Recientemente asistí al Instituto Cultural de México, a presenciar la puesta en escena de Versos y blasfemias de caminante, basada en la obra de León Felipe, con guión y dirección de María Bonilla.
El espacio es ideal para, en cierta medida, ser parte de la representación. Ahí estaba yo, sentada en una silla, al mismo nivel que los protagonistas del evento; yo, en el anonimato de las sillas ubicadas en hileras frente a un amplio espacio por el que se movían actores y actrices, bailarinas, músicos… artistas, en fin, dispuestos a tocarnos con su palabra, sus movimientos, sus propias sensaciones y sentimientos.
En el programa podemos leer frases de la obra de León Felipe, ese poeta español que murió en el exilio. También se nos narra pasajes de su larga vida, llena de experiencias que son la materia prima de sus textos. Frente a nuestra mirada y nuestro oído, vemos la representación y escuchamos las voces que narran la vida del poeta, inserta en cada uno de sus textos. Sentimos con él la desesperación por las injusticias, el hambre, la pobreza, el miedo; la impotencia que conduce a la aparente locura del que clama por justicia.
De la mano de María Bonilla se va hilando la vida del poeta, la historia de España, de la guerra civil entre republicanos y nacionalistas, todo ello entretejido con los versos de sus poemas.
Y entre sus poemas, plagados de miedo, de dolor, de impotencia; el poeta nos muestra la cosecha recogida, limpia sus ojos y ve:
Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
Que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan
con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.
María nos lleva al lado del poeta en ese largo viaje que es su vida, y nos transmite los sentimientos que lo embargan. Con la complicidad del arte y de sus intérpretes, nos permite abrir los ojos y ver, no creernos todos los cuentos de nuestra realidad cotidiana e insertarnos plenamente en la verdad del arte.