II Parte
El planeta Tierra vive en una encrucijada histórica en que si el comportamiento humano no varía, los impactos ambientales serán de mayor intensidad.
Existen ciertas tesis de que el control del agua producirá las futuras guerras entre diversas poblaciones y naciones. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de la mitad de la población mundial (alrededor de 3 000 millones de personas) sufrirá la escasez de agua en el año 2025.
Se señala también que más de 1 000 millones de personas todavía no tienen acceso a agua potable.
La escasez mundial de agua desatará en los próximos 15 años una agudización de daños ambientales por la aceleración de fenómenos como: desertización de tierras fértiles, disminución del caudal de los ríos, crecimiento de la salinidad, pérdida de recursos marinos y reducción de sedimentos en las costas.
El cambio climático versa directamente en los impactos sobre el agua, ya que los cambios en la temperatura atmosférica modifican el ciclo hidrológico. Fenómenos visuales como: aceleración del viento, elevación de temperatura en los océanos, derretimiento de los polos y el incremento de los niveles del mar, modifican la estructura del agua superficial y subterránea.
Las variaciones en los caudales de los ríos, la temperatura y las precipitaciones, son indicadores globales para la preparación del Mundo hacia «la nueva dinámica climática». Modelos climáticos que afectan y afectarán con mayor intensidad se encuentran: las sequías (entre las regiones más preocupantes donde se generan son el Mediterráneo, África meridional, territorios en Australia, América Central y Asia central), y las inundaciones (la preocupación se concentra donde el desarrollo poblacional se desenvuelve en niveles bajos sobre el nivel del mar, como Bangladesh y Holanda, e incluso ciudades densas como Shangai y Nueva York).
Históricamente, Costa Rica pre y post colonial ha utilizado el agua como un elemento esencial de la vida, con una significación social para: purificaciones, recreación, generación de energía eléctrica, limpieza, como medio de transporte y para cocinar. La intensidad del uso del agua en el nivel general ha tenido diversas etapas identificables durante el siglo XVII, XVIII y XIX. Utilización en actividades ganaderas, donde la demanda creció en el Valle Central (principalmente en San José), como también el incremento en el uso agrícola (en las plantaciones de café y banano), en estos respectivos siglos.
La creciente industrialización a mediados del siglo XX y principios del siglo XXI, como también la terciarización económica, han modificado aún más los modelos de producción del país, pero el punto nodal histórico de todas las actividades productivas sigue siendo: el agua. Se alude continuamente de que Costa Rica posee una dotación inagotable del recurso hídrico, sin los debidos señalamientos de alta fragilidad y vulnerabilidad de este.
Esta fragilidad y vulnerabilidad no sólo es ambiental, también se traduce en social, cultural y económica. Para el año 2002, según la Comisión de Hidrología y Meteorología, la extracción hídrica representó un 76,3% para uso hidroeléctrico, 19,4% para uso agrícola, 2,6% para uso doméstico, 1,25% para uso industrial y 0,45% para uso turístico. Una vez más, el Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (MIDEPLAN), indica que Costa Rica posee un potencial hidroeléctrico poco explotado, por lo que los territorios que cuentan con esta característica y que económicamente son aprovechables, representan un 80% de la expansión de parques nacionales.
Fuera de los parques nacionales también existen territorios potenciales para hidroeléctricas, de los cuales un 42% representan zonas de reservas indígenas y un 25% reservas forestales. Aunado a ello, la Asamblea Legislativa aprobó la Ley 8723 (Ley marco de concesión para el aprovechamiento de las fuerzas hidráulicas para la generación hidroeléctrica), aprobaba en el mes de mayo del presente año, que busca generar energía eléctrica mediante la obtención de las aguas de dominio público del territorio nacional (La Gaceta, 07/05/09).
Con la predominancia del uso hídrico para generación de energía eléctrica, el Ministerio de Ambiente, Energía y Telecomunicaciones (MINAET) aprovando las concesiones a entes gubernametnales u empresariales para el aprovechamiento de las fuerzas hidraúlicas y el potencial que representan diversos territorios ya identificados para tal fin, la disputa de fuerzas se hace latente.
La expansión y la explotación requerida para la generación de este tipo de energía en suelo costarricense, representa una de las nuevas formas de colonización y conquista de territorios en el siglo XXI. Ante ello, cabe resaltar la destacable labor del Programa Kioscos Ambientales de la Universidad de Costa Rica (UCR), quien ha despertado el malestar de sectores empresariales por la “reflexión y acción para la incidencia comunitaria” de la problemática ambiental, según lo declarado en el Semanario UNIVERSIDAD por Maureen Rodríguez y Liliana Monge, coordinadoras de este.
Del mismo modo, el Programa Interdisciplinario de Investigación y Gestión del Agua (PRIGA) de la Universidad Nacional (UNA), que ha definido el tema del agua como primordial para el desarrollo de cualquier tipo de vida en el Planeta, manifiesta, según su coordinadora Ana Barquero, la amenaza por el derecho ciudadano por la cantidad y calidad de la disponibilidad de este recurso genera disputas sectoriales; de esta manera, ella afirma: ¡o hay pa´ todos, o hay patadas!