Con Slavoj Zizek: «Los modelos populistas han perdido auge»

El filósofo, cuyo protagonismo en los medios llevó a que lo acusaran de «filósofo stand up», acaba de publicar un nuevo libro en español, Acontecimiento.

El filósofo, cuyo protagonismo en los medios llevó a que lo acusaran de «filósofo stand up», acaba de publicar un nuevo libro en español, Acontecimiento. Le preocupa la civilización actual, a la que considera egotista, hedonista, inconsistente y autodestructiva.

Slavoj Žižek (Liubliana, 1949) es uno de los exponentes más importantes de la filosofía actual. Su lucidez reflexiva tiene que ver con una capacidad crítica para des-ocultar lo que está en juego en los acontecimientos políticos, sociales, económicos, culturales, ambientales que desafían el presente y futuro de la existencia humana. Y su reflexión se inspira tanto en Lacan, Hegel y Marx como en el cine actual, la cultura popular, la música, la literatura y el arte. También es uno de los escritores más prolíficos de la actualidad. Es director del Instituto Birkbeck para las Humanidades del Birkbeck College (Universidad de Londres) e investigador principal en el Instituto de Sociología de la Universidad de Liubliana, Eslovenia. Entre sus obras destacan: ¡Goza tu síntoma!, El sublime objeto de la ideologíaEl espinoso sujeto, y Órganos sin cuerpo. Con motivo de la aparición de la traducción castellana de su libro Acontecimiento en el catálogo de la editorial Sexto Piso conversó telefónicamente desde Liubliana.

IZQUIERDISMO FÁCIL.

Es indudable la fama y presencia que Ud. tiene tanto en los medios académicos como en Internet. No es algo habitual para un filósofo. ¿Qué piensa al respecto?

Creo que es algo muy ambiguo. Por un lado, trato de usar mi relativa fama, limitada a los círculos académicos, para hacer que la gente sea consciente de la situación en la que nos encontramos. Es evidente que no ofrezco respuestas fáciles. Se dice que un buen teórico ayuda a pensar y ver las cosas claramente. Por el contrario, a mí me gusta complicar las cosas, demostrar cómo pueden ser más complejas. Si mi fama relativa significa que la gente escuche mi mensaje, que no hay respuestas fáciles; que vivimos en una difícil, peligrosa y compleja situación, que es necesario pensar, entonces está bien. Sin embargo, estoy consciente que mi discurso tiene otra dimensión, cuando dicen que soy un sujeto chistoso, que sugiere leer sus propios libros, que no le tomen muy en serio y cosas así. Incluso alguien en Estados Unidos ha dicho que soy algo así como una diversión, alguna vez me llamó filósofo stand up en el mismo sentido que comediante stand up. Pero creo que es el riesgo que debo correr. Es ambiguo y es bueno tener fama si con ello algunas personas, más que escucharme, sienten curiosidad (intriga) por lo que digo, sienten necesidad de pensar. Si es así, me parece bien. Pero, por otro lado, la fama me la sacudo porque vivo una vida extremadamente aislada.

Mucha gente piensa que habla de cosas fáciles, cuando en realidad usted piensa las cosas de forma compleja. ¿No es así?

Sí, también hay gente que me considera  —yo lo hago—  como un tipo de izquierda radical. Sin embargo, también critico todo el tiempo los modelos izquierdistas fáciles. Por ejemplo: cuestiono qué significa, en estos últimos años, la reacción de la izquierda en relación con lo que sucede. Por un lado, predomina el viejo estado benefactor social demócrata de izquierda neokeynesiana, el de Stiglitz, Krugman, ahora Thomas Piketty y otros más. Sinceramente los admiro; pienso que están haciendo un gran trabajo. Sin embargo su solución en el largo plazo no va a funcionar. Los tiempos del estado benefactor socialdemócrata ya pasaron. El régimen social demócrata funciona en estado-naciones mucho más fuertes en donde los flujos de capitales no son internacionales. En el momento en el que se tiene un mercado global el estado benefactor ya no puede establecer políticas proteccionistas. Por otro lado, el régimen comunista tampoco funciona. Es obvio, los comunistas estalinistas que aún tienen poder hoy en día, si ignoramos fenómenos excéntricos como Corea del Norte, son los más brutales gestores del capitalismo. ¿Puedes imaginar un mejor país para un capitalismo despiadado que China? Porque los chinos tienen pánico de que pueda organizarse un movimiento de resistencia de sindicatos. Casi irónicamente uno puede decir, en estos días de China, que una de las principales funciones del partido comunista en el poder es controlar a la clase trabajadora, prevenir que los trabajadores se organicen en sindicatos, que presenten demandas colectivas, etcétera.

