Azotado por la crisis, el barco europeo parece navegar sin rumbo. Con la derrota del presidente saliente, Nicolás Sarkozy, en Francia, son ya doce los cambios de gobierno en el continente desde el 2010, cuando se acentuó, en Europa, el asalto conservador al Estado de bienestar, bajo el pretexto de que no hay alternativa para hacer frente a la crisis.
Ahora, cada elección pone fin a un Gobierno, como en el caso de Francia, o desarma un esquema político, como en el caso de Grecia, donde irrumpieron con fuerza en el parlamento nuevas organizaciones políticas en las elecciones del pasado 6 de mayo.
CAMINO DE LA CRISIS
La actual debacle política empezó en mayo del 2010 con la derrota laborista en Gran Bretaña y, desde entonces, no ha parado. Cada elección se ha llevado por delante a los Gobiernos que tratan de convencer a los ciudadanos europeos de que no tienen más salida que los drásticos programas de ajuste exigidos por la Unión Europea y el Banco Central Europeo, con el apoyo de la conservadora canciller alemana, Angela Merkel.
Entre las elecciones inglesas del 2010 y las más recientes, del domingo pasado, cayeron los gobiernos de Bélgica y Holanda, sumidos desde entonces en una crisis política prolongada.Esta semana, dos cambios de Gobierno se sumaron a la lista europea, pero es difícil predecir cual tendrá mayor repercusión. El primero, en Francia, ha acaparado la mayor atención de los medios, entre otras cosas por la importancia del país en el escenario europeo y mundial.
Más aislado que nunca después del primer turno electoral, como lo destacaron comentaristas franceses, Sarkozy no pudo remontar el resultado de la primera vuelta y fue derrotado por su rival socialista, François Hollande.
El presidente saliente no logró el apoyo de ninguno de los candidatos de la primera vuelta ni siquiera del centrista François Bayrou, que se decantó por Hollande, preocupado por el giro radical de Sarkozy, especialmente en temas migratorios.
En cambio, además del apoyo de Bayrou, Hollande recibió el respaldo de Jean-Luc Mélenchon, candidato de una coalición de izquierda que logró un sorprendente cuarto lugar, detrás de los dos partidos mayoritarios y de la extrema derecha nacionalista de Marine Le Pen.
El resultado electoral de Francia despertó enormes expectativas, en particular por los cambios que puede representar en las políticas europeas puestas en práctica hasta ahora para enfrentar la crisis.
Pero suenan voces de advertencia contra esas expectativas, como la de la politóloga y periodista belga, Christine Ockrent, quien recordó que «La victoria de Hollande no es una sorpresa. Lo que sorprende es que la derrota de Sarkozy es menos amplia de lo que se creía”: 51,7% contra 48,3%.
La otra realidad es la que describe Myles Bradshaw, del gigantesco fondo de deuda pública, Pimco: “No hay margen para nada en Europa, y mucho menos en Francia. Como mucho, lo hay para un cambio de léxico que permita hablar de crecimiento sin poner demasiado dinero. Los países que más lo necesitan no tienen credibilidad para endeudarse y a los alemanes les da miedo hacerlo”, afirmó.
Charles Kupchan, investigador del Consejo de Relaciones Exteriores —uno de los institutos más influyentes del mundo en su género—, recordó: “Puede que las consignas miopes relacionen las políticas de crecimiento con la izquierda y la austeridad con la derecha, pero en los últimos años se ha demostrado que esas fronteras son difusas. La derecha va a tratar de arrebatar a la izquierda esa bandera, como ha hecho con otras”.
Hollande encuentra un país con 8,5 millones de personas en el umbral de la pobreza y con 3,5 millones de franceses durmiendo en la calle o hacinados. En los últimos cinco años, Sarkozy ha suprimido 150 mil empleos públicos.
La promesa de Hollande, en todo caso, es encabezar “el inicio de un cambio de ciclo en Europa” y agregar a las políticas de ajuste, una dimensión de estímulo al crecimiento.
