Stanley Gacek, de AFL-CIO: «Daremos gran batalla contra el TLC»

Asegura que Centroamérica tiene una enorme oportunidad geopolítica para que no se apruebe el tratado. Los agricultores serán parte de los grupos más sacrificados

Asegura que Centroamérica tiene una enorme oportunidad geopolítica para que no se apruebe el tratado.


Los agricultores serán parte de los grupos más sacrificados si se firma el TLC, según la organización sindical AFL-CIO.

Lejos del temor que la población siente sobre la posibilidad de que no se apruebe el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Centroamérica y Estados Unidos y que esto perjudique al país, «lo que se debe hacer es más bien no aprobarlo en cada parlamento del istmo y renegociar con la primera potencia del mundo».

 

Con esa contundencia opinó Stanley Gacek, responsable de las relaciones con las Américas y Canadá de la central sindical más grande de los Estados Unidos, la AFL-CIO.

En una entrevista exclusiva para el Semanario UNIVERSIDAD, el representante aseguró que este convenio traerá para América Latina una gran desigualdad social y financiera a corto y mediano plazo, por lo que no debe suscribirse el texto negociado.

Gacek ha sido uno de los asesores del presidente de Brasil, Ignacio Lula da Silva, y estima que si el TLC (CAFTA, por sus siglas en inglés) es aprobado, tendrá grandes dificultades para ser ratificado en el senado estadounidense.

ENEMIGOS DESDE AHORA

Los principales opositores en el congreso de EE.UU. son los demócratas, quienes cuestionan la violación de los derechos humanos y laborales en Guatemala, El Salvador y Honduras.

Pero la jugada ha sido, se podría decir, «maestra». Robert Zoellick, Embajador de Comercio de los Estados Unidos, se reunió esta semana en Costa Rica con el grupo de Cairos, en el cual comenzó una supuesta negociación para eliminar subsidios que otorga EE.UU. a sus agricultores por $261 millones diarios.

Esto era algo que no se esperaba y da una imagen de cierta flexilidad por parte de la administración del presidente George W. Bush, similar a la del equipo costarricense cuando excluyó de las negociaciones a importantes productos agrícolas.

Sobre el camino crucial que sigue el TLC y el complejo entramado que sobre él tejen los grupos oligárquicos, negociadores, civiles, político-financieros, sindicales y gubernamentales, Stanley Gacek fue prolífico en detalles.

¿Considera que los TLC causan un desplazamiento de mano de obra desde los Estados Unidos hacia el Tercer Mundo?

-Sí. Francamente hemos perdido muchos empleos, no veo gran posibilidad de recuperarlos, sino en la posibilidad de impulsar un sistema igual, justo. Nuestras propuestas son verdaderas y sinceras. En temas estratégicos nuestra posición está a favor de los intereses del desarrollo sostenible y la protección de la soberanía de los gobiernos centroamericanos.

Si no existe la posibilidad de mejorar la protección de las normas laborales en Centroamérica, el capital va a continuar explotando a la gente y buscando mercados de mano de obra barata. Ni siquiera estamos hablando de un salario mínimo internacional -supimos muy bien en los años 90 que esto no sería factible-.

El movimiento sindical internacional, y no solamente la Iglesia se está oponiendo a estas pretensiones, es una ventaja comparativa injusta obtenida por un país a través de una manipulación de su fuerza laboral y mediante el incumplimiento de las normas laborales básicas, como el derecho a la asociación y movilización, así como la normativa contra el trabajo infantil, empleo forzoso y prácticas discriminatorias de empleo.

Debido a la naturaleza de la industria en Centroamérica no deberíamos permitir tantos empleos, aún con un CAFTA. Esto no es la cuestión decisiva para nosotros, porque no estamos compitiendo con esta región en sectores como el café y el banano. Aquí no hay una competencia con los trabajadores de los Estados Unidos porque no los tenemos obreros en estos sectores. Sí existe esta coincidencia en lo que se refiere a vestido y confección. No obstante, a través de otras iniciativas de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe hay acceso con facilidades al mercado estadounidense.

Los gobiernos de Centroamérica y los sindicatos de AFL-CIO, así como también los dueños de la industria de confección deben preocuparse también sobre otras amenazas como la falta de respeto por las normas, especialmente en países como China. Este es un punto clave. Entonces, Estados Unidos y Centroamérica debemos uniformar un régimen que será mucho más positivo y acorde con las normas laborales de ambas partes.

Usted dice que hay que incluir una cláusula social pero al TLC no se le puede cambiar nada. Los temas que ustedes están objetando son los relativos al ambiente y laborales, también los de servicios. Ante ese panorama,  ¿dan por descartado esto y la lucha se inicia desde ya?

-Este es un gran problema. Uno de los principales obstáculos del CAFTA, es si habrá una vigilancia fuerte sobre estos temas en las asambleas nacionales y en los congresos. La ausencia de una cláusula laboral es un gran problema.