Luego existe otro mito de la nueva izquierda. Algo como ‘el ejército Zapatista’ en México: democracia local, no enfrentar directamente el poder del estado, permitir la autoorganización; creo que es un fenómeno bueno y empático. Pero no considero que sea la respuesta. Pienso que los problemas que tenemos actualmente como el calentamiento global, la crisis ecológica global, propiedad intelectual, crisis financiera mundial, no pueden ser resueltos por estos sistemas. Es un hecho que se sigue hablando de los zapatistas, de que son muy ‘queridos’; sin embargo, no representan un peligro real, se les acepta como una voz moral que clama justicia. Esta no es la alternativa. Por esto soy crítico y escéptico acerca de dónde se encuentra la izquierda hoy en día.

De la misma forma veo que en Latinoamérica  —en este caso no me refiero a México sino más bien a Venezuela, a Argentina— los modelos populistas han perdido auge; tampoco fueron la solución. Algunos afirman que Europa está terminada, que hay que ver hacia Latinoamérica.

POR PURO ACCIDENTE.

Vamos a enfocarnos en su libro Acontecimiento. Es imposible hablar del concepto de «acontecimiento» sin hablar de Heidegger, el primer filósofo que habló sobre él (el concepto de Ereignis); han seguido este camino Deleuze, Derrida. Sin embargo, el gran filósofo del «acontecimiento» es Alain Badiou. ¿Qué representa Lacan para usted en esta ruta de pensamiento?

Primero, digo varias cosas en mi libro con relación a este tema filosófico, porque he reunido varias nociones más o menos predominantes. En realidad mi postura es muy cercana a Alain Badiou: de hecho cuando hablo de acontecimiento me refiero al de Badiou. Puedo decir que es algo nuevo, que aparece casi como un milagro, es contingente y nadie lo espera. Pero una vez que está aquí se convierte en universal en el sentido de que cambia tu vida, le da un giro radical. El ejemplo más bello es el de Badiou en su libro Elogio del amor: amor como acontecimiento. Pongámoslo de esta manera: vas caminando por la calle, te resbalas por equivocación, te llevan a urgencias en donde una enfermera te cuida, te enamoras de ella y si esto se convierte en un amor verdadero cambia la vida. Esto es lo que me fascina: algo pasa por puro accidente y tu vida cambia por completo. Y sostengo que el acontecimiento es algo siempre así, incluso en los grandes sucesos políticos. Mira la Revolución de Octubre, nadie la esperaba. Sabemos que meses antes en Suiza, Lenin dijo en un discurso a la juventud socialista: “tal vez ustedes o sus hijos serán los afortunados de ver la revolución socialista”, y sucedió unos meses después, pero con toda una serie de paradojas, tragedias, etcétera. En Egipto, por ejemplo la Primavera Árabe, nadie la esperaba, se dio y todo cambió de alguna forma.

