Europa corre para encontrar una fórmula que permita salvar su moneda, el euro, la cual está sometida a enormes presiones desde que se debió salir al rescate de Grecia e Irlanda para evitar que ambos cayeran en cesación de pagos, el año pasado.
Los millonarios recursos dedicados a sostener ambas economías no han puesto fin a las zozobras en la zona euro. Esta ve, con un ojo, aumentar las presiones sobre otros países gravemente endeudados (como Portugal), mientras crecen los temores de que naciones de mayor envergadura (como España, Italia o Bélgica) tampoco puedan hacer frente a sus compromisos en el futuro.
Para ofrecer una solución a la crisis, el viernes 11 marzo se celebró en Bruselas una cumbre europea, en la cual el “Pacto por el Euro” acaparó la atención de los gobernantes de la zona euro, en el marco de una cumbre convocada para analizar la situación en Libia.
En los últimos días, las señales de alarma volvieron a encenderse en el escenario económico europeo, cuando la agencia calificadora Moody’s rebajó los bonos griegos a la categoría de “basura”, pese al préstamo de $110 mil millones. Con estos se pretendió, en mayo del año pasado, reflotar su economía.
Al mismo tiempo, Portugal enfrentaba renovadas presiones. Esto lo obliga a colocar bonos a diez años plazo a una tasa de interés de 7,65%, el mayor nivel desde la creación del euro. Por ahora, Portugal resiste e intenta evitar tener que acogerse a un plan de rescate como el de Grecia o Irlanda. Este, además de no funcionar, ha sometido a ambos países a una carga que algunos estiman más gravosa que la anterior.
Los recursos frescos no les han permitido salir de la crisis. La deuda griega aumentó en más de 40 mil millones de euros en un año y ya asciende a más de 340 mil millones, lo cual equivale a casi 150% de su Producto Nacional Bruto.
Semanas decisivas
Ante ese escenario, se multiplican en la prensa europea las advertencias sobre la grave situación y la urgente solución.
Las próximas semanas son decisivas para el euro, aseguran. “Entre la cumbre del próximo día 11 y la del 24 y 25 de marzo, la UE se juega el futuro de la moneda única”, afirmó Andreu Missé, en el diario español El País, desde Bruselas.
“Los líderes europeos –agrega– deberán alcanzar contra reloj un ‘pacto global’ sobre varias propuestas para asegurar la estabilidad del euro. Se trata, sustancialmente, de lograr una solución permanente que sustituya los parches urgentes e improvisados que se adoptaron para afrontar las crisis de Grecia e Irlanda y evitar la catástrofe de la moneda única”. La solución mágica, asegura, se llama gobierno económico de la UE.
El periódico destaca que las perspectivas son sombrías, al señalar que este proceso se parece a “Un descarrilamiento a cámara lenta. Una especie de artritis. Algo así como no avisar a la población que se avecina un huracán. Los economistas se empeñan en buscar la metáfora adecuada para explicar qué ocurre con la crisis fiscal europea cuando van ya casi 14 meses desde que Grecia apuntara los primeros síntomas realmente preocupantes”.
Pacto por el euro
Ahora está en discusión un “Pacto por el euro”, el cual los gobernantes europeos analizaron en su reunión del viernes 11 de marzo, pero solo recibirá una aprobación definitiva en la cumbre de fin de mes.
Se trata de una serie de medidas destinadas a enfrentar la crisis, pero cuya orientación ha despertado grandes debates. Lo primero es poner límites a los costos laborales. Esto implica contención salarial, es decir, que los aumentos salariales estén vinculados al aumento de la productividad y no al del costo de la vida.
La palabra clave de todo el debate es “productividad”, sinónimo de reducción de costos vía salarios, una medida polémica, difícil de consensuar entre los países miembros de la eurozona.
“Una de las principales causas, que generan una falta de unidad más que necesaria para muchos analistas, está relacionada con los salarios. Los países más fuertes de la región, como Alemania, consideran que los países periféricos no mantienen una coherencia en las subidas salarios que -argumentan desde Berlín- no corresponden con la productividad de los trabajadores”, afirman los analistas.
Alemania no está sola en este debate, agregan. “Otros países como Holanda o Finlandia apoyan una reforma en estos países, para que los salarios vayan ligados a la productividad de los respectivos sectores laborales, y no a las tendencias de la inflación”.
La otra medida es el control del gasto. Los estados deberán limitar el déficit presupuestario y su deuda. Esto viene a sumar recortes de los servicios sociales a la reducción salarial y al retraso de la edad de jubilación.
A cambio de estas medidas, Alemania estaría dispuesta a flexibilizar un poco las duras medidas impuestas con los rescates, al permitir que se use parte de los $750 mil millones —que integran ese fondo en la recompra de la deuda de los países más endeudados— con un descuento considerable. Hoy, esos países deben pagar esos préstamos con altas tasas de interés y a un plazo relativamente corto.
La canciller alemana, Angela Merkel, en una intervención en la Comisión de Asuntos Europeos del parlamento alemán, afirmó que su gobierno apoyaría una rebaja en los intereses que pagan Grecia e Irlanda por los préstamos recibidos para hacer frente a la crisis, los cuales están sobre el 5%. Pero, a cambio, exigió que el gobierno griego privatice más empresas y venda activos, y que el gobierno irlandés incremente su controvertido impuesto de sociedades —el más bajo de la eurozona— de 12%. Este ha sido la base de la atracción de inversiones en ese país.
Sin duda, el préstamo a Grecia tenía como objetivo principal salvar a la banca alemana, la principal afectada ante una eventual quiebra de la economía griega. A esta medida se agrega ahora la exigencia de liquidar las empresas públicas de ese país, las cuales podrían pasar también a manos alemanas.
Grandes sufrimientos
Como recordó Walden Bello, director ejecutivo de Focus on the Global South, “Alemania aprobó de mala gana paquetes de rescate para Grecia e Irlanda, pero solo con la condición de que griegos e irlandeses sean sometidos a salvajes programas de austeridad descritos por nada menos que dos antiguos altos ministros alemanes, Frank-Walter Steinmeier y Peer Steinbrueck, en el Financial Times, como representantes de un grado de dolor social ‘desconocido en la historia moderna”.
Los críticos a este programa han señalado que el debate, “centrado sobre todo en los asuntos presupuestarios y financieros, ha dejado completamente ‘en un segundo plano la cuestión del empleo y el paro’, como ha señalado la eurodiputada socialista Pervenche Berès”, dijo el periodista Andreu Missé, al analizar las medidas propuestas por el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.
Mientras tanto, 23 millones de europeos siguen en las filas del paro, añadió. “El giro hacia la derecha de los principales líderes europeos ha quedado bien patente en el comentario de un político tan moderado y respetado como Delors, para quien el reciente Pacto Anual sobre el Crecimiento presentado por el presidente de la Comisión José Manuel Barroso, ‘es el documento más reaccionario jamás producido por la Comisión’», destacó Missé.
Para la Confederación Europea de Sindicatos (CES), el “Pacto por el euro”, tal como está planteado, empujará a los estados miembros «a una espiral competitiva descendente de recorte de salarios y de condiciones laborales», lo cual podría provocar una nueva depresión económica. Las medidas que debatirán los líderes europeos «incrementarán las desigualdades y desequilibrios en la zona euro aún más», declaró el secretario general de la CES, John Monks.
En vez de ese pacto, los sindicatos propusieron uno, llamado “Por la justicia y más igualdad”, que no parece tener ninguna acogida por los gobiernos cada vez más conservadores de Europa.