Los más grandes misterios de la vida se dice que son complicados, difíciles o hasta imposibles de entender. Sin embargo, lo más valioso en la vida es simple; sencillo no en su significado sino más bien en su sentido. Pocos autores buscan esta sencillez en sus obras, y más cuando escriben acerca de la filosofía y el cristianismo; dos temas que no siempre se complementan y en ocasiones se oponen. No obstante, Gustave Thibon, escritor francés del siglo XX, logra conciliar estos temas exponiendo la esperanza en la sencillez con una claridad hermosa.
Thibon habla de Dios y los hombres, y del cuestionamiento que nos hacemos al preguntar si en realidad lo necesitamos, si puede responder a nuestras inquietudes. O en sus propias palabras: “Dios no responde preguntas, sino que logra que no se nos planteen como tales” (Citado por Brandán en su blog Libro de Horas y Hora de Libros). Es así como a través de su vida rechaza las ideologías como pensamiento absolutista. Según su visión no se puede vivir solo bajo ideas abstractas, sin relación a lo que en efecto es real. Su pensamiento inspirador ofrece un punto de vista distinto de la vida y de Dios. No se puede vivir solamente del pensamiento, aunque es una parte esencial de lo que significa ser un ser humano. Se requiere de fe y de la capacidad de poder distinguir lo esencial de lo mundano, lo común de lo único, lo “real” de lo aprendido, y todas aquellas cosas que nos definen y guían nuestro camino. ¿Qué es más sencillo que poder vivir la vida por lo que dictan nuestros corazones? Es el sentido común, como lo defendería el mismo Thibon, no dejarse llevar por la idea de que podemos controlarlo todo; de que podríamos algún día ser lo que las ideologías creen posible: Dios mismo. Esto querría decir que podemos controlar cada aspecto que alguna vez consideramos incontrolable, y que por la misma razón le tememos. Es como lo describe el autor en su obra Seréis como dioses; en donde la raza humana logra conseguir lo que siempre ha soñado: dominar la muerte para convertirse en una deidad. Siempre ha sido algo que el hombre anhela pero: ¿Podríamos aprender a controlar tanto poder? Posiblemente no.
Lo más sencillo en la vida es aquello que no podemos comprender, por más ilógico que parezca. Es el amor, la fe y la esperanza lo que nos hace realmente humanos pensantes. Las ideologías que creamos alteran nuestra habilidad de observar y sentir lo bello y lo sencillo. No podemos comprender las razones de nuestra existencia si estamos en constante cuestionamiento acerca de ello. Debemos ser capaces de dejar atrás las ideologías que nos posicionan como seres superiores ante todo, inclusive ante Dios. En su defecto, debemos aceptar la realidad y encontrar el sentido de nuestras vidas, no sus razones. Es la capacidad de hacer todo esto que distinguió a Gustave Thibon, enseñando a todos sus lectores lo hermoso que es lo sencillo, y cómo puede hacernos entender todo lo que nos trastorna y nos inquieta.