Segundo, también hay otro tipo de acontecimientos que traté de abarcar de una forma condensada. En especial, el psicoanálisis lacaniano es de mucha utilidad, pues a partir de la tríada real-simbólico-imaginario puedo mencionar otros. Digamos, el trauma. ¿Qué significa? Algo sucede que destruye tu universo de significado y entonces el problema es cómo reconstruir tu vida. Este trauma es acontecimiento. También tenemos un acontecimiento en el sentido de un nuevo mundo; quiero decir, vivimos una situación confusa y alguien nos propone un relato, y sucede de repente que las cosas se aclaran. Este sería el acontecimiento simbólico. Y tenemos uno más cercano a Deleuze, el acontecimiento imaginario como el maravilloso de la poesía haiku o el zen: algo pasa, algo muy pequeño, totalmente superficial, casi inexistente, y lo transforma todo. El punto no es abarcar una sola definición del acontecimiento sino recorrer o transitar todas las posibles variaciones. También aquí, aunque desafortunadamente de forma muy breve, traté el acontecimiento heideggeriano, que es el centro de su pensamiento. ¿Cuál es para Heidegger el acontecimiento verdadero? No es una cosa que sucede en el mundo, sino la llegada de una nueva comprensión ontológica de la realidad. Por ejemplo, cómo aparece el universo para nosotros, cómo lo experimentamos, cuál es su significado para la vida. La comprensión más general de la realidad cambia, como dice Heidegger; en la era moderna el acontecimiento es la subjetividad, en el sentido de Descartes. Nos introducimos a una comprensión totalmente diferente de la realidad con respecto a la anterior época medieval, y así sucesivamente. Ahí tenemos el acontecimiento. Por supuesto, tenemos dentro de la ciencia de hoy más y más acontecimientos: el campo completo de la física cuántica o por lo menos la cosmología cuántica, que se enfocan en acontecimientos como el sentido del big bang, la explosión inicial, los hoyos negros, entre otros más.

O el darwinismo, la microbiología molecular.

Exacto, es a lo que me refiero. Hubo un problema con mi libro publicado en inglés inicialmente por Penguin: estaba un poco largo y me insistieron que lo cortara. Así, desafortunadamente, no pude cubrir este material pues mi primera opción habría sido precisamente lo que acabas de mencionar. Te digo una cosa: en biología moderna a quien aprecio mucho es al chileno Francisco Varela. Lo admiro mucho y, aunque ya murió, fue el gran filósofo del acontecimiento biológico. Realmente tengo pesar por no haber podido cubrir esto tampoco.

Usted emplea tres formas diferentes para referirse al Acontecimiento; permítame citar una directamente de su libro: «Acontecimiento es un punto de inflexión radical, que es, en su auténtica dimensión, invisible». ¿Podría explicar para los no filósofos esta definición?

El acontecimiento es invisible porque no lo vemos. Desde el punto de vista de Heidegger o incluso de Badiou, no es lo que vemos sino el cambio en el horizonte, en la forma en que vemos las cosas. Como en la bella película de Lars Von Trier, Melancolía, el gran planeta o asteroide iba a golpear a nuestra tierra y todos nosotros íbamos a desaparecer; este es también otro tipo de acontecimiento. Pero básicamente el acontecimiento es cuando las cosas inexplicablemente cambian. La gente dice que es extraño porque si se miran las cosas parecen iguales, pero aparecen con una luz diferente. De alguna forma todo parece diferente aunque no podemos decir exactamente por qué o cómo se ven diferentes. Este es el acontecimiento más sutil. Insisto: es invisible no porque sea un poder místico oculto, sino porque no es lo que se ve, es la modalidad de tu ver, tu mirada. Ves las cosas de diferente manera. Encuentro esto en diferentes niveles, incluso en el budismo. Como los budistas radicales te podrían decir sobre la iluminación budista, como acontecimiento, no implica que algo cambia en la realidad sino lo que cambia es la forma en que uno se relaciona con la realidad.

LO CONOCIDO DESCONOCIDO

Otra definición de la que usted habla en la tercera ‘parada’ del libro: «el verdadero Acontecimiento es el Acontecimiento de la subjetividad misma, por muy ilusorio que sea». Aquí arremete abiertamente en contra de la moda actual: el budismo y la neurofilosofía. ¿Es así?

