El confesor de los pescadores

La cercanía con los pueblos pesqueros es uno de los motivos por los que el presidente Solís designó a Meneses, con la intención de

La cercanía con los pueblos pesqueros es uno de los motivos por los que el presidente Solís designó a Meneses, con la intención de que pueda tejer puentes con los sectores. (Foto: Katya Alvarado)

Es mediodía y el padre Gustavo cambió el confesionario por la sala de reuniones del Ministro de la Presidencia. Luego de una reunión que se extendió toda la mañana, lo primero que hace es soltarse el nudo de la corbata al que aún no está acostumbrado.

El 5 de mayo el presidente Luis Guillermo Solís lo anunció como el nuevo jerarca del Incopesca ante miradas confusas que se preguntaban qué haría un sacerdote ahí. Sin embargo, no hay ninguna legislación que limite la participación de curas como directores ejecutivos y para él, la única limitación era el consentimiento de su obispo, que rápidamente obtuvo.

El padre Gustavo, quien ahora en su nuevo puesto se ha convertido en “don Gustavo”, tiene a cargo una de las instituciones que más reticencia causa entre las personas a quienes debe atender, en este caso  los involucrados en el sector pesquero y –especialmente– los pescadores artesanales.

Meneses no se ajusta al estereotipo de presidente ejecutivo, sin embargo tampoco lo hace con el de sacerdote. Habla alegre y naturalmente mientras se come un chifrijo en una soda cercana a Casa Presidencial y pregunta al fotógrafo: “¿Estoy bien así? ¿Tengo cara de cura?”.

Antes de aceptar el puesto que le designó el mandatario Solís, Meneses no había participado nunca en política. Confiesa que en primera ronda votó por el Frente Amplio y que siempre tuvo afinidad tanto con ese partido como con el PAC; sin embargo, asegura que nunca ha militado.

TRABAJO EN PUEBLOS PESQUEROS

A pesar de que nació en Alajuela, Meneses ingresó al seminario por la diócesis de Tilarán y por lo tanto desde 1999, año en que se ordenó como diácono, ejerce en Puntarenas.  “He trabajado desde Jacó, siguiendo el litoral, hasta Jicaral. O sea puedo decir que he estado en todos los distritos y comunidades de pesca artesanal”, cuenta.

El anuncio de su nombramiento fue recibido con entusiasmo de parte de sectores pesqueros y organizaciones ambientalistas: “Nosotros como sacerdotes tenemos muchas posibilidades de llegar a ámbitos que el común de las personas que realizan alguna profesión o alguna función pública no logran hacerlo y dentro de esta dinámica propia del ministerio he logrado tener mucha identificación con el perfil o la identidad de la población puntarenense”, afirma Meneses.

Su contacto directo con las poblaciones pesqueras comenzó cuando fue párroco en el barrio del Carmen. Trabajando ahí se enteró de la presencia de un pequeño poblado compuesto por 18 familias que habitaban en el manglar. El poblado, llamado la Islita, estaba en condición precaria: “Iban a ser desalojados, había una población infantil de aproximadamente 12 niños que nunca habían tenido educación, tenían necesidad de agua porque no tenían agua potable, tenían que salir en las pangas y cargarla en tanques y traer el agua de afuera”, recuerda el sacerdote.

Como consecuencia de esta situación, Meneses trabajó en alianza con organizaciones como la Federación Conservacionista de Costa Rica (Fecon), con la organización ecologista COECOCeiba, con el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) y con los Ministerios de Planificación y Educación Pública.

¿Por qué no con el Incopesca? “El problema es el siguiente: la perspectiva que hay de Incopesca desde el pescador, sobre todo el pescador artesanal, es muy negativa. Entonces yo tenía posiciones muy críticas de frente a Incopesca como institución, a pesar de que conocía a algunos funcionarios. Entonces yo nunca me sentí atraído hacia Incopesca como una ayuda para los pescadores o las comunidades de pesca en que me estuve involucrando. Más bien lo veíamos como la idea negativa, la imagen negativa que se tiene de la institución”, afirma consciente del peso que significa estar ahora al frente de esta institución.

