Querido papel, no te extrañe que te escriba y que escriba acerca de ti. Son casi las tres de la mañana, para variar no puedo dormir, la TVE ha dicho que los cajeros automáticos ahorran en el mundo mucho papel. Yo me he sentido triste de un momento a otro. Dentro de 25 años, yo ciertamente seré seguro historia y seré tan extraño por viejo como por haber tenido y amado los libros. Las épocas de la informática van poseyendo todas las instancias. Las caligrafías de pluma fuente y mano con firmeza y tacto tal vez ya no existan para esos años, tal vez llegue a ser propio de un récord Guiness escribir de esas maneras. (A lo mejor lo gano yo, por lo menos el concurso en el gótico alemán; je je je).
Ya lo ves, escribo para ti y lo hago desde un instrumento mecánico y enchufado a la electricidad. No gasto papel, paradójicamente invito a que se te conserve y sin embargo afirmo nostálgico que ya estás desapareciendo y contigo los libros y las revistas. Cuando era pequeñín (no he crecido tanto) mi padre me traía, entre otros libros diversos, revistas de vaqueros y los libritos de Marcial Lafuente. Amaba cuando llegaban los sábados, el día de mis nuevas revistas y librillos. Me encantaba el olor de las páginas a las que aceptabas dar vida, páginas que inundaban mis narices, sus letras y dibujos abrían felices mis ojos.
¡Qué lindos días, ya moribundos son los de hoy, cuando formabas parte de los exámenes y te colocaba contento en mis carpetas con argollas! Sueño ya casi lejano, los jueves de colegio cuando iba por folios y tarjetas para fichar. Me acompañaste siempre en el estudio y no sólo a mí, sino a muchos muchos muchos. Así te veía yo y te sigo viendo mi querido amigo y compañero, porque aún me abrazas en mis libros que forran mi casa. ¿Cómo me puedo alejar de ti y aborrecerte, si tú siempre me has acompañado con fidelidad y cariño, si siempre me has entregado palabras y enseñanzas y bromas y la posibilidad de viajar por un mundo trascendental y más que verdadero?
Sé, mi querido papel, que muchos te han comercializado, que te utilizan inútilmente y que no dejan en paz a tus abuelos los árboles y que terminas convertido en excremento y desperdicio. ¡Tanto les has dado a los hombres y ellos te devuelven su villana indiferencia y su pérfido comercio! No es suficiente tal vez que te diga te quiero, tal vez tu dolor es infinito y hayas hecho un pacto con la cibernética y prefieras reencarnar en una plantilla virtual en mi hermano ordenador. Que te quede claro, moriré antes que mueras, pero como no estaré cuando hayas muerto, que te sirva desde ahora mi fuerte cariño por haberme siempre amado y alegrado en esto que siempre he tenido a mi mano, la vida misma; o mejor, mi vida y junto a ella un papelito con muchas letras… Te quiero.