Luis Yáñez es una figura cuya expulsión de Cuba no puede dejar sin reaccionar al Partido Socialista.
Un disparo bajo la línea de flotación amenaza con hacer naufragar el barco de la presidencia de la Unión Europea (UE) que le toca a España capitanear durante el primer semestre del 2010.
La frustrada visita del eurodiputado socialista Luis Yáñez, impedido de entrar en Cuba y devuelto del aeropuerto de La Habana a Madrid, el pasado 4 de marzo, tensó las relaciones entre los dos países y hará mucho más difícil la tarea del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de normalizar los vínculos con la isla durante su presidencia de la UE.
Grandes expectativas
El conservador diario ABC español anunció en su editorial del 5 de enero, que “la presidencia española comienza con mal pie”, agregando que “El entusiasmo procubano (del canciller) Miguel Ángel Moratinos suscita lógicos recelos en algunos países, haciendo imposible la unanimidad comunitaria para suprimir la «posición común» ante el régimen de los Castro”.
La presidencia española de la UE ha despertado grandes expectativas, entre otras cosas porque es la primera que se ejerce después de la entrada en vigencia del Tratado de Lisboa, que introduce grandes cambios institucionales, entre ellos una presidencia permanente con la que Zapatero tendrá que compartir sus funciones.
La otra es la crisis económica, un tema en el que las propuestas de solución españolas no están, necesariamente, en sintonía con las más conservadoras de Alemania o Francia, entre otros.
Pero hay un tercer factor, siempre importante en las presidencias españolas de la UE (las anteriores fueron en 1989, 1995 y 2002): son las relaciones con América Latina.
No por casualidad está prevista para el 18 de mayo, en Madrid, una cumbre UE-América Latina. El éxito de esa cumbre depende, en gran medida, del abandono de la Posición Común europea hacia Cuba, adoptada en 1996, a propuesta del entonces jefe del gobierno español, el conservador José María Aznar.
El gobierno cubano la rechaza, por considerar que es una intromisión indebida en su política interna.
El diálogo será difícil, con el panorama político actual en América Latina, si Europa no cambia esa posición común. Pero, para eso, se necesita un consenso que gobiernos como el de Suecia, o de la República Checa, están dispuestos a impedir.
Reacción española
Es en ese contexto en el que “explota” el caso de la visita del eurodiputado socialista Luis Yáñez a Cuba. Yáñez llegó a La Habana el lunes 4 de enero, acompañado de su esposa, la diputada nacional del PSOE, Carmen Hermosín, quien sí fue autorizada a ingresar al país. A Yáñez Cuba ya le había negado una visa en el 2008, cuando pretendía participar de una reunión política opositora en La Habana.
El silencio de Cuba en torno a este caso, pasadas las primeras 24 horas de su expulsión, dejó todas las primeras reacciones en manos de fuentes españolas.
Obligada a reaccionar, la cancillería convocó al embajador de Cuba en Madrid, Alejandro González Galiano, para pedirle explicaciones sobre el incidente. El embajador señaló que la visita de Yáñez no era “inocente”, sin dar mayores explicaciones públicas.
Moratinos, por su parte, reiteró su esperanza de que este incidente no ponga en entredicho la voluntad de España de convencer a sus socios europeos de revisar la Posición Común hacia Cuba, una tarea que, naturalmente, se hará mucho más difícil.
“Este veto –dicen medios europeos– supone un revés a la estrategia de diálogo que Moratinos defiende”, refiriéndose a la prohibición de que Yáñez ingresara a Cuba.
Hombre cercano al grupo del expresidente del gobierno español, Felipe González, quien fue, en su momento, un interlocutor de Fidel Castro, pero del que, desde hace años, está alejado, Yáñez es una figura cuya expulsión de Cuba no puede dejar sin reaccionar al Partido Socialista. Pero el PSOE tampoco ha cancelado la visita de su encargada de relaciones internacionales, Elena Valenciano, a Cuba, prevista para este mes y que adquiere ahora, seguramente, más importancia. Valenciano también pidió explicaciones a la embajada cubana en Madrid, sobre este caso.
Yáñez
El incidente puso en primer plano la figura del eurodiputado español, cuyas posiciones respecto a Cuba son bien conocidas en los ámbitos políticos, pero no necesariamente por el gran público.
Yáñez ha expuesto siempre con claridad sus objetivos hacia Cuba. En un artículo publicado en al revista “Otro Lunes”, en diciembre del 2007, titulado “¿Qué vendrá después de Castro?”, señala la necesidad de prever el futuro de la isla cuando el líder cubano haya fallecido.
Es necesario –asegura– “estudiar y analizar en qué fundamentos podemos apoyarnos, tanto en recursos humanos como medios y materiales, para tratar de reducir los riesgos y potenciar las oportunidades de un proceso de transición de un sistema totalitario de economía estatalizada a un sistema de sociedad abierta y estado social y democrático de derecho, pluralismo político y respeto y garantía de los derechos humanos civiles, políticos, sociales y culturales”.
Naturalmente, Yáñez está empeñado en promover ese “proceso de transición”. En su artículo señala, entre los actores de esa transformación, haciendo una comparación con el este europeo, que “el cambio de régimen no se ha producido con una sustitución total y completa de la clase dirigente, sino con una combinación de sectores emergentes de la oposición democrática y la reubicación de los dirigentes más competentes, inteligentes u oportunistas de la dictadura”.
El otro objetivo, además del cambo político, es “el paso de una economía estatalizada (sic) a una economía de mercado”, para el cual, en el artículo, hace también algunas recomendaciones.
Pero no son solo las propuestas de Yáñez, sino también el tono de sus escritos lo que caracterizan su posición hacia Cuba.
En medios españoles se recordó unas palabras suyas pronunciadas en las Cortes, en 2003, criticando una comparecencia de Fidel Castro en la televisión cubana. Ahí Yáñez dijo que Castro «ofrecía una imagen patética de un anciano tembloroso, agarrándose a su obsesión con la muerte, a su ‘tanatofilia’: patria o muerte, socialismo o muerte, muerte al enemigo. Una obsesión por la muerte y por la sangre, sobre todo si la muerte u la sangre son ajenas».
Cualquiera que conozca Cuba sabe lo que eso significa en la isla, no solo para el estamento político o gubernamental, sino también para la población. Aun aquel sector que no comparte las posiciones del régimen tiene una alta consideración por Fidel Castro.
Para alcanzar sus objetivos, Yáñez ha establecido relaciones con la llamada “Corriente Socialista Democrática Cubana” y es copresidente de la organización “Cuba-Europa en Progreso”, cuyos objetivos son “reforzar los lazos entre los progresistas de Cuba y de Europa mediante el intercambio de opiniones, información y experiencias así como establecer relaciones de todo tipo entres las organizaciones progresistas europeas y cubanas”.
“Estamos convencidos –dice la organización– de que los progresistas cubanos encontrarán en el apoyo por sus correligionarios europeos la ayuda más eficaz para contribuir a un futuro democrático en la isla”.
El año pasado, la asociación otorgó su primer Premio Libertad a la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), que encabeza el dirigente opositor Elizardo Sánchez Santacruz.
Este perfil militantes de Yáñez contra la revolución cubana está detrás de la prohibición de su ingreso a Cuba, una operación que ciertamente va a complicar la presidencia española de la UE, poniendo en primer plano un tema en el que las discrepancias afloran y pueden tener consecuencias en todos los demás.