Las mejores películas del 2004

Una veintena de películas de calidad engalanaron la cartelera durante este año. «Las invasiones bárbaras», cine para reflexionar sobre la vida y la muerte.

Una veintena de películas de calidad engalanaron la cartelera durante este año.

«Las invasiones bárbaras», cine para reflexionar sobre la vida y la muerte.

No me sorprende que «Las invasiones bárbaras» del canadiense Denys Arcand -aún en cartelera- me haya convencido como el mejor filme estrenado en Costa Rica el año pasado. Ya «Jesús de Montreal», «Amor y restos humanos» y «El declive del imperio americano» -antecedente temático de ésta- me deleitaron con su impecable producción y su excepcional agudeza.

Pocos cineastas profundizan tanto en la condición humana -en lo íntimo y en lo personal de ésta- sin aspavientos ni trucos, y con auténtica sabiduría; además, su buen humor se lo desearía el mismo Chaplin (no como el de las  «singraciadas» con nos ataca por doquier la mediocridad dominante).

Entre lo mucho que merece recordarse destacan:

– El conflicto cultural y psicológico «La casa de arena y niebla», de Vadim Perelman, sobre un sueño americano convertido en pesadilla gracias a la obsecación de sus protagonistas.

– «Bajo el sol» de Colin Nutley, sagaz y original mapa de pasiones humanas con esa potencia afilada tan propia del cine escandinavo.

– «Dogville» de Lars von Trier, impresionante y demoledor cine-teatro de indudable y exquisita genialidad de un autor ya consagrado por sus novísimos hallazgos.

– «Lugares comunes», de Adolfo Aristarain, bella y nostálgica mirada al desencanto de una Argentina que se derrumba, y al pozo de cariño familiar que sobrevive.

– «Diarios de motocicleta» de Walter Salles, aleccionador viaje por la formación moral del legendario y polémico guerrillero Che Guevara en su mocedad de aventurero.

– «Monstruo» de Patty Jenkins, auténtico drama de soledades, egoísmos e injusticias de género, con actuaciones sobresalientes.

– «En el nombre de Dios» de Peter Mullan, apropiada denuncia de instituciones corruptas vestidas de moral trascendente.

– «Colateral», sólido policial y «road movie» ágil, intenso y con ricos matices.

– «Terminal» de Steven Spielberg, ligera y eficaz comedia con un perfecto Tom Hanks que reivindica la libertad humana.

OTROS ESTILOS

Además de estos diez filmes cautivantes, otras cinco peculiares propuestas nos sacudieron. No es que me hayan gustado tanto, sino que son ineludibles:

– «Fahrenheit 911» y «Masacre en Columbine» de Michael Moore, el cine como arma política, documentales comprometidos que muestran dos caras de esa medusa fascista de la derecha religiosa y las corporaciones que asuelan el mundo amparados en el gobierno de los Estados Unidos.

– «Elefante» de Gus van Sant, parca y original mirada al germen del odio homicida de un realizador fiel a su origen contestatario.

– «Esplendor americano», ingeniosa visión de un fracasado exitoso.

– «Los increíbles», en eficaces dibujos animados, cuyo héroe es una familia disfuncional. Al recurrido tema de buenos y malos se lo recobra con esta posmoderna visión del superhombre imperfecto e inadaptado.

LO NUESTRO

Sin duda la obra más importante que ha salido de la «no industria» centroamericana y de estos gobiernos que desprecian el sétimo arte es «Caribe», de Esteban Ramírez -de la que confieso ser parte- acertada unión del tema universal de las vicisitudes del amor con el tema puntual de la explotación petrolera que amenaza nuestra biodiversidad, desplegada con vigor y cariño en un filme digno e incluso admirable. Una gran película costarricense.

MÁS CINE BUENO

Otras visiones estimables incluyen «Jinete de ballenas», filme neocelandés que reivindica mujeres y aborígenes con inocencia; la ingenua y estimable «Mar abierto» de Chris Kentis, más auténtica que el clásico «Tiburón»; «La mala educación»de Almodóvar -con la formidable actuación de Gael García Bernal-; la valiente denuncia policial argentina «El polaquito»; la simpática chicana «Las mujeres de verdad tienen curvas» de Patricia Cardoso; y los espejos sugestivos de otros pueblos en «La pasión del rey», «Tabú» y «Poniente».

DECEPCIONES

Mucho ruido y poca cosa, la retorcida y oscura «21 gramos» de Alejandro González, es mucho menos interesante que «Amores perros». «Perdidos en Tokio» de Sofía Coppola, bastante floja y aburrida, apenas sí rescata la caligrafía fílmica.  «Resplandor de una mente sin recuerdos» es un enredijo de pedanterías, necedades inconexas y deficiente producción. Salta a la vista lo pretenciosa y vacía; la veo patética aunque otros la encuentren sublime.

«La nueva gran estafa» me pareció tan estúpida, que la menciono solo por eso.

Tengo pendiente «Capitán de mar y guerra» de Peter Weir, a quien mucho aprecio.

Y aún no he visto «Promesas» y «Antes del atardecer», que quedo debiendo. Después de la primera vesánica y egocéntrica historieta de violencia estéril, aún no me animo a ver

«Kill Bill II», del sobreestimado Quentin Tarantino.

RECOMENDACIONES

«La joven con el arete de perla» de Peter Webber. Finísima reconstrucción de época (Holanda, siglo XVII) y maravilloso estudio de caracteres a partir de una pintura de Jan Vermeer. El magnífico «Mar adentro» de Alejandro Amenábar, filme hondo y maduro con un fenomenal Javier Bardem.

Ojalá programen «Machuca» del chileno Andrés Wood, hermoso relato de amistad entre niños y enérgica denuncia de la opresión militar; y la premiada comedia uruguaya «Whisky». Así como la agradable y esclarecedora visión del conflicto palestino israelí «Caminar sobre las aguas».

Que disfruten del buen cine.

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