Ese será un duro pulso con Merkel, pero la evidencia de que el ajuste está hundiendo la economía europea abrió un mayor espacio para la propuesta. En todo caso, hasta el mismo gobierno conservador de España celebra el triunfo de Hollande, que puede significar una menor presión sobre las exigencias de ajuste.
El nuevo presidente francés, que asumirá el cargo a mediados de mes, se enfrentará, en junio, a unas cruciales elecciones legislativas, en cuyo resultado influirán, sin duda, las primeras medidas que adopte, incluyendo el nombramiento de su Primer Ministro.
GRECIA
En Grecia, el resultado electoral significó el hundimiento de los dos partidos que han gobernado el país en los últimos 40 años. Los conservadores de Nueva Democracia (ND) ganaron las elecciones, pero vieron caer su votación, del 33,5% en el 2009, a 18,8%. Los socialdemócratas del Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK, por sus siglas en griego) sufrieron una verdadera catástrofe electoral, al caer del 43,9% al 13,2%, y quedar en tercer lugar, detrás de la coalición de izquierda Syriza, que logró 16,8% de los votos.
Aún con los 50 diputados extras que la legislación griega otorga al primer colocado en las elecciones, ND y PASOK, unidos, alcanzan apenas 149 diputados, dos menos que la mayoría absoluta necesaria para conformar Gobierno. Necesitarán, por lo tanto, del apoyo de alguna de las otras cinco agrupaciones que lograron elegir parlamentarios.
En cuarto lugar, quedó el partido “Griegos Independientes” (nacido de una escisión de ND pero muy crítico de la política de recortes); los comunistas del KKE, partidarios de la salida del euro, quedaron en quinto; y el partido neonazi, Chryssi Avghi (Amanecer Dorado), en sexto.
Su líder, Nikos Mihaloliakos, apodado “Führer” por la prensa griega, afirmó que «ha llegado la hora del miedo para los traidores de la patria». Cierra la lista en el parlamento el partido “Izquierda Democrática”, lo que no parece dejar mucho margen de maniobra para la coalición partidaria del acuerdo firmado con la Unión Europea.
En opinión de Andreas Kalyvas, profesor asociado de Ciencia Política en The New School for Social Research y en la Eugene Lang College for Liberal Arts de Nova York, estas elecciones eran una especie de referéndum sobre esas medidas de austeridad. Pero, agregó, “si de las urnas sale un Parlamento fragmentado y con partidos pequeños, significará que el electorado griego quiere una ruptura. Así que las elecciones de este domingo servirán o bien para legitimar la situación actual o para abrir la puerta a nuevas propuestas”.
Con el desempleo alcanzando casi 22% de la población, con 28% viviendo bajo el umbral de la pobreza, que ha llevado a algunos ciudadanos a dramáticos suicidios públicos, el ajuste impuesto a Grecia, para obligarla a pagar a los bancos acreedores y reducir su deuda, no tiene ninguna posibilidad de éxito.
NUEVA IZQUIERDA
El líder de Syriza, Alexis Tsipras, afirmó después de las elecciones que “el pueblo recompensó las propuestas hechas por nosotros para formar un gobierno de izquierda que cancele los acuerdos de crédito y anule el camino de la gente hacia la miseria”.
“La señora Merkel debe entender que el programa de ahorro ha sufrido una estremecedora derrota”, agregó.
Syriza triplicó sus resultados anteriores, se convirtió en la segunda fuerza política griega y se llevó una buena parte de los votantes socialistas. Su programa exige que se deje de pagar la deuda y que se apliquen políticas de crecimiento para compensar los ajustes.
“No piden la salida de Grecia del euro, pero las condiciones que exigirían para entrar en una coalición hacen casi imposible que Atenas pudiera seguir en la moneda común”, afirman los comentaristas.
En Francia, Jean-Luc Mélenchon fue el representante de esa nueva izquierda que prefirió no pedir el voto por Hollande, sino insistir en la necesidad de cerrar las puertas a Sarkozy. Seguramente, estarán vigilando el rumbo del gobierno socialista, mientras los vientos huracanados de la crisis sacuden el barco de la política europea.