PREPARACIÓN PARA EL PUESTO

Gustavo Meneses tiene un bachillerato en Filosofía y un doctorado en Teología. Sin embargo, el contacto con las comunidades pesqueras direccionó el enfoque de su tesis de doctorado que tituló: “Las Gentes del Mar entre el abandono y la indiferencia. Una propuesta de acompañamiento pastoral para las comunidades de pesca artesanal de la Diócesis de Puntarenas”.

Consultado por UNIVERSIDAD, su director de tesis, el argentino Fabio Baggio ¾quien dirige el Scalabrini Internacional Migration Institute (SIMI) de la Universidad Pontificia Urbaniana en Roma¾ se refirió a la designación de Meneses: “No conozco en detalle las responsabilidades que implican el cargo que le fue asignado, pero he leído mucho sobre el Instituto a causa de la tesis del padre Gustavo. A raíz de esto confío en que tenga muchos de los conocimientos necesarios para la realización de esta importante labor, estoy seguro de que sabrá organizar y realizar las acciones sinérgicas de los distintos actores que él propuso en su tesis y que yo personalmente considero valiosas”.

Meneses cuenta que cuando el presidente lo buscó, él le expuso su carencia de un título en biología, administración pública o algún área afín y Solís le respondió de manera jocosa: “Padre, pero eso es lo que necesitamos, para que haga un exorcismo ahí adentro”.

Ante las dudas de si, desde su formación como sacerdote, podrá cumplir las funciones del puesto, él afirma que el puesto necesita más que conocimiento técnico: “Yo creo que sobre todo se necesita humanidad para asumir puestos claves como estos. Identificarnos con las necesidades de aquellos a quienes la institución debería darles un trato más privilegiado, como son los pescadores artesanales, y a partir de eso aplicar los conocimientos, muchos o pocos, que se puedan tener”, afirmó.

Esto se respalda con las declaraciones de Solís ante su nombramiento pues, ante todo, el presidente expresó su interés de que Meneses fuera el encargado de tender puentes entre la institución y los sectores relacionados con la pesca.

VOCACIÓN

En Puntarenas, el padre Gustavo se ha convertido en el hombre más solicitado. Lo conozcan o no, la mayoría de los pescadores ha escuchado hablar de él y basta preguntarles para que respondan: “Ah sí, el padre, un día de estos tengo que ir a conversar con él”.

Meneses ha tomado la determinación de volver a sacar la sede central de la institución de la capital y llevársela a Puntarenas. Por eso trabaja los lunes en San José, y el resto de la semana cerca de la costa.

Reside en la parroquia de Chacarita y, al menos hasta agosto, aún ostenta su cargo de párroco que intenta en la medida de sus posibilidades ejercer los fines de semana.

Cuando se le cuestiona si dudó en aceptar el puesto, el sacerdote se refiere a que tuvo una “certeza”.  “Son como certezas que uno va a adquiriendo y que experimenta que ahí donde se va a estar es donde tiene que estar, porque algo hay que hacer verdad”, explica.

Por ahora, su trabajo se encuentra en la fase de evaluación. Aún está descifrando cómo manejar la institución y cómo puede responder al llamado de tantas personas. “Uno se vuelve más diestro en el arte de la confesión escuchando, aconsejando y olvidando. Y aquí la dinámica es diferente: aquí tengo que escuchar y tratar de recordar todo lo que se me dice”, cuenta un poco abrumado.

Desde su oficina en Puntarenas, el padre Gustavo tiene ahora como reto aprender a lidiar con las necesidades de todo un sector, y no de personas en específico, como lo hacía en su antiguo oficio. Quizás este será su mayor reto.


Nombre completo: Gustavo Adolfo Meneses Castro

Edad: 47 años

Trabajo: párroco de Jicaral

Estudios: Bachiller en Filosofía en la Universidad Anselmo Llorente y la Fuente. Doctorado en Teología Pastoral con especialización en Movilidad Humana en la Universidad Pontificia Urbaniana (Roma)


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