¡Inolvidables!

En 1968 el equipo de baloncesto de la Universidad de Costa Rica, conquistó el título de campeón nacional; el entrenador fue el profesor Otto

Hace 40 años, más o menos el equipo de baloncesto de la UCR se cubrió de gloria.

En 1968 el equipo de baloncesto de la Universidad de Costa Rica, conquistó el título de campeón nacional; el entrenador fue el profesor Otto Starke.

Dentro de la nómina se daba un cambio generacional; terminaban su carrera celeste jugadores como Francisco Olaso, Gigo Martínez, Rigo Morris, Pilo Calderón; la mayoría se fue a jugar a otro equipo e iniciaba una nueva que solo tres años después le daría a la institución una etapa dorada con la conquista del tricampeonato nacional en las temporadas 1971-72 y 73; un campeonato de campeones y cuatro torneos de Copa.

Fue la Universidad del Macho Tabash y el doctor Hernán Cortés, dos ilustres profesores de la Facultad de Odontología, que desde luego contaron con todo el apoyo de Rodrigo Pacheco López, recientemente fallecido, Director de los Programas Deportivos de la UCR.

Por esa época la Universidad conquistaba laureles en varias disciplinas deportivas y sumó títulos no solo en baloncesto, sino en voleibol masculino y femenino, béisbol, atletismo e incluso su equipo de fútbol se distinguía en la primera división, luego de ganar el ascenso como campeón de segundas.

Pero fue sin duda el equipo de baloncesto entrenado por Rodolfo Tabash el que más se identificó con los estudiantes universitarios, sobre todo por aquellos duelos dramáticos y espectaculares contra su máximo rival, el Colegio Seminario, con quienes tuvieron que disputar las tres coronas en series extras que volvieron el Gimnasio Nacional en un manicomio.

“Hubo partidos en que las filas para comprar boletos iban desde el Gimnasio hasta el cementerio general y recuerdo que la gente lloraba cuando se quedaba sin poder adquirirlos. Este detalle de fervor y pasión no se ha repetido nunca en un evento deportivo en ese coliseo”, recordaba precisamente el doctor Cortés, asistente técnico de Tabash.

Para el laureado entrenador, se presentaron tres factores que llevaron a este grupo al éxito: amistad, estudio y deporte.

“La Universidad otorgaba la beca D a los buenos atletas; estos defendían los colores celestes en diferentes disciplinas y no pagaban sus estudios. Pero, tenían que mantener las notas altas. Si no rendían académicamente, aunque triunfaran como deportistas, perdían la beca y esto fue vital en nuestro grupo”, expresó Tabash.

“Decenas de ocasiones entrenamos de 11 de la noche a una de la mañana; yo personalmente los recogía en mi auto después de que ellos cumplían con tareas y exámenes en la U y nos íbamos a practicar fuerte.

Fue un grupo disciplinado, comprometido y responsable, tanto que el 90% se graduó de la Universidad y hoy son distinguidos profesionales.

Repasemos.

Los distribuidores: Gerardo “Goyo” Morales, ingeniero eléctrico; Carlos Villalobos, microbiólogo y Elías Valenciano, economista.
Los postes: Manuelito Bello, fallecido, ingeniero industrial y Gerardo “Banano” González, abogado.

Los aleros: Osvaldo Pandolfo, ingeniero agrónomo, Víctor “Mango” Aymerich, empresario; Eduardo Chavarría, odontólogo; Carlos “Cuervo” Ruiz, ingeniero civil y Manuel “May” Quirós, ingeniero agrónomo. Integraron también el equipo Gerardo Ruiz y el doctor Carlos Rodríguez”, recordó el “Macho”.

“Este equipo de baloncesto trascendió a la institución y 40 años después, los egresados de la UCR los recuerdan y les hablan con mucho aprecio y respeto. Igual les hablan a sus hijos y nietos de estos basquetbolistas, un equipo inolvidable que le dio al baloncesto, junto con Seminario y otros clubes, su época de oro”, agregó el doctor Cortés.

MUY COMPLETOS

Para el capitán de este grupo, Osvaldo Pandolfo, la combinación de tener que estudiar y cumplir académicamente como única forma de no perder la beca y la posibilidad de egresarse como profesionales, fue básico para triunfar en los dos escenarios; en el aula y en la cancha.

“Hoy no es así; se ha profesionalizado nuestro baloncesto y se pagan sumas altas a jugadores nacionales y extranjeros, pero su único compromiso es jugar bien. Varios son becados de universidades pero no se les obliga al estudio.

