XV Informe Estado de la Nación: Seiscientos mil costarricenses reciben menos del salario mínimo

La clase obrera costarricense ha pasado casi 20 años con prácticamente el mismo nivel de ingreso, mientras las clases altas y los medianos empresarios

Informe revela incremento en la desigualdad, aumento en la criminalidad y un estancamiento en los salarios de las clases más humildes.

La clase obrera costarricense ha pasado casi 20 años con prácticamente el mismo nivel de ingreso, mientras las clases altas y los medianos empresarios han duplicado sus entradas, a pesar inclusive de los periodos de contracción económica.

Este es uno de los hallazgos que contiene el XV informe del Estado de la Nación, que analiza los principales indicadores del país durante el 2008, y que este año realiza un análisis especial sobre la crisis económica.
El subdirector del programa Estado de la Nación, Jorge Vargas Cullell y la coordinadora de investigación, Leda Muñoz, expusieron a UNIVERSIDAD algunos de los puntos más relevantes de este informe.

CRISIS DIFERENTE

Para este informe, se elaboró una comparación entre las características de la crisis económica que golpeó al país a finales de la década de 1970 con la actual, que en ambos casos ha tenido causas externas, aunque en circunstancias muy distintas.
“La crisis anterior se dio con un endeudamiento exagerado y rapidísimo; aumentó casi 11 puntos del Producto Interno Bruto (PIB) en dos años. Pasamos de una deuda de $500 millones a una de $4000 en seis años”, comentó Vargas.
Para esta crisis, Vargas indicó que el país viene de una etapa de expansión económica entre 2006 y 2007, durante la cual mejoró la recaudación fiscal y eso permitió bajar los niveles de deuda.
“En 1981 nos cayó el Fondo Monetario Internacional encima y nos liquidó, nos cortaron el tubo. Con esta crisis mas bien hubo una baja en las tasas de interés internacionales, lo cual es un alivio para el servicio de la deuda externa; pero en aquel entonces cuando dijimos que no podíamos pagar, se cortó totalmente le flujo de recursos externos”, indicó Vargas.
Leda Muñoz añadió que hoy el portafolio de exportaciones del país es mas diverso y tiene más destinos que a inicios de los 80; pero con el peso del actual sector externo, es más fácil contagiarse de los vaivenes de la economía internacional.
“Una economía más abierta, con bajos aranceles, buenas reservas internacionales y demás condiciones que tenemos ahora, no hacen que esta crisis sea más fácil o más leve, porque hoy tenemos factores que a inicios de los 80 no teníamos”, afirmó Vargas.
Un ejemplo de esto es el impacto en las exportaciones, pues mientras hace 30 años los envíos al extranjero se estancaron, hoy la producción costarricense ha tenido una sensible caída en sus ventas al exterior.
Si bien los niveles de pobreza no han aumentado como sucedió en la crisis anterior, cuando alcanzó a casi la mitad de la población, el desempleo sí está cerca de lo que aconteció hace tres décadas, pues entonces fue de un 9%, mientras que el dato revelado recientemente por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) es de 7,8%.
En el análisis, se considera ventajoso que la crisis haya llegado tras una época de expansión económica, pero no se sabe hasta dónde podrían alcanzar los réditos de ese periodo en caso de que la crisis se prolongue.
Para Vargas hay una gran fragilidad en la economía costarricense, pues mientras hace un año el Gobierno ostentaba un superávit fiscal, hoy suplica a la Asamblea Legislativa le permita financiar los gastos corrientes con deuda.
El economista recordó que del mismo modo en que la crisis ha sido atribuida a factores externos, la “bonanza” de los años anteriores también es consecuencia de un contexto internacional favorable.
“Fue una fase de expansión de la economía costarricense, pero no fuimos ni los mejores ni los más rápidos. En América Latina todo mundo estaba montándose en esa ola, ahí no hay particular mérito, mas o menos a todo mundo le fue bien, hasta El Salvador  creció, después de que tenía 10 años de no hacerlo”, expresó Vargas.
“Pudimos habernos preparado mejor para la crisis”, afirmó Muñoz.
Para los analistas, no es correcta la idea que ha intentado proyectar el Gobierno en cuanto a que la crisis cayó de repente y es la causa de todos los males; pues hay factores que no se corrigieron, como la ausencia de una buena política de empleo, los efectos del régimen cambiario y la inflación.

¿BAJAR 6% LA POBREZA?

