Mucho se ha especulado en estos días sobre la grave situación política que se está viviendo en Guatemala. El crimen de Rosenberg ha convulsionado el ambiente político de ese país. Pero para referirnos a este tema tenemos que dividir a Guatemala en dos grandes periodos: antes y después de Arbenz, y antes y después de Colom.
Lo que le pasó a Jacobo Arbenz es de todos ya conocido. Lo que le pueda pasar a Alvaro Colom es de todos desconocido. Pero esperamos que pase lo que pase, a este último no le suceda lo de Arbenz.
Pues bien, desde el golpe de Estado contra Arbenz, Guatemala se ha caracterizado por ser un país gobernado por mafias de cuello blanco. Desde dictadores asesinos como el general Efraín Ríos Montts hasta Alfonso Portillo, acusado de fraude multimillonario en contra de los bienes estatales. Guatemala ha tenido la inmensa desdicha de haber estado gobernada durante años por una de las mas grandes y corruptas oligarquías latinoamericanas. Con basamento colonial y apoyo militar, esa clase terrateniente y político empresarial, se ha caracterizado por imponer a su antojo lo que les ha venido en gana. Con un casi 70% de comunidad indígena, reprimida, excluida, perseguida e invisibilizada y con el apoyo descarado de EE. UU., esa clase política se ha sentido llamada a imponer como política de Estado sus propios intereses económicos. Con el gobierno de Colom la política tuvo una leve mejoría. Hubo un mayor interés en lo social, se abrieron expedientes militares, se buscó que mediante impuestos las clases oligárquicas aportaran más a la sociedad, se hicieron denuncias, se buscó un acercamiento con el gobierno cubano, Colom se alejó de la oligarquía asesina y de las mafias político empresariales, hubo captura de capos y cargamentos de droga y una mayor tolerancia y respeto hacia el gobierno bolivariano de Hugo Chávez. En fin, con Álvaro Colom la política guatemalteca se orienta hacia caminos menos sangrientos. Todo esto genera odio, venganza y alevosía en la clase política tradicional guatemalteca. Oligarquía capaz de hacer cualquier cosa por mantener su desvergonzado modo de vida en medio de un mar de pobreza.
En un mundo tan sucio, inmoral y corrupto, todo puede suceder. Es muy probable que el asesinato del abogado Rosenberg sea resultado de su propia clase social. Quienes hemos leído algo sobre la sangrienta historia de América Latina conocemos de lo que han sido capaces estas clases por mantener su opulenta forma de vida. Inventan, mienten (TLC Costa Rica), difaman, asesinan, violan, desestabilizan gobiernos democráticamente electos, persiguen y masacran a la oposición, realizan actos terroristas, no hay nada que no hagan para imponer su infame concepción de mundo.
No nos dejemos manipular por quienes sobreponen sus intereses por encima de la moral, la ética y los valores. Aún no podemos estar seguros de quien asesinó a Rodrigo Rosenberg, pero la virulenta reacción de los grupos de poder económico, el deseo de sacar a Colom del gobierno, la alevosa campaña de denuncias, la clase social a la cual pertenecían las personas manifestantes, hacen suponer que la muerte del empresario profesional es una conspiración político económica gestada al interior de quienes suponían ser sus hermanos de clase.