Lo nuestro fue diferente: estudiamos, entrenamos, jugamos y campeonizamos. Todo este esfuerzo de tantos años nos convirtió en un grupo de jugadores y amigos muy sólido y aún hoy, casi 40 años después, seguimos siendo una sola familia y diferentes generaciones de estudiantes y egresados de la UCR, nos recuerdan con mucho cariño.

Logramos formar un equipo inolvidable para la familia celeste”, expresó el efectivo alero, máximo encestador del equipo junto con Víctor Aymerich.

“Teníamos un equipo base con Goyito; Manuelón y Banano; Mango y Pandolfo; luego Chavita era el primer cambio, el sexto titular, con una chuspa envidiable, lo mismo que el Cuervo, otro alero efectivo. Carlos Villalobos, siempre elegante daba descanso a Morales y Elías era una tromba emocional, sangre y agallas que cumplía en la lucha por los tableros. May y Gerardo Ruiz fueron soportes invaluables”, agregó Osvaldo.

Hay una anécdota de cancha muy simpática que narra el doctor Cortés, un fanático de Elías Valenciano.

Cuando el partido se ponía apretado y Tabash pedía un “time” para girar instrucciones, Hernán se acercaba al grupo y le pedía al Macho que metiera a Elías y Tabash, siempre sereno y concentrado le respondía.

“Mirá Hernán, en la facultad (Odontolgía), mandás vos, pero aquí mando yo. Así que sentate”. Era que en la cátedra Cortés era jefe de Tabash.

El entrenador Tabash reconoce de este grupo de jugadores una enorme disposición para asimilar las tácticas.

“Teníamos muy pocas jugadas de pizarra pero los rivales no las captaban; modestamente considero que tuve la ventaja como entrenador, de que jugué al baloncesto muchos años, con Ángeles, Rabbit y la Selección Nacional y eso me dio ventaja sobre otros técnicos que no fueron jugadores”, manifestó.

Todos los jugadores reconocieron al Semanario que Tabash era un excelente estratega: “sabía hacer los cambios en el momento preciso; tenía una lectura de los juegos impresionante”, dijo Valenciano.

La Universidad perdió la ocasión de convertirse en tetracampeón nacional en la temporada de 1974, cuando perdieron con Ángeles por un punto, gracias a un enceste del espectacular Chuck Didier.

Le ganaron a Lema de Limón el título de campeón de campeones y fue un equipo base de la Selección Nacional junto con Seminario.

En 1975 el grupo se disolvió, Tabash no siguió como técnico y varios jugadores, entre ellos Aymerich, Bello, Pandolfo y Chavarría se pasaron a jugar una temporada con el Liceo de Costa Rica que ese año campeonizó caminando.


 

Voces campeonas

Elías Valenciano

“El equipo me encauzó hacia una carrera universitaria; somos amigos; hermanos. Yo todavía lloro la muerte de Toño (Manuel Bello). Hicimos una combinación perfecta de disciplina y estudio”

Gerardo Morales

“La verdad fue que empezamos a jugar para poder estudiar, sin imaginarnos la trascendencia que iríamos a tener. Era entretenido; éramos jóvenes que hacíamos deporte; además nos permitía estudiar. Pero luego, la lealtad de los universitarios con el equipo, convirtió esto en una pasión y en un compromiso enorme. Aquella entretención inicial hoy se valora muy diferente”.

Germán González

“En este equipo he pasado los momentos más felices de mi vida; con mis compañeros aprendí a luchar y a darme cuenta de que hay que ganarse las cosas. Nadie regala nada. Como juez y abogado litigante que he sido, me llena de orgullo que todavía me identifican como jugador de aquella inolvidable Universidad. He visto llorar gente delante de mí, recordando este equipo”.

Víctor Aymerich

“Este equipo me marcó la ruta; me marcó la vida; jugar con la UCR me dio temperamento, responsabilidad y disciplina; todavía somos una familia: ha sido lo más importante de mi vida. He jugado baloncesto durante 48 años y jamás encontré un grupo como el celeste”.

May Quirós

“Jugar con la U fue algo espectacular; lo más grande de mi vida deportiva; aprovechamos el jugar para estudiar; el equipo fue la llave que nos abrió la puerta para ser profesionales. Es maravilloso que 40 años después, los egresados de la UCR nos recuerdan, admiran y reconocen.
Todos se saben la alineación y los cambios. Parecemos el Saprissa de los años 50”


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