Muchísimas investigaciones han venido indicando que el gesto en el acto de comunicarnos tiene un potencial categorizador mental tan o a veces más alto que la comunicación verbal.
El gesto tiene mucho que ver con la enseñanza de conocimientos y nos recuerda la importante relación existente entre los contenidos, las emociones y el peso social de los conocimientos. Los contenidos educativos no son para nada fríos o neutros, no son abstracciones alejadas de subjetividad de los seres humanos, están finamente y profundamente coarticuladas y deben ser enseñados de esa forma. El gesto permite la canalización emocional de un contenido.
Cuando el docente hace referencia a un tema en clase y lo acompaña de motivación positiva y emoción dándole importancia con esto, está comprobado en varios estudios que los estudiantes después los recuerdan mejor, pero si por el contrario los acompaña de una mueca fea u otro gesto negativo, el contenido para el estudiante termina siendo material desechable de la memoria. Y esto es totalmente normal, pues el docente se coloca como el líder del grupo, el sabio, el que enseña; en nuestra especie el poder del líder es muy alto; allá en la sabana africana de donde salimos, no había tiempo para preguntar qué pasaba cuando el líder de una tropa homo sapiens sapiens venía corriendo asustado en sentido contrario; nadie que apreciara su vida lo detendría a preguntarle cosas; simplemente correría en la misma dirección. De esta forma desarrollamos la fe en el líder; el buen docente es el líder y de alguna manera filtra la información y el conocimiento que son valiosos con sus gestos.
Raymond, Fenske y Tavassoli demostraron en investigaciones, que el simple hecho de ignorar un objeto o un contenido, o hacer un gesto no interesado, daba lugar a valoraciones negativas sobre aquello. En nuestra especie hay una tendencia a preferir un objeto si observamos que alguien lo mira con una sonrisa, y por el contrario, lo rechazamos cuando la expresión de quien lo mira es de disgusto (Bayliss y col).
Jonas, DeBruine, Little, Burris y Reinberg demostraron algo muy interesante, y esto es que mujeres que miran a otras mujeres viendo una foto de un hombre con expresión de felicidad, tendían en su mayoría a aumentar su preferencia por ese hombre, mientras que esto no ocurría cuando la expresión facial observada era neutra o negativa.
En otras palabras, la valoración gestual positiva o negativa hacia un contenido, tienen un alto peso en el aprendizaje de los contenidos; bien usado es un excelente aliado del docente, pero mal usado puede generar desde desmotivación en el estudio, la formación en estereotipos y prejuicios sociales, hasta la eliminación de conocimiento valioso simplemente porque el docente lo cree así.