La diputada libertaria Carmen Quesada preside la Comisión Permanente Especial de la Mujer, en donde se aboga por el desarrollo integral de la equidad de género (Foto: archivo).
Seis décadas después del establecimiento de la Segunda República, la Asamblea Legislativa no alcanza la paridad de género y es todavía un espacio dominado por hombres en donde las mujeres constituyen una porción minoritaria del Congreso.
De los 933 costarricenses que han alcanzado una curul entre 1949 y el 2014, apenas 143 (es decir, 15,3% del total) fueron mujeres, según una revisión que hizo Ojo al Voto -una plataforma web en la que participa UNIVERSIDAD- que compiló todas las legislaturas desde 1949.
Los datos se tomaron con base en los 57 legisladores que iniciaron cada legislatura. Además, otras seis mujeres llegaron al Congreso luego de que renunciaran los legisladores hombres, que eran propietarios en esos años.Los resultados muestran cómo la Asamblea Legislativa, que debería ser el espacio más representativo de la política nacional, ha fallado en hacer a las mujeres partícipes del proceso de creación y aprobación de leyes.
El porcentaje de mujeres electas como congresistas y que asumieron desde el inicio de la legislatura nunca ha superado el 39% (22 legisladoras, punto máximo en los comicios 2002-2006 y 2006-2010).
Desde 1982 la cantidad de diputadas se incrementó continuamente pero esta tendencia se revirtió en la actual composición del Congreso, donde por primera vez el número de mujeres cayó a 19 diputadas.
A pesar de que el INEC proyecta que Costa Rica tiene un 49,52% de mujeres este año, la actual Asamblea tiene una participación femenina al 33% que corresponde a un total de 19 mujeres legisladoras, aunque la incorporación de la diputada Suray Carrillo tras la renuncia del congresista Ronal Vargas llevó ese porcentaje hasta 35%.
ESTRATEGIAS DE PARTIDOS
El cambio regresivo en la paridad de género que se produjo en las elecciones del 2014 obedeció a la estrategia de los diferentes partidos políticos del país que colocaron a sus candidatas en posiciones que no tenían posibilidades reales de ganar.
Yensy Herrera, Coordinadora de Participación Política del Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu), señaló que de los 13 partidos políticos a escala nacional que participaron en las elecciones del 2014 ninguno presentó una candidata mujer para la contienda presidencial.
«Y para la provincia de San José que debía elegir 19 diputados solamente hubo tres mujeres encabezando las candidaturas. Lo que ocurrió en estas elecciones es que de 100 listas solo hubo 23 encabezadas por mujeres y las pusieron en la cabeza de lista en aquellas provincias en donde tenían menor posibilidad de quedar electas», analizó Herrera.
CARENCIA HISTÓRICA
Durante el siglo XX los datos fueron aun más alarmantes. Antes de las elecciones de 1998, cada Asamblea contó con menos de 10 mujeres, siendo el extremo los cuatro años entre 1962 y 1966, donde Nora Murillo, del PLN, fue la única mujer. Sus otros 56 colegas eran hombres. Una reforma al Código Electoral, en 1996, había instituido la cuota mínima de participación de las mujeres del 40% en sus órganos de decisión internos, pero sin que fuera en puestos elegibles.
En 2010, se aprobó una nueva reforma al Código Electoral, y uno de sus cambios fue establecer la alternabilidad de género: en las listas de elección deberían alternarse mujeres y hombres. Para las elecciones 2014-2018 se siguió este método.
Sin embargo, esto no logró solventar los problemas de representatividad, pues la mayoría de las agrupaciones políticas inició sus listas para las elecciones del 2014 con hombres.
Las tres fracciones unipersonales (PASE, San Jose; ADC, Cartago y RN, San José) tienen un hombre en el Congreso y también son hombres los dos congresistas de RN (San José y Limón).
De hecho, desde las elecciones legislativas de 1994, todas las 17 fracciones unipersonales en el Congreso han llegado a Cuesta de Moras con un hombre en la curul.
PRESIDENCIA LEGISLATIVA
Esta disparidad también es reflejada en los puestos de poder en la Asamblea. Desde 1824, cuando se creó la primera Constituyente, solamente en dos ocasiones una mujer ha presidido el Primer Poder de la República (la liberacionista Rosemary Karspinsky en 1986 y la socialcristiana Rina Contreras en 2000).
Es decir, hace 14 años que la Asamblea no elige a una diputada como presidenta del Poder Legislativo, puesto casi privado a las mujeres entre los más de 100 presidentes que ha contado el Congreso desde Manuel Aguilar Chacón, en la primera Constituyente.
Desde 1949, ha sido más frecuente que un hombre ocupe la presidencia del congreso durante tres años seguidos a que una mujer lo haga solo por un período. (Francisco Antonio Pacheco presidió entre 2006 hasta 2010; Marcial Rodríguez entre 1949 a 1952; Daniel Oduber entre 1970 y 1973 y Alfonso Carro entre 1974 a 1977).