Terremoto de Cinchona: Apenas empieza recuento de daños

Tras las primeras labores de evacuación de las personas aisladas en medio de los derrumbes y hundimientos de las laderas ocasionados por la sacudida

Al cierre de esta edición, cuatro días después del terremoto que hundió el pasado 8 de enero en el dolor y la angustia a miles de habitantes y cientos de turistas en las faldas al este del Volcán Poás, las autoridades apenas empezaban el recuento de las pérdidas en vidas humanas y materiales

Tras las primeras labores de evacuación de las personas aisladas en medio de los derrumbes y hundimientos de las laderas ocasionados por la sacudida de 6,2 grados Richter en esa zona agrícola y turística, ubicada a unos 40 km al norte de San José, las instituciones de socorro y el gobierno comenzaban a evaluar las pérdidas en infraestructura, carreteras y puentes dañados, torres y postes de conducción eléctrica y telefonía derribados, casas, escuelas, templos y empresas derruidas, lecherías paralizadas y, lo peor, el recuento de las pérdidas en vidas humanas.

El epicentro del terremoto se ubicó a 10 km. al este del Volcán Poás y a una escasa profundidad de seis km., que fue causa de los graves daños en el sector de Vara Blanca, Los Cartagos, Cinchona de Sarapiquí y otros caseríos, entre las provincias de Alajuela y Heredia. El balance provisional de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) daba cuenta de 18 muertos, más de 40 desaparecidos, 2.000 personas alojadas en albergues, 7.900 sin agua y luz en el área impactada, y averías serias en 16 acueductos, incluido el de Alajuela, donde 80.000 personas tenían problemas de suministro del líquido.

Gran parte de las personas damnificadas fueron evacuadas a albergues ubicados en San Miguel de Sarapiquí, al norte de Cinchona, una de las aldeas más golpeadas por el terremoto. Allí las autoridades judiciales improvisaron una morgue donde hacían el reconocimiento de los cadáveres antes de entregarlos a los familiares. También fueron habilitados albergues en plazas y escuelas de otras poblaciones aledañas al área afectada como Sabana Redonda, Fraijanes, Poasito de Alajuela y Jesús de Santa Bárbara de Heredia, entre otras.

El país se movilizó para socorrer a las víctimas del siniestro, cientos de voluntarios arriesgaron sus vidas en las labores de salvamento y rescate y decenas de instituciones oficiales y privadas se organizaron para recoger alimentos, ropa y otros suministros para los damnificados en una demostración de solidaridad y unidad frente a la adversidad. Centros de acopio para recolectar donativos se han habilitado por todo el país, así como cuentas bancarias para que los ciudadanos puedan hacer donativos y ayudar a aliviar la emergencia.

Esta muestra de fortaleza del país para afrontar la crisis contrastó con la evidencia, constatada una vez más, de que Costa Rica, pese a estar en una zona de intensa actividad sísmica y de recurrentes desastres naturales, no cuenta con una defensa civil preparada, ni con el equipo de transporte terrestre y aéreo necesario para el socorro de primera hora a víctimas incomunicadas por emergencias.

En  otro orden, tanto los medios informativos tradicionales como los sitios electrónicos en Internet pusieron en práctica tras el terremoto formas novedosas de informar en situaciones de crisis.

El sismo aconteció en el momento que los noticiarios estaban en el aire, lo que dio pie  para que estos mantuvieran “enganchada” a la audiencia por horas, con una trasmisión ininterrumpida en directo sobre lo que ocurría en distintas partes del país, no solo con los reportes de sus periodistas, sino también con los que mandaban los oyentes por teléfonos fijos o móviles y por Internet.

Asimismo, a la agilidad en la cobertura informativa contribuyeron a las llamadas “redes sociales” conectadas a Internet mediante sistemas como Facebook y Twitter, una especie de correo masivo, por el que miles de personas pudieron intercambiar información al instante sobre lo que estaba sucediendo, información que también reproducían medios de prensa electrónica y medios tradicionales.

La CNE consideró que las casas que quedaron en pie en la zona impactada por el terremoto debían ser evacuadas por razones de prevención, ya que el terreno es inestable y seguía temblando (cerca de 2.000 réplicas siguieron al sismo principal).

Sin embargo, muchas personas se negaron a abandonar sus casas, para buscar a familiares  desaparecidos o por temor a que les robaran sus pertenencias. En medio de la tragedia no faltó quién se dedicara al saqueo de las casas siniestradas, informó la policía que detuvo a varios ladrones con pertenencias robadas en los alrededores.

Una de las preocupaciones de las autoridades es restablecer a la mayor brevedad los servicios de agua, teléfono y electricidad, para reconstruir en lo posible la actividad económica del área afectada, donde la gente perdió sus fuentes de empleo principalmente en la producción de leche y negocios ligados al turismo.

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