Cumplió 40 años el Tribunal Electoral Universitario (TEU) y las autoridades universitarias se han deshecho en elogios (ver la nota de Noticias UCR en http://www.ucr.ac.cr/noticias/2015/01/02/tribunal-electoral-universitario-celebra-40-anos-de-labor.html).
Según el Rector Jensen: “Esta instancia ha levantado los pilares para el fortalecimiento de la democracia en los procesos electorales de nuestra Universidad”. Por su parte, Jorge Murillo, Presidente del Consejo Universitario, dijo: “El TEU ha sabido entender el papel fundamental que juega en una institución autónoma del país que se rige bajo sus propias normas y contextos particulares”.La nota periodística agrega que la Licda. Carmen María Cubero Venegas, presidenta del TEU, comentó que “la Universidad es profundamente democrática gracias al tesón que han puesto las personas que han sido nombradas en el Tribunal, lo que ha hecho que hasta la fecha, la transparencia y legalidad en la elección de las autoridades universitarias nunca haya sido cuestionada”. Y la citan: “El respeto al Tribunal por parte de la comunidad universitaria está sólidamente amalgamado en la labor de las personas que han tenido en sus manos esa función y su entendimiento del trabajo electoral universitario”.
Yo no dudo de la importancia de esta instancia universitaria. No cuestiono la legalidad de las elecciones ni su transparencia. Tampoco cuestiono la honestidad de ninguno de sus miembros. Lo que sí es cuestionable es la afirmación de que la Universidad es “profundamente democrática”, cuando aproximadamente un 60% del personal académico no tiene derecho a participar en las Asambleas de Escuela ni a elegir a las autoridades, cuando el sector administrativo no puede votar y cuando los estudiantes apenas cuentan con un 25% de representación en las instancias universitarias. Esa afirmación es inexacta; pero además esconde una forma de mirar “La Democracia”, que es meramente procedimental y vertical, cuando no autoritaria.
Esto lo afirmo no solamente basado en la nota publicada por la Oficina de Divulgación e Información (ODI), sino también por la vergonzosa ponencia que el TEU presentó en el pasado Congreso Universitario. Me refiero a la ponencia (EGH-05), titulada “Elección de la representación académica al Consejo Universitario”.
Dicha ponencia proponía en lo fundamental dos cosas: La primera era la elección de los representantes al Consejo Universitario. Según el TEU, se trata de representantes de cuatro sectores distintos: colegios profesionales, estudiantes, administrativos y académicos. De acuerdo con la lógica del TEU, los estudiantes no deberían participar en la elección de académicos porque ya tienen su representación, lo que les “da ventaja” y “doble representación”. Para el Tribunal es un asunto de “representatividad”. La segunda era que los representantes solamente deberían ser votados por el área a la que representan. Además, se mantendría la antidemocrática exclusión de los administrativos y académicos interinos.
La lógica del TEU no puede ser más simplista. Supone que efectivamente se trata de elecciones sectoriales y no de cuotas de representación a lo interno del Consejo Universitario, grave error conceptual. Lo más grave de todo es que obvia las asimetrías existentes entre los distintos miembros de la comunidad universitaria. La lógica de la composición del Consejo Universitario es que haya equilibrio y representación de la comunidad universitaria –que está dividida en áreas académicas, de ahí que haya un representante por área–, y que además se sumen representantes estudiantiles y uno administrativo. Los estudiantes tienen su propia representación porque esta composición reconoce que hay una asimetría en la relación docente-estudiante, y que en esa relación asimétrica ocurren abusos de la parte fuerte, eso sin mencionar los grandes aportes que pueden dar los estudiantes desde una postura independiente al poder. Los estudiantes –o al menos una representación– tienen el derecho a elegir a los miembros del CU porque son parte sustancial de estas áreas académica y fundamentalmente porque no se trata sólo de una elección sectorial; sin estudiantes no hay Universidad. La propuesta del TEU pretendió desaparecer cien años de lucha estudiantil y nos lleva a la Universidad de antes de la Reforma de Córdoba.
Sobre el segundo aspecto de la propuesta, cabe decir que si bien hay que buscar un mecanismo para que las áreas sean representadas más acorde a “su voluntad”, la propuesta es discutible en sus efectos, porque se trata de elegir representantes universitarios en el máximo órgano de representación de la institución, y no debe diluirse la propuesta del modelo de Universidad en la discusión de las áreas académicas. Esto, sin ninguna duda, sería bajarle el perfil al Consejo Universitario, y al debate universitario en sentido más amplio, la consecuencia sería menos democracia.
Afortunadamente, esta propuesta del TEU no llegó a aprobarse. Fue rechazada ampliamente en la plenaria del Congreso. Sin embargo, hubo un sector, el más conservador, al que le gusta la Universidad tal como está y considera que no hay que hacer cambios –menos aún aquellos que les reste poder –. Este sector no tuvo la valentía de apoyar abiertamente esta propuesta antidemocrática, y en cambio pidió que fuera la base para la discusión sobre la democracia universitaria.
El TEU salió del Congreso con una amplia votación en contra y además con una fuerte regañada de esa amplia mayoría que les rechazó su propuesta. En un país decente los miembros del TEU en pleno habrían presentado su renuncia por semejante adefesio. Pero en este país –y nuestra Universidad no es la excepción– cualquiera se puede llevar una trapeada de semejante magnitud y seguir como si nada, y además regodearse de ser la instancia que defiende “la democracia universitaria”. Total, para algunas autoridades el Tribunal es un “… baluarte de los más altos y nobles valores de la Universidad de Costa Rica…” y brinda un gran aporte “… a la vida democrática de la Institución.”