Sarkozy, sacudido por escándalos sexuales y familiares

París. Primero los escándalos sexuales de su ministro de Cultura y después la carrera relámpago de su hijo Jean, han hecho tambalear la popularidad

Sus votantes más conservadores y algunos parlamentarios de sus propias filas toman distancia y en Internet circulan burlas contra el «moralizador de la política y la economía».

París. Primero los escándalos sexuales de su ministro de Cultura y después la carrera relámpago de su hijo Jean, han hecho tambalear la popularidad del presidente francés, Nicolás Sarkozy, que ve cómo disminuye una base política muy sólida hasta hace pocos días.

Al «rey Sarko» nadie le hacía sombra en la esfera política gala. Se sentía omnipotente. Pero el panorama ha cambiado para el líder de derecha. Sus votantes más conservadores y algunos parlamentarios de sus propias filas toman distancia y en Internet
circulan ya las burlas contra el que se autodenomina «moralizador de la política y la economía».
«Los diputados están perdiendo el compás», lamentó Marie-Jo Zimmermann, diputada del partido gubernamental Unión por el Movimiento Popular (UMP). «La segunda parte de su legislatura no será fácil», pronosticó.
El jefe del grupo parlamentario de la UMP, Jean-François Copé, cortó por lo sano cualquier debate interno después de la primera intervención crítica. No hay nada que decir acerca de la pérdida de confianza en Sarkozy, señaló. El mismo silencio impuesto por los líderes del partido en el caso del impuesto de propiedades o del déficit público.
Hasta hace poco, ningún parlamentario osaba alzar la voz. Pero «hay que tener cuidado con las pequeñas grietas», comentó la diputada Marie-Anne Montchamp. «Es como con las piezas de porcelana fina, no se ven a simple vista, pero cuando se llenan de agua caliente, acaban rompiéndose».
La crisis de confianza comenzó con uno de esos «movimientos geniales» por los que es temido Sarkozy en sus propias filas. Nombró como ministro de Cultura a Frédéric Mitterrand, un apellido que en seguida recuerda a su tío François, el que fuera presidente y gran figura de la izquierda.
Con la designación se logró confundir a la oposición, pero también hubo irritación en la UMP, ante un nuevo nombramiento ajeno al partido. «Una nueva apertura (del gobierno hacia la izquierda) será rechazada», advirtió el diputado François Baroin. «Somos muchos los que pensamos que esto es demasiado».
El ministro Mitterrand no tardó en ser blanco de polémicas al defender a capa y espada la puesta en libertad del director franco-polaco Roman Polansky, pendiente de una extradición de Suiza a Estados Unidos por la violación de una menor de 13 años hace más de tres décadas.
Echó más leña al fuego al reconocer sus viajes a Tailandia para visitar burdeles de homosexuales. Muchos votantes, que habían sido atraídos por las promesas de Sarkozy de «acabar con la decadencia moral de Francia desde 1968», descubrieron horrorizados que el libertinaje también campeaba en el gobierno conservador.
El primer ministro, François Fillon, quiso dar por zanjado el asunto asegurando que «el asunto Miterrand ha terminado». Lo cierto es que desapareció de las primera planas, pero únicamente porque otro escándalo vino a sustituirlo.
Jean Sarkozy, estudiante de derecho de 23 años e hijo del presidente, aspira a la presidencia del organismo público encargado de urbanizar La Défense, el mayor barrio de negocios de Europa.
Se trata de 770 hectáreas en la periferia de París destinadas a un bosque y nuevos edificios, un proyecto impulsado por papá Sarkozy desde el gobierno.
Las críticas ante el ascenso meteórico de un universitario en ciernes son tan duras que el diputado de la UMP Lionel Luca habla de un tsunami que pone en peligro la carrera del joven Sarkozy. «Hasta ahora teníamos una monarquía electa, ¿pasará ahora a ser hereditaria?», se pregunta el diario Libération.
Con la vista puesta en las elecciones presidenciales de 2012, Sarkozy quiere «quedarse con el tesoro de La Défense», según acusa la socialista Ségolène Royal.
En la UMP se teme que los votantes más a la derecha vuelvan a votar al ultraderechista Frente Nacional y que, al otro lado, también haya una sangría de votos de católicos y clases liberal-burguesas.
«El presidente no debe olvidar que debe mantener su mayoría y a sus votantes si pretende ser reelegido en 2012», advierte Luca.
Pero los Sarkozy quieren llegar hasta el final. «No tengo que esperar nada, debo asumir una responsabilidad», subraya Jean, quien ya es jefe de la UMP en la ciudad de Neuilly-sur-Seine.
Como si estuviera ajeno a la polémica, Sarkozy padre comentó hace unos días ante un grupo de estudiantes que «hoy en día en Francia no es importante haber nacido en buena familia para triunfar, es más importante trabajar duro y demostrar lo que uno vale con los
estudios, el trabajo y los valores».
Una frase con la que «Libération» cubrió su primera plana de hoy a modo de recordatorio.

 

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