En los últimos años, los líderes mundiales han tenido una obsesión por el crecimiento económico, viendo en este la forma de erradicar la pobreza y los males que esta acarrea. Actualmente, los problemas se centran en una posible crisis alimenticia y de espacio.
La política económica ha hecho notar que no es la falta de producción, sino la distribución de esta lo que causa la desigualdad, el aumento demográfico y del PIB mundial no se está viendo reflejado en el nivel de vida esperado.
Estudios señalan que el acceso a los servicios de educación universales es la solución para la reducción gradual de la desigualdad y el eco desarrollo la solución contra la escases de recursos naturales y la contaminación del medio ambiente, teorías por supuesto que tienen que ser estudiadas.Por ejemplo, Paul Krugman señala que son precisamente los egresados universitarios (población mayormente joven) los que no están consiguiendo empleos y que son los mismos que se han levantado y han alzado la voz en el movimiento de los indignados, argumento que totalmente vuelca el mito de que las personas con estudios superiores tienen mejor calidad de vida y hasta hace asomar la cara de la temida “lucha de clases”.
Con respecto al eco desarrollo y la huella ecológica también hay posiciones encontradas, estas nacen del eterno dualismo eficiencia-equidad, donde una minúscula parte de la burguesía, la cual controla los factores de producción (tierra y capital principalmente), no tiene incentivo alguno en cambiar sus hábitos corporativos y de producción, ya que sus productos se siguen vendiendo en el mercado y sus bolsillos continúan agrandándose año tras año.
La implementación de cambios en los estilos de vida, donde no sea el consumismo voraz no sea más el motor que impulse el modelo de desarrollo, y el compromiso de cada uno con respecto al uso racional de los recursos naturales deben de estar acompañados de una reforma tributaria.
La clase burguesa debe pagar impuestos justos sobre sus excesivas rentas, ya que son repetidas las ocasiones que se ha comprobado que el ingreso de estas clases y el índice de desarrollo humano en general no aumentan proporcionalmente igual.
Resumiendo, el mercado por sí solo no arregla la desigualdad económica y social y menos cuando detrás de esta “mano invisible” se encuentren grupos de especuladores que manejan la economía mundial basada en términos de máximo obtención de renta y no de bienestar general. Es aquí donde el Estado necesita aplicar controles fiscales más severos sobre los grupos más poderosos, fomentando políticas de desarrollo sostenible así como velar por la mejor aplicación de los impuestos en áreas de mayor necesidad como educación, salud, vivienda y alimentación, las cuales son la base del desarrollo integral del ser humano.