Sí, estás en lo correcto. Debo decir que le tengo un gran respeto al budismo porque es, definitivamente, uno de los tres principales logros en el pensamiento. Lo podemos o no llamar filosofía, según el pensamiento radical en la humanidad entera. Sin embargo (y lo traté de mencionar en el libro) existe en él un vacío ético, un límite en el sentido de que los budistas tratan de demostrar cómo sus mensajes  —de compasión, contra el sufrimiento, cómo liberar a la gente de su sufrimiento—  son neutrales. Mas todo budista honesto, como Daisetsu Teitaro Suzuki, el gran divulgador, admite que la meditación budista es un cierto tipo de ‘técnica para’ lograr algo. Y como Suzuki lo dijo, puedes ser un comunista, fascista, marxista, no importa, ya que existe cierta neutralidad ética, que creo es terrorífica. Por ello digo que el budismo de alguna forma está incompleto. De la misma forma que no puede desarrollar una teoría positiva de reflexividad, lo único que puede hacer es recitar el mantra de que no existe la substancia en el sujeto, que es simplemente una ilusión, y cosas por el estilo. Y este es el punto crítico en cuestión, aunque todo sea una ilusión en realidad nos experimentamos a nosotros mismos como agentes responsables de nuestros actos. Esto no puede ser simplemente explicado como budismo. O, por otro lado, como el cognitivismo científico sostiene que no existe libre albedrío; que la libertad es pura ilusión percibida por uno mismo. ¡Nada de esto! Y afirmo tajante: existe una irreductible dimensión subjetiva.

En su libro afirma lo siguiente: «Lo conocido desconocido es el tema privilegiado de la filosofía: forma el horizonte trascendental, o el marco, de nuestra experiencia de la realidad».

Es mi referencia a Donald Rumsfeld. Después me enteré de que Errol Morris le hizo un documental con este título: The Unknown Known(2013), que se puede traducir como «Lo desconocido conocido». En cierto sentido es acontecimiento lo que no conocemos, que desconocemos. Creo que no es simplemente desconocido, es algo que conocemos pero que no sabemos que lo conocemos. El punto es el siguiente: no es suficiente distinguir entre lo que sabemos y lo que no sabemos. Hay pensamiento que sabe lo que no sabe. Por ejemplo, yo sé que tú estás en determinada ciudad, pero no sé en qué parte de la ciudad. Entonces sé que no sé esto. También hay cosas que incluso no sabemos que no sabemos porque son tan ajenas, fuera de nuestra comprensión que no sabemos acerca de ellas. Y el caso más interesante para mí son las cosas que sabemos, pero que no sabemos que sabemos. Y esto es quizá, según Lacan, la mejor definición de lo que Freud llamó Unbewusstsein, inconsciente. El inconsciente es para Lacan, y también para Freud, no irracional sino racional, lógico y paradójico. Empero es un cierto conocimiento discursivo articulado, conocimiento desconocido para nosotros mismos.

Usted es uno de los expertos sobre Lacan en el mundo. ¿Con su libro Acontecimiento piensa seguir divulgando sus ideas?

Sí, eso espero. Sin embargo, debo advertirte que mi verdadero y fundamental interés no es el psicoanalítico, sino el filosófico. Nunca he sido un psicoanalista practicante, ni tampoco político comunista de izquierda. Creo totalmente en la importancia de la filosofía, su tiempo está llegando ahora. Porque con los nuevos desarrollos tecnológicos, lo que se puede hacer ahora con la biogenética y demás, las coordenadas básicas de lo que significa ser humano están cambiando. Ahora existe la posibilidad de cambiar a través de intervenciones biogenéticas, no solamente nuestro cuerpo sino también nuestras disposiciones psicológicas. Ahora que podemos conectar directamente nuestro cerebro a las computadoras, ¿qué es lo que significa todavía ser humano libre? Hay algo raro que está pasando y esto nos obligará a todos a que, en donde quiera que nos encontremos, tengamos una reflexión filosófica. Toma por ejemplo el debate sobre el aborto. Realmente es algo que concierne a todos; aunque no estés consciente de ello, tiene una dimensión filosófica. Porque debes alguna manera esclarecer qué es ser viviente, si es en el momento de la concepción entre el óvulo y el espermatozoide o lo que sea. Qué significa ser humano, tener alma, ser libres o no, etcétera.

