Rechazar la protesta es renegar de la libertad

Serias acusaciones,  que le retamos a probar, lanza el señor Habib Succar Guzmán, en artículo publicado en este Semanario el pasado 2 de febrero.

Serias acusaciones,  que le retamos a probar, lanza el señor Habib Succar Guzmán, en artículo publicado en este Semanario el pasado 2 de febrero. Señala a quienes estuvimos protestando el 26 de agosto pasado, en el Consejo Universitario -edificio de acceso  público-, como secuestradores y vándalos, afirmaciones que debe sustentar o retractarse.

Usa una serie de descalificativos y palabras de índole homofóbica y chovinista, tales como pseudodirigentes y mamitas; deja ver que llorar es un sentimiento negativo, y se afana en loas a la señora Rectora y al expresidente Arias, a quien le envía disculpas a la distancia por los agravios que aquellos a quienes el señor Succar llama pachuchos, otra fácil etiqueta, le hubiesen cometido en otro momento.

Un poeta y editor, oficios que deberían conllevar el respeto a la libertad, usando descalificativos así y eludiendo la verdadera discusión de fondo: las consecuencias de la firma del V Convenio FEES. ¡Cosas veredes!

Históricamente la protesta social ha sido señalada como delictiva. Así lo fue desde los embriones del movimiento popular (las mujeres en París 1789, cuya ocupación de palacio causó estupor y una frase famosa de rabia e indiferencia a la reina, el movimiento cartista en Inglaterra, las maestras y maestros que con Carmen Lyra combatieron la dictadura de los Tinoco, las primeras agrupaciones de gays y lesbianas que empezaron a manifestarse, etc.). Es así porque para el orden predominante y sus acólitos la protesta provoca miedo, miedo a perder los privilegios alcanzados y aún más temor les causa ver en peligro las prebendas y posiciones obtenidas, no por méritos propios, sino por medio de favores ante la escasez de méritos.

La comunidad universitaria la integramos tres sectores. Hay en esa composición la base para una diversidad de pensamiento, debate y definición conjunta de muchos temas, especialmente para aquellos que tengan alcance, más allá de la torre de marfil universitaria, so riesgo de perder de perspectiva que la Universidad es un medio, no un fin, que el presupuesto universitario es un medio, no un fin, que el Consejo Universitario es un medio, no un fin, que la Rectoría es un medio, no un fin, que la protesta social es un medio, no un fin y que al etiquetarla de delictiva se esconde el deseo de castigar lo diferente, de reprimir y de procurar que quien quiera expresarse libremente deba mantenerse en el closet o en el calabozo. Protestar es un derecho, reprimir es un delito.

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