Recuerdan legado social de Sanabria

Casi inadvertido por las autoridades eclesiales y políticas, el 50 aniversario de la muerte de Monseñor Víctor Manuel Sanabria, segundo arzobispo de San José,

Casi inadvertido por las autoridades eclesiales y políticas, el 50 aniversario de la muerte de Monseñor Víctor Manuel Sanabria, segundo arzobispo de San José, reitera la urgencia de rescatar la lucha por las reivindicaciones sociales.

El legado social que el segundo arzobispo de San José, Monseñor Víctor Manuel Sanabria sigue vigente medio siglo después de su muerte. Así lo consideran historiadores, políticos y autoridades eclesiásticas, para quienes los aportes del prelado ayudaron a conformar la segunda República.

Tan es así que el Presidente de la República, Abel Pacheco, decidió dedicar el programa social con el nombre del prelado, según lo anunció en la conmemoración oficial realizada el pasado 8 de junio en San Rafael de Oreamuno.

Los aportes de Sanabria permanecen y es necesario rescatarlos en beneficio de los más pobres, indicó Pacheco a los medios de comunicación.

Mientras tanto, la Iglesia Católica redujo la efemérides a una exposición de fotografías en Oreamuno y a una misa solemne, sin que las ideas de Sanabria fueran objeto de debate o análisis.

Sanabria nació el 17 de enero de 1898 en San Rafael, combinó sus estudios primarios con labores agrícolas e ingresó al Seminario Mayor en 1915. Por su excelente disposición académica fue enviado a continuar estudios superiores en el Colegio Pío Latino Americano de la ciudad de Roma, donde obtuvo el doctorado en derecho canónico el 13 de junio de 1921, además de haber completado cursos de filosofía en la Academia de Santo Tomás.

 

Fue ordenado sacerdote el 4 de octubre de 1921 y un año después fue nombrado coadjutor de la Parroquia de Cartago e impartió clases de religión en el Colegio San Luis Gonzaga.

El 21 de septiembre de 1923 fue designado párroco de San Ignacio de Acosta y dos años después Vicario General Oficial de la Curia Metropolitana. En de abril de 1938 fue  consagrado Obispo de Alajuela y en 1940 se le nombró  segundo Arzobispo de Costa Rica.

En 1952, a los 53 años de edad y después de 12 de ejercer el arzobispado, murió en San José, de un ataque cardíaco.

Sus restos mortales fueron trasladados a Oreamuno de Cartago y reposan en el interior de una Capilla. En 1959 la Asamblea Legislativa le otorgó el título de Benemérito de la Patria. Sanabria dejó atrás el período más brillante de la historia de la iglesia costarricense, y ha sido considerado como la figura más relevante de la Costa Rica del siglo XX.

Como pastor propició la llegada al país de los Franciscanos, los Franciscanos Conventuales, los Capuchinos (Iglesia Las Animas), los Carmelitas Descalzos (Barrio Cuba); se inició el contrato con los Claretianos; se fortaleció la presencia los Padres Salesianos, los Hermanos de La Salle que abrieron el Colegio La Salle; llegaron además algunas comunidades religiosas femeninas, para fortalecer la presencia de la Iglesia en la atención a los pobres, los enfermos y la educación católica

SENSIBILIDAD SOCIAL

Inspirado en las encíclicas papales Rerum Novarum, de León XIII y la Quadragésimo Anno, de Pío XI,  el prelado mantuvo una sensibilidad social profunda y en el gobierno de Rafael Ángel Calderón Guardia (1940-1944), intentó llevar a la práctica una serie de leyes sociales como la promulgación de las Garantías Sociales, el Código del Trabajo y el Seguro Social.

Para Sanabria, «la iglesia puede y debe ayudar a que una obra de tan nobles inspiraciones no fracase por falta de cooperación de todos los que debemos y podemos darla», según uno de sus biógrafos, Ricardo Blanco Segura.

Bajo su episcopado se fundaron asociaciones religiosas marcadas por el compromiso social, entre ellas Acción Católica, Juventud Obrero Católica (JOC), Asociación Pro Familia y Educación, Federación Estudiantil Católica, Oficina de Defensa de la Fe, Radio FIDES y la Casa de Ejercicios Espirituales (San Carlos Borromeo).

Para el teólogo, investigador y filósofo Enrique Dussel, «La historia centroamericana ha quedado marcada por la vida y obra de dos grandes arzobispos. El primero de ellos, Mons. Sanabria, Arzobispo de San José, a finales de los años cuarenta, no dudó en apoyar las luchas sociales de la clase obrera costarricense llegando al extremo de trabajar en conjunto y abiertamente con el partido comunista. Más recientemente, otro arzobispo ha interrumpido novedosamente, Mons. Oscar A. Romero, Arzobispo de San Salvador».

HISTORIADOR

Sanabria desarrolló además una importante obra de investigación histórica, sobre todo en el campo de la eclesial y escribió libros de gran utilidad para la comprensión del quehacer de la iglesia durante el siglo XIX. En ellos demostró un talento extraordinario y una capacidad de trabajo inagotable. Entre sus obras más relevantes están, Datos Cronológicos para la Historia Eclesiástica de Costa Rica (1779-1808); Últimos años de la Orden Franciscana en Costa Rica; Estudio sobre los muertos de la Campaña Nacional (1856-1857); Anselmo Llorente y La fuente. Primer Obispo de Costa Rica; Primera Vacante de la Diócesis de San José (1871-1880) ; Bernardo Augusto Thiel; Episcopologio de la Diócesis de Nicaragua y Costa Rica; Documenta Histórica Beatae Mariae Virginis Angelorum y Genealogías de Cartago hasta 1850.

Su aporte a la historia costarricense debe enmarcarse dentro de los cambios sociales y políticos de la década de los 40, entre ellos la apertura de la Universidad de Costa Rica, (26 de agosto de 1940), la creación de la Caja del Seguro Social el 1º de noviembre de 1941, la creación del Capítulo de las «Garantías Sociales» en la Constitución Política, el 2 de julio de 1941; la derogación de las leyes liberales de los años 1884-1886, el 30 de julio de 1942; y la promulgación del «Código de Trabajo», el 15 de setiembre de 1943.

Su mediación fue fundamental en el impulso de estas reformas en el gobierno de Calderón Guardia con la alianza de Manuel Mora, del Partido Comunista, para lograr los avances que conformaron la Costa Rica de la Segunda República. Esta última a finales de la década pasada empezó a desdibujarse con el impulso del discurso neoliberal en lo político, económico y lo social.

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