En los tiempos actuales una analogía con el texto de  George Orwell “Rebelión en la granja” es totalmente válida: TODOS LOS ANIMALES SON IGUALES, PERO ALGUNOS ANIMALES SON MÁS IGUALES QUE OTROS.

Analicemos la situación medioambiental del país: El gobierno anterior declara de interés nacional un proyecto de minería a cielo abierto, bajo el alegato que va a beneficiar a un grupo de pobladores de la zona y que dejará millones de colones de beneficios a la zona tanto en empleos directos, como indirectos. Sin embargo, nuestra junta de Gobierno actual, no analiza otras opciones que vayan de acuerdo con la imagen que el país está pregonando en el extranjero: “su paz con la naturaleza”.

Con poco dinero se podría capacitar a los vecinos de la zona de Crucitas y proveerlos de los medios de producción para que exploten los bosques y toda su biodiversidad de una forma sostenible y adecuada para el país, por ejemplo, mediante el Turismo Rural Comunitario.

Ya el 85% de la población se ha manifestado en contra de dicho proyecto; sin embargo, nuestro Gobierno ha hecho oídos sordos, y es aquí donde vemos que nuestros gobernantes no son tan iguales a nosotros; son más iguales a otros intereses muy particulares. ¿Acaso no es suficiente que un 85% de la población se tome como opinión pública? Este gran porcentaje de la población ya tiene internalizada la creencia  de que el tema de Crucitas va a afectar a la colectividad; no obstante, esto para nuestro gobierno y su opinión formal no es suficiente.

En respuesta a lo anterior, la compañía encargada del proyecto ha lanzado una millonaria campaña en los medios de difusión, para hacer que la masa piense que el proyecto es realmente beneficioso para el país. Ya sabemos que la masa sufre de gran control del mensaje, y por lo tanto no son autónomos en su discusión. Contle, John Lock y otros autores han demostrado que la opinión pública se extiende con más fuerza a partir de la razón y con criterio científico en los estados que son verdaderamente democráticos.

Es aquí precisamente que recae la importancia que tienen los conceptos de pueblo, articulación de demandas, sentir real y decisiones particulares; esto equivale a democracia. Por otro lado, Luhmann expone que NO hay democracia donde la idea de representación comparta un principio de distanciamiento entre los políticos y el pueblo;  de esto se infiere que democracia y parlamentarismo no son idénticos, debido a que el concurso mediato es la elección de los parlamentarios, pero es el concurso inmediato de los ciudadanos en las decisiones lo que caracteriza a las verdaderas democracias. Es hora que nuestro Gobierno escuche al pueblo que lo eligió.

Es hora de que como dijo Martín Baró: “se construya una sociedad donde el bienestar de los menos no se asiente sobre el malestar de los más, donde la realización de unos no requiera la negación de los otros, donde el interés de los pocos no exija la deshumanización de todos”.