El informe destaca que la crisis sorprendió a Costa Rica con un estancamiento en los ingresos reales de las personas más pobres durante las últimas dos décadas, y una de cada tres personas ocupadas recibe menos paga que el salario mínimo de ley.
“Esto para un país que apostó a la apertura es un escándalo. Desde el punto de vista de la apuesta estratégica, eso es un problema y un gran error, porque no tenemos petróleo, ni diamantes, ni nada que a la gente le interese, entonces hay que invertir en la gente”, indicó Vargas.
En su criterio, esta cifra representa a más de 600.000 personas que no reciben el ingreso mínimo, lo que redunda en una fuerza de trabajo que no se capacita y carece de acceso a mejores oportunidades.
“Solo atendiendo eso, bajaría más de 6% la pobreza, y en vez de 18% estaríamos alrededor del 12%: con solo con pagarle a la gente el salario mínimo. ¿Cuál es la política social más efectiva entonces? Una política de empleo decente, pues no se trata de hacer caridad”, aseveró Muñoz.
En el informe se muestra cómo la economía costarricense ha pasado por “ciclos” de expansión y caída desde 1991; pero los salarios reales de los trabajadores obreros industriales, agrícolas, de servicios y pequeños propietarios, se mantienen prácticamente iguales (Ver gráfico).
“En la época de expansión previa a la crisis, los salarios no crecieron. En términos de porcentajes estamos parecido a hace una década, y para esa gente, esta fue una década perdida en términos del ingreso”, manifestó Vargas.
Según el investigador, muchas de estas personas que hoy son obreras, forman parte de aquella generación que en los 80 dejó el colegio y hoy necesitan de una política agresiva de reentrenamiento.
Además, en el contexto de la crisis, son precisamente estas personas quienes se encuentran en mayor riesgo de engrosar las filas de los pobres, sobre todo en el caso de los peones agrícolas, quienes perciben prácticamente el mismo ingreso que tenían en 1987.
“Ahora se ha pagado caro el desmantelamiento del aparato productivo. Este Gobierno anunció un plan alimentario que no lo pudo echar a andar, porque no encontró como; y esto requiere de cambios muy profundos”, dijo Vargas.
A esta situación le acompaña la creciente desigualdad, que en el 2008 tuvo una ligera disminución en el Coeficiente de Gini y se ubica en 0,421 (0 es una sociedad igualitaria y 1 la inequidad absoluta); pero a inicios de esta década el índice rondaba el 0,382; algo similar a lo que muestran los países europeos.
“Son 20 años de historia en que la economía se cuadruplicó de tamaño, las importaciones se multiplicaron por 8, la inversión externa se multiplicó por 8, y el ingreso per cápita subió al doble. Entonces no hay justificación para esto”, afirmó Vargas.

 


Aumentan pobreza y desempleo

La semana anterior el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) presentó los resultados de la última Encuesta de Hogares con los últimos datos de desempleo y pobreza.
La cifra oficial de pobreza ahora se ubica para este año en 18,5 %, luego de que en el 2007 fuera de 17,7% y en el 2006 de 16,7 %; mientras que el desempleo subió de 4,9% en 2008 a un 7,8 % en 2009..
El aumento en la pobreza se vio impulsado por el incremento en la cantidad de personas que viven en “pobreza extrema”, el cual pasó de 3,5 a 4,5 % para este año.
Esto significa que de las 4.318.115 personas que viven en Costa Rica 935.440 son consideradas como pobres; y de ellas 222.616 viven en la pobreza extrema.
Para dicho cálculo se construye una “línea de pobreza” en la que se contemplan todos los gastos básicos mensuales para una persona; la cual para este año fue fijada en ¢73.482 por persona ($128) en las zonas urbanas, y ¢57.762 colones ($100) en las zonas rurales.
La zona central del país, en donde se ubica la capital y las principales ciudades del país, es la que reporta una menor incidencia de la pobreza con un 15,3%; mientras que en las regiones costeras oscila entre el 20% y 30%.
En cuanto al trabajo, para este año se estimó una fuerza de trabajo total de 2.121.451 personas, de las cuales 1.955.507 están ocupadas y 165.944 no tienen empleo.
El comercio y las actividades no calificadas son las que ocupan a casi el 40% de los trabajadores costarricenses, mientras que las empresas privadas dan trabajo al 84,4% de los ocupados.
La Encuesta de Hogares se aplicó durante el mes de julio de este año a 15.242
viviendas en todo el país.


 

Desigualdad generó mayor violencia social


Junto al aumento en la desigualdad de los últimos años, los niveles de violencia y criminalidad en el país también se incrementaron, en gran medida relacionados con el “resentimiento” que genera el enriquecimiento de algunos grupos sociales, frente al deterioro de las condiciones de vida de otros.
Las tasas de delitos contra la vida y de homicidas muestran un alarmante repunte desde el año 2006, “avanzando” en dos años, lo que tardó en aumentar durante más de una década.
En el caso de los homicidios, en 1993 la tasa rondaba las 5 muertes por cada 100.000 habitantes, y fue en aumento progresivo hasta llegar a las 8 muertes para el año 2007; mientras que del 2007 al 2008 los homicidios dieron un fuerte incremento y están por encima de las 11 muertes por cada 100.000.
Quienes más sufren de los ataques del hampa son las personas de clase alta (45%) mientras que los menos afectados son los obreros agrícolas, quienes a su vez son los que menos denuncian los delitos ante las autoridades.
“Hay una reducción importante en la cantidad de denuncias, y esto muestra que la población no tiene mucha confianza en lo que puedan hacer las autoridades. Los que más denuncian son los de la clase alta, y lo hacen mayoritariamente por el robo de vehículos”, comentó Leda Muñoz.
El XV informe del Estado de la Nación, también muestra como a pesar de que la inversión social se ha incrementado significativamente, aún no se recupera en el gasto social por habitante.
“Esto quiere decir que se invierte menos en cada individuo en educación, salud y demás factores, respecto de lo que se gastaba a finales de 1970. No ha se ha podido compensar el crecimiento de la población”, indicó Muñoz.


 

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