Las primeras veces que se presentan obtienen una cantidad espectacular de diputados. Desde 1978 estamos en el bipartidismo, ideologizados a la eternización de la estructura bipolar. Si aparece otro partido se dice que causa “atomización del voto” y que sus seguidores son unos “descentrados”. La pérdida del monopolio de representación política procede de 1998.
El clima en la psicología política es el trauma frente a la diversidad y la falsa disyuntiva: democracia representativa vs. democracia participativa. Los grupos dominantes, sus partidos y sus emisores dicen que la democracia participativa es una violación a la representatividad. La democracia representativa hace contraste entre su promesa y la falta de eficacia en su estrategia de gestión.
Extinguió la fe ciudadana, que en su experiencia colectiva consta de un conjunto de asuntos nuevos que, al igual que los viejos, no se resolvieron.
Las fuerzas populares han fortalecido la democracia participativa con controles al ejercicio del poder y garantías de los derechos, mediante creaciones como la Defensoría de los Habitantes, Procuraduría del Ambiente, las cortes de Derechos de las Mujeres y otros Partidos nuevos son esfuerzo de sectores productivos en la búsqueda de modelos que reflejen sus aspiraciones y profundicen en la incidencia política para intereses comunes. Su actitud es antiautoritaria hacia aparatos absolutistas que invisibilizan la colectividad y que no respetan al sujeto como tal, sus opciones. “No basta que las elecciones sean libres, limpias, competidas y reiteradas, también que el Estado de derecho funcione con razonable eficacia, que las personas sean consultadas en la formulación de las políticas, que los partidos y las organizaciones de la sociedad civil orienten sus asuntos y que los representantes políticos y los funcionarios públicos rindan cuentas” (Ordónez, 2009).
La ciudadanía descubrió que la democracia puede ser aplicada a otros campos y creó nuevas expectativas y demandas de funcionamiento. Los “partidos temáticos” realizan útiles propuestas en la realidad cambiante, no paralizada -como enseña el folclor del sometimiento; trabajo de ciudadanías comprometidas con aquellos trozos de realidad que le tocan, acciones afirmativas e históricas que debieron ser de iniciativa política ya hace mucho tiempo.
Diríamos, no que están en política, sino haciendo “las políticas” que se necesitan. La suma tolerancia exige heterogeneidad subjetiva, el individuo en sí. ¿Atomización? es una idea artificial, colonizadora y no es correcta. Un partido no vale sólo por sus votos, estos no valen por sí mismos; son un comportamiento. Los partidos valen por su tema y por lo que justifica su presencia. Actores tradicionales no logran unificarse por crisis de liderazgos. ¿Quiebra del voto? En ascenso desde 1986, logra su crecimiento más dramático en el 2006, por lo cual desaparece el PUSC. Fernando F. Sánchez señala: “Mayor fluidez del mercado electoral, quien ya no es fiel a ningún partido”. Desde 1998 crece el abstencionismo hasta más de un 30%, en el 2002 y en 2006 se repite. “Existe un precedente de abstencionismo igual en nuestra historia electoral: las elecciones de 1953 y 1958. Primeras elecciones después de la guerra civil de 1948… el sistema de partidos de Costa Rica comenzaba a formarse y niveles un tanto más elevados de abstención parecían “normales” (Sánchez, 2009).
El desalineamiento electoral es síntoma de un fenómeno más profundo. Evidencia que no es plegarse a grandes ideologías, sino derivarse hacia respuestas útiles. No es dirigirse al futuro sino a amenazas inmediatas que cuestionan el status del individuo en el mar homogeneizador de la dominación. Afirmar el derecho a ser diferente.
Cuestionar lo que nos separa, lo que rompe el lazo con los otros y con la vida comunitaria. Nos fuerzan a volver sobre nosotros mismos, a la pregunta: “¿Quiénes somos nosotros?”.
El rechazo a la violencia económica e ideológica, y a la inquisición centralizante. “En el siglo XVIII la lucha contra la explotación pasa al frente.
Hoy en día la lucha contra las formas de sujeción y contra la sumisión de la subjetividad se están volviendo cada vez más importantes, incluso las luchas contra las formas de dominación y explotación no han desaparecido, sino lo contrario”. (Foucault, 2006). Las y los ciudadanos ven la estructura del Estado como un tipo de poder político que nos ignora, y mira sólo los intereses particulares de grupos élite. ¿Será que esta ciudadanía se cuestiona la utilidad de su voto y ya no quiere desperdiciarlo?