Para ser justo hay que decir que la posición del gobierno de los Estados Unidos es que debemos incluir en el CAFTA el modelo de una cláusula laboral de los acuerdos Chile-Estados Unidos o Estados Unidos-Singapur. Esto sería adecuado y suficiente. El problema es que hay solo un criterio de juicio, de revisión, en el modelo Chile-Singapur. Los países deben respetar su legislación laboral como sea y hay un gran falla con la aplicación, además de otras relacionadas con la legislación. Nos han dicho que las leyes en Centroamérica son perfectas, pero en la práctica constituyen una traba. Sin embargo, esto no es la verdad. También existen defectos en la legislación y en las medidas legales.

Hasta ahora no ha habido ningún progreso en el capítulo laboral, pero si hubiera un cumplimiento con este  modelo estadounidense también sería insuficiente para un incumplimiento de las normas laborales básicas reconocidas por la OIT.

No sé si esa cláusula se negoció con Chile y Singapur, antes o después de aprobado el tratado. El asunto es que después del convenio con Chile, en 2000, se estableció el Trade Act (Ley de Comercio que sirve de marco para negociar los TLC) que dice que para todos los tratados siguientes, una vez que se haya negociado, no se puede añadir nada. Entonces, no podemos insertar en este momento una cláusula social. ¿Qué hacer?

-Esa es la verdad sobre el Trade Promotional Authority (TPA), constituye una camisa de fuerza en la cual el congreso de los Estados Unidos está preso junto a la propuesta regional. En el TPA hay un mandato que pide que las cuestiones laborales y sociales deben ser objetos fundamentales de negociación. Para nosotros, debido al hecho de que los criterios de revisión son tan débiles, solamente el cumplimiento de la ley provocaría una baja en los pisos básicos de la legislación.

Usted decía una premisa al inicio y es que Bush está presionando a la administración porque tiene tiempo hasta junio máximo para que esto se apruebe en Centroamérica y luego se mande al senado de EE.UU., porque después vienen las elecciones en Estados Unidos …

– Sí, es mucho más difícil.

Suponiendo que los republicanos hagan un trabajo muy eficiente, y que el proyecto sea enviado antes de junio, ¿se aprobaría este en el senado? Sí, no, ¿por qué?

-Bueno, sin alguna duda los sectores progresistas, democráticos en los Estados Unidos, junto con los de otros países de Centroamérica, tenemos que apoyarnos bastante. Hay varios puntos en la coyuntura: el hecho de que estamos viviendo una campaña electoral en los Estados Unidos en las cuales las cuestiones del comercio y los empleos, así como los estándares laborales y sociales van a pesar más en un debate, el hecho de que hay bastante inquietud por parte del bloque demócrata en el congreso.

Creo que será un gran debate, una gran pelea. No podemos quedarnos muy perezosos en nuestra posición y pensar que hay mucha resistencia. Pero tampoco creo que haya una onda absolutamente inevitable de aprobación para el propósito de CAFTA, aunque sea conveniente para el gobierno de Bush en este año electoral.

Un experto mexicano, Alberto Arroyo, quien vino a dar una charla muy documentada con cifras oficiales de su gobierno de todo lo que había pasado en México con el NAFTA y recomendó que no se aprobara el ALCA; recalcó que no pasaría ninguna catástrofe si no se aprueba. Pero, por otra parte, algunos expertos costarricenses que han estudiado en el extranjero  dicen que ya que nos metimos en este «compromiso», y no nos podemos salir porque se daría el «Efecto Baldwin», una desviación comercial como sanción política y bloqueo de inversión extranjera.

-Es muy difícil hallar una alternativa a la posición nacional y del Gran Capital, además del sector multinacinal sobre sus inversiones en el futuro. Pero ojalá haya una posición mucho más iluminada y educada, incluso una más lucrativa porque realmente es un contrasentido decir que no vamos a invertir más, que no vamos a multiplicar nuestra riqueza porque algunos países centroamericanos no aceptan una propuesta de libre comercio, tan unilateral de Estados Unidos. Esto sería muy valioso para la posición del propio capital.

¿Piensa que es mejor negociar a nivel multilateral, eso es lo que algunos teóricos del comercio internacional opinan, no firmar este tratado e irse a negociar en bloque, estratégicamente, junto con otros países pobres, ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) para negociar en una postura más fuerte ante las naciones ricas?

– Considero que las estrategias de alianza se están dando para constituir bloques más fuertes, especialmente el gobierno brasileño en un liderazgo ejemplar ejercido en Cancún.

Además, ya hemos enviado cartas a tres centrales en Brasil, de la CUT –la fuerza sindical–, de la CGT, felicitando al gobierno de Brasil por su posición y convocando el llamado a unirse al Grupo de los 22, para que haya un balance más justo y equilibrado.

Pensamos en aquellas agrupaciones que tengan sede en la OMC o en ALCA y otros bloques importantes. Sin embargo, también creemos que el Sur –incluso el gobierno de Brasil, con el cual he tenido mucha discusión–, directamente con el Ministerio de Relaciones Exteriores sobre eso, que Brasil es de los países que debe protagonizar su propia posición sobre la cláusula social, para que haya realmente una mejoría en todos los países, no como una palanca proteccionista, sino para mejorar y cumplir las condiciones laborales. Los mercados tienen que ver con el comercio y tenemos que estar muy atentos al gran peligro de regímenes más represivos que se aprovechan de las normas laborales para obtener una ventaja comparativa injusta en la competencia internacional.

No debe ser un protagonismo de Robert Zoellick y de Estados Unidos.

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