención algunas decisiones del Presidente de los Estados Unidos para modificar el bloqueo.
Pero, señaló, las medidas publicadas “son muy limitadas”. En la lista de limitaciones todavía existentes están la prohibición de créditos y del uso del dólar en las transacciones financieras internacionales cubanas; las limitaciones de viajes individuales de norteamericanos a la isla; la prohibición de adquirir equipos y tecnologías que tengan más de un 10% de componentes norteamericanos y las importaciones, por Estados Unidos, de mercancías que contengan materias primas cubanas, “entre muchísimas otras”.
Según Castro, el presidente Barack Obama “podría utilizar con determinación sus amplias facultades ejecutivas para modificar sustancialmente la aplicación del bloqueo”.
Criticó también el que las contrapartes estadounidenses se propongan relacionar con la sociedad cubana “como si en Cuba no hubiera un gobierno soberano”.
Interrumpido un par de veces con aplausos, Castro no dejó de mencionar la persisten desigualdad social en América Latina pese al éxito de algunas políticas recientes; la amenaza del crímen organizado; o la preocupación por los “enormes y crecientes gastos militares impuestos al mundo por Estados Unidos y la OTAN”.
La ronda de intervenciones de los jefes de delegaciones siguió en la tarde y deben terminar mañana con la firma de una declaración y resoluciones sobre diversos temas puestos en discusión en la cumbre.
