Los antecedentes de la mina Bellavista, en Miramar de Puntarenas, son una advertencia de lo que podría ocurrir en Crucitas, advierten ambientalistas.
“Lo ridículo de todo esto es que pregonan tecnología de punta que no es capaz de evitar los daños ni la contaminación cuando la naturaleza se rebela”, advirtió Sonia Torres Arguedas, dirigente del Comité Ambiental de Miramar-Ceus del Golfo, al referirse al colapso que en esa comunidad sufrió en octubre del 2007 la mina Bellavista.
Este proyecto minero de la empresa canadiense Glencairn Gold Corp. fue promovido como una obra que usaría las tecnologías más modernas, sin márgenes para que los riesgos ambientales le hicieran mella alguna.
Tanto la dirigente Torres Arguedas como el geólogo Allan Astorga Gattgens y el abogado ambientalista Álvaro Sagot Rodríguez, coinciden en que lo sucedido con esta mina en Miramar tiene altas probabilidades de repetirse en Crucitas, con la de la empresa Industrias Infinito.
“En Miramar anunciaron que tenían geomembranas especiales, capaces de superar los movimientos sísmicos de gran magnitud, y en pleno movimiento del cerro se negó –por parte de la Comisión Nacional de Emergencias, de la Dirección de Geología y Minas, y todos- lo que era lógico: la ruptura de las geomembranas y el paso del agua con cianuro a las aguas subterráneas”, indicó Torres al recordar lo acontecido en este proyecto, cuando en octubre del 2007 las fuertes lluvias desestabilizaron los terrenos de la mina y generaron derrumbes que dañaron instalaciones y equipos, y pusieron en evidencia las vulnerabilidad de las tecnologías empleadas.
Si se aplicara el dicho de que por la víspera se saca el día, el temor de quienes como Astorga, Sagot y Torres se oponen a la minería a cielo abierto, no deja de ser razonable en cuanto a que lo mismo podría ocurrir en el proyecto de Crucitas, ubicado en una región lluviosa y de gran fragilidad ambiental.
Al respecto, Astorga Gattgens –exdirector de la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (SETENA) y experto en evaluación de impactos ambientales- dijo que la historia de la mina Bellavista podría repetirse en el proyecto de Industrias Infinito, ya que en Miramar “la alta fragilidad del lugar le cobró al proyecto su ubicación y se dieron los deslizamientos”.
Según el geólogo, “en el caso de Crucitas pasa exactamente lo mismo; es un proyecto de muy alto riesgo, ubicado en una zona de muy alta fragilidad. Entonces, ahí cualquier cosa puede detonar un peligro de amenaza natural, como un sismo o un huracán”.
El abogado ambientalista Álvaro Sagot Rodríguez se sumó a estas preocupaciones y detalló que la misma regente ambiental de Infinito, admitió que esa empresa canadiense no tiene experiencia de trabajos mineros en climas tropicales como el costarricense y por lo tanto, lo pasado en Miramar podría repetirse en Crucitas.
Ante un eventual desastre ambiental en la mina en Crucitas, Sagot no descarta que ya en Nicaragua estén preparando posible demandas.
CERO MONITOREOS
Mientras tanto, al comentar sobre el pronunciamiento de la Sala IV que avaló el proyecto de Industrias Infinito, Sonia Torres criticó “la necedad y falta de inteligencia de la Sala, al creer que a través de una comisión mixta de monitoreo y control ambiental se pueda garantizar el seguimiento y fiscalización de todas las fases del proyecto minero”.
La dirigente puntualizó que en Miramar “esa comisión nunca reportó los problemas de deslizamientos previos al colapso de la mina y posiblemente se enteraron del cierre cuando la empresa lo anunció por Internet, lo que da idea de la deficiente gestión de monitoreo de la minería en Costa Rica”.
Al establecer semejanzas entre un proyecto y otro, precisó que la mina Bellavista funcionó con un Plan de Gestión Ambiental homologado como Estudio de Impacto Ambiental, y en Crucitas “pretenden operar con un EIA incompleto, porque se aprobó contemplando solo la saprolita y no la roca dura”.
También rememoró que la Sala IV le dio el mismo trato a ambos, ya que declaró parcialmente con lugar recursos de amparo y así dejó vivos los proyectos, para que pudieran seguir adelante.
Torres cuestionó las promesas de no contaminar que hacen las empresas mineras como la Bellavista, dado que estas no permiten la fiscalización de la comunidad y ellas mismas pagan los análisis con los cuales después dicen que no hay contaminación o daños.
En una carta que le envió en mayo del 2008 al presidente Arias, la vecina de Miramar le reclamó: “La mina Bellavista colapsó y su gobierno sigue guardando silencio o actuando con timidez extrema. Han transcurrido nueve meses después del cierre, pero aún no tenemos un informe claro de las empresas ni de su gobierno sobre lo ocurrido en esa mina”.
¿La misma impunidad se verá si llegara a pasar lo mismo en Crucitas?, es la pregunta que surge ante lo expuesto por Torres.