En el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte se estableció mediante la Ley de Fertilización Humana y Embriología de 1990 y sus enmiendas, la autorización para la investigación con gametos animales y ADN humanos en la formación de células madre embrionarias híbridas, llamadas Cybrids, esto con fines de investigación terapéutica. Estas técnicas, sin ser obsoletas, han evolucionado y hoy se está investigando un nuevo tipo celular, las llamadas células iPS (induced Pluripotent Stem), que son células madre pluripotenciales, capaces de generar algunos tejidos humanos derivadas artificialmente de una célula adulta, como por ejemplo de la piel. Con estas células iPS, grupos de investigadores, especialmente en Japón, están trabajando para lograr transferir genes humanos del hígado, corazón o riñón a embriones de cerdos, para que al cabo de 4 a 6 meses de edad, estos porcinos transgénicos se conviertan en portadores vivos de órganos humanos.
Como se puede observar, la mezcla de genes humanos y animales está debidamente legislada desde hace 25 años en la Gran Bretaña, lo que nos permite suponer que las investigaciones sobre estos híbridos genéticos deben haber empezado hace más de 25 años, porque no parece lógico que se legisle sobre algo que aún no existe.
Pero, ¿a qué se deben las investigaciones donde se mezclan genes humanos con genes animales? Una de las posibles causas sería por los grandes adelantos de las investigaciones biomédicas aplicadas al trasplante de tejidos entre humanos, que muestra actualmente una tendencia creciente de la demanda de órganos, y expresa, en el ámbito social nuevos conflictos, entre los que se encuentran: la trata de personas para el tráfico de órganos, la definición de muerte en el ámbito humano, la distribución y asignación de órganos para trasplante, y los altos precios de células y tejidos de reposición para aquellas personas que requieren un órgano para seguir viviendo. Esto ha sido tema de preocupación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que describe el problema en la cláusula número 2 del documento, “Principios Rectores de la OMS sobre Trasplante de Células y Tejidos y Órganos Humanos” (2008), en los siguientes términos:
“La escasez de órganos disponibles no sólo ha llevado a muchos países a elaborar procedimientos y sistemas destinados a aumentar la oferta, sino que también ha estimulado el tráfico comercial de órganos humanos, sobre todo de donantes vivos no emparentados con los receptores”.
La investigación de la Técnica de Transferencia de Genes Humanos a Animales (TGHA), aplicada en cerdos transgénicos que podrían portar órganos humanos para trasplante en una persona que necesita del tejido para poder vivir, requiere de múltiples estudios; uno de ellos se refiere al análisis bioético de interrogantes que permitan comprender hasta dónde puede llegar esta nueva relación entre humanos y animales; también, qué implicaciones bioéticas tendría que un porcino porte un órgano genéticamente humano; además, cómo se podría legislar este posible nuevo vínculo; otro caso sería el examen de si es esta una práctica natural o artificialmente natural y qué significa esto. Y un gran etcétera sobre el análisis bioético sobre estas investigaciones biomédicas.
Finalmente, la técnica de transferencia de genes de tejidos humanos a cerdos que podrían convertirse en portadores vivos de órganos para personas, puede llegar a ser una opción de trasplante de tejidos con justicia y equidad. Además, quizá logre sustituir la donación de órganos de hombres, mujeres y niños donantes, no emparentados ni relacionados con la persona enferma y la trata de personas.
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