El narcotráfico y los comerciantes

Una iniciativa del presidente guatemalteco Pérez Molina, que invita a discutir en los foros de América Central el desafío del narcotráfico, sirve a La

Una iniciativa del presidente guatemalteco Pérez Molina, que invita a discutir en los foros de América Central el desafío del narcotráfico, sirve a La Nación (LN) S.A. para descalificar al mandatario y para ensalzar ideas de otros políticos que alguna vez fueron gobernantes, no necesariamente de grata memoria (Cardoso, Gaviria y Zedillo). La diferencia central entre el exiguo Pérez y los Tres Magníficos es que los últimos proponen despenalizar el consumo de drogas ilegales y mantener y reforzar la guerra contra su tráfico (LN: 18/02/2012). El Escaso, en cambio, propone para empezar a dialogar despenalizar tanto el consumo como el tráfico. El periódico afirma que esto último legalizaría a las mafias. Seguro, puesto que la iniciativa proviene de Guatemala. Pero los Magníficos ofrecen exacerbar las guerras, otra forma de corrupción política.

Para reiterar lo dicho por muchos desde hace mucho, la primera cuestión acerca del narcotráfico y sus desafíos es qué es lo que se quiere resolver. Si lo que se busca es “sanar” a los consumidores (como si no existiera dependencia de drogas legales), entonces se trata de una cuestión sin remedio. Las adicciones con horizonte de autodestrucción son propias del capitalismo. Incluyen a los codiciosos banqueros y tecnócratas ejecutivos, y a los marihuanos y cocainómanos. El remedio sería pasar la hoja del capitalismo. Poco probable. El bicho tiene armamento atómico. Y la voluntad de usarlo.

Si de lo que se trata, en cambio, es de evitar que los drogodependientes tengan que adquirir sus drogas a las mafias, entonces legalizarlas es el camino correcto. La respuesta no soluciona una eventual autodestrucción personal, sigue teniendo costos sociales (en recursos médicos, por ejemplo), pero cancela este frente de guerra. Por supuesto, la legalización de la producción, tráfico y consumo debe ser mundial. Y la droga debe, además, ser de altísima calidad y gratuita. En su producción pueden colaborar campesinos y corporaciones. La rectoría en el campo pertenece al Estado. Si la droga se vende, aparece de nuevo la guerra porque habrá droga de calidad y droga de mala calidad. Igual que las mercancías chinas. Cada quien recibe lo que puede pagar. Y aquí se trata de clientes muchas veces desesperados.

Como la legalización y gratuidad universal de todas las drogas deja de ser negocio, entonces los honorables banqueros que “lavan” el dinero de los narcotraficantes también quedan fuera de las ‘ganancias’ del tráfico. Si la producción y el tráfico siguen penalizados, como la guerra continúa, los banqueros siguen ganando a costa de  consumidores, mafiosos y ciudadanos que tienen que financiar, pagando impuestos, la indispensable guerra contra el narcotráfico. Otro que pierde, al menos en América Latina, es Estados Unidos que tendría que dejar de utilizar el desafío del narco para asegurar posiciones geopolíticas. O sea pierden el flaco Pérez y los Tres Magníficos. Ganan los ciudadanos y la gente. En especial, algunos humildes campesinos que producen no droga hoy ilegal, sino la base desde la que se elabora.

Los drogodependientes también ganan porque ya no tienen que relacionarse con el Ocho Dientes ni con Gaviria Obama Cardoso Laura ni Zedillo, ni con el mercado para satisfacer sus requerimientos. Con este cambio (imaginen sacar de la existencia personal la angustia por si Figueres Jr. se queda en España o vuelve), algunos tornarán más cordial su trato con la droga o la dejarán. Otros podrían acogerse a programas de salud pública si lo desean. Estas respuestas no solucionan la drogodependencia, ya sabemos porqué, pero la tornan amable. Como tener un trasero fulgurante u ojos azules. Estos últimos atributos también pueden provocar tensiones sociales.

Se trata de una iniciativa de aprobación larga y difícil. Pero podría intentarse. ¿Por qué no se discute? Fácil. Porque existen comerciantes, políticos, tecnócratas, militares y pastores que prefieren la infelicidad, la violencia y la guerra. Creen estúpidamente que de ellas obtienen ganancias. Como se advierte, no es tanta la distancia, si es que existe, que separa al Exiguo Pérez de los Tres Magníficos de la Nación S.A.: Cardoso, Gaviria y Zedillo.

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