Brasil y Alemania disputan el domingo 30 de junio en Yokohama, Japón, la final de la Copa FIFA 2002. Será la séptima ocasión que ambos seleccionados obtienen el pase de honor para disputar el cetro mundialista.
Ronaldo es una explosión de fútbol y talento, tiene seis anotaciones y se vislumbra como el favorito para obtener el título de goleo. Aquí celebra el pase a la final.
Dispuestos a enfrentar el máximo reto futbolístico, los seleccionados de Brasil y Alemania preparan el camino y velan armas para enfrentarse por primera ocasión en una final.
Los sudamericanos apostarán por el pentacampeonato en su tercera final consecutiva, mientras los teutones van en procura del tetracampeonato, una meta con la que pocos soñaron antes del arranque de este torneo.
Brasil hace alardes de su dechado de individualidades y de sus tres bastiones ofensivos, Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho Gaucho, quien tras cumplir su castigo, quedó habilitado para este encuentro frente a los germanos.
Llegó el momento de urdir la manta para el décimo séptimo campeón del orbe desde 1930, y los brasileños se abanderan del pundonor y de su reconocida técnica para luchar sin tregua en pos del cetro.
Tras el triunfo 1 a 0 frente a Turquía, que les dio el pase definitivo a la final, el técnico Luiz Felipe Scolari (Felipao) manifestó que sus pupilos están listos para lograr el pentacampeonato.
Felipao reconoció que su rival alemán, es muy fuerte y cuenta con una tradición futbolística que pesó para superar a sus contendores, pero ello no impedirá que «la torcida» abrace el quinto título de su historia.
El técnico aseguró que para llegar a la final, no basta con practicar un buen fútbol, sino poner una fuerte dosis de coraje y mucho corazón.
«A este equipo le sobra corazón como quedó demostrado otra vez frente a Turquía», declaró Felipao a la prensa en Saitama, Japón.
Sin pasar por su mejor momento y luego de los apuros clasificatorios que sufrieron en las eliminatorias, los brasileños poco a poco, comenzaron a crecer en esta copa.
La torcida cuestionó seriamente a Felipao por la ausencia de Romario, y las opiniones se dividieron entre quienes apoyaron al estratega. Pero las divergencias quedaron atrás, gracias al papel protagónico de sus figuras y a la sed triunfalista del equipo.
Las seis conquistas del máximo artillero de la copa, Ronaldo, y las cinco del sublíder de goleo, Rivaldo, son fiel reflejo de los argumentos mostrados en este mundial, por la escuadra.
Brasil vino de menos a más, y conforme acabó con sus rivales en el terreno, crecieron las expectativas y recuperaron los ropajes triunfalistas que en el pasado sumaron tantos atributos (tetracampeones), como ningún otro equipo en la historia de los mundiales.
La escuadra sudamericana sumó títulos en 1958, 1962, 1970 y 1994, y se adjudicaron como vicecampeones en 1950 y 1998 en el mundial que ganó Francia.Ahora, Brasil vuelve a construir su historia y tiene por primera vez en una final a Alemania, sin duda un encuentro inédito, esperado por muchos, pero que pocos se atrevieron a pronosticar.
LA TROPA ALEMANA
Los dirigidos por Rudy Voller, tratarán de alcanzar el tetracampeonato, sin su figura Michael Ballack, aunque con la seguridad que le dará en el juego aéreo hombres como Miroslav Klose o la potencia que suma en el frente de ataque, Oliver Neuville.
Los teutones mantienen una estructura sólida en defensa, con un arquero sensacional, Oliver Kahn, quien solo ha soportado un gol en contra de su meta frente a los irlandeses. Además, durante este campeonato demostraron sus virtudes en el fútbol aéreo y la velocidad que imponen por las bandas.
Cuentan con un fútbol sin la habilidad, ni el talento brasileño, empero, su disciplina táctica y su potencia en el frente de ataque, les da los atestados suficientes para ostentar el cetro.
Voller es el artífice del éxito, conformó un conjunto con nuevos baluartes como el goleador Miroslav Klose y el debutante Gerald Asamoah, sin relegar la experiencia de Thomas Linke y de Oliver Bierhoff.
Apostó a una aventura mundialista en la que pocos creían y hoy están en la final de la Copa del Mundo tras superar una difícil campaña clasificatoria y luego los escollos, en la máxima cita balompédica.
La fortuna les llegó con creces, con orden, disciplina táctica y mucho empeño para librar los obstáculos. Voller reconoció que los acompañó un poco la suerte, pero «siempre pensamos que el sueño de una final era posible», dijo.
La hora final llega contra un equipo con alma de campeón: Brasil. Aunque ello parece que no los entumece, pues sus antecedentes de campeones en los mundiales de Suiza 1954, Alemania 1974 e Italia en1990; les brinda una cosecha de gran prestigio internacional.