Creo que con todos esos desarrollos científicos y de otros tipos estamos entrando en una nueva era en la que cosas impensables serán posibles y todas las formas de sabiduría tradicional ya no nos podrán ayudar. Todos nosotros de alguna manera tendremos que ser un filósofo. En este sentido veo un gran futuro para la filosofía. Sin embargo, no estoy diciendo que la filosofía proporcionará respuestas, en todo caso nos enseñará a ser capaces de descubrir las verdaderas preguntas. Debemos darnos cuenta de este hecho. Creo que vivimos hoy en una tremenda revolución en el sentido de que las cosas están cambiando económica, social y psicológicamente, hasta en lo más profundo del ser humano. ¿Qué significa ser libre? ¿Somos libres? Por ejemplo, algunas ciencias cognitivas afirman que no somos libres, que el ser humano es tan sólo una especie de mecanismo neuronal, y cuando decidimos algo libremente en realidad nos percatamos de que es el proceso neuronal el que toma lugar en nuestro cerebro. Las cosas son muy complejas. Estamos perplejos, no podemos confiar en la sabiduría tradicional.

¿Esto significa que la filosofía en este momento necesitará hablar del Acontecimiento como el problema del mundo?

No como problema del mundo sino que, insisto, el acontecimiento es un concepto filosófico interesante; no es evidente qué significa en sí. Hay varias definiciones diferentes y mi punto no es reducirlas a una, ni decir solamente esto es un acontecimiento. La meta de mi pequeño libro es únicamente dar a mis lectores una idea general de todas las diferentes e, incluso, incompatibles dimensiones del acontecimiento. Desde la más radical, como por ejemplo si eres cristiano, sobre la creación del mundo, o si eres un científico, el big bang o una gran catástrofe. Desde estos mega acontecimientos, los grandes acontecimientos filosóficos, hasta el nivel más superficial (para algunas personas el acontecimiento es un nuevo best-séller, o alguna fotografía de un escándalo o lo que sea), no estoy simplemente preguntando lo que es un acontecimiento. La pregunta que estoy haciendo es: qué nos significa; todos los posibles, diferentes, significados cuando hablamos acerca de un acontecimiento. Qué damos a entender cuando decimos que este es un acontecimiento.

Lo importante es poder ubicar al acontecimiento en un lugar y momento determinado, por ejemplo el aborto y los problemas de la neurociencia.

Estoy de acuerdo contigo, pero de nuevo los problemas inmediatamente surgen: ¿por qué tenemos que aceptar el hecho de que la verdad última del ser humano es solamente accesible a la neurobiología y que todos los demás discursos —teológico, filosófico, psicológico— son solamente ilusiones, cuentos y cosas así? No estoy negando la gran importancia y valor de la neurobiología, solamente me pregunto: ¿es la única y exclusiva?, ¿es el último y único medio para alcanzar la verdad? Porque esto es lo que varios neurobiólogos afirman: “nosotros somos la verdadera ciencia del ser humano”. Todo lo demás, psicología, metafísica, arte, son imaginaciones. Pueden ser inteligentes, efectivos, pero no son la verdad. Insisto: las cosas son más complejas aquí.

En su libro hace una diferencia entre dos tipos de aproximaciones filosóficas: trascendental/ontológica y ontológica/óntica. ¿Esto tiene que ver con lo anterior?

Sí, un poco, sí, sí. Lo que para mí está en juego en estas dos aproximaciones, ontológico/óntico (neurobiología) y ontológico/trascendental (metafísica), es simplemente una suposición sobre la existencia de algo más allá, una realidad; el universo parte de lo que nosotros somos y, sin la cognición, tratamos de entender la realidad. Este es un ingenuo acercamiento ontológico. Pero la filosofía moderna, desde Kant hasta Heidegger, se mueve en un sentido diferente: no nos aproximamos a la realidad desde ninguna parte, entendemos la realidad de una cierta manera. Siempre vivimos dentro de un determinado mundo en el cual entendemos la realidad de un modo particular. Este es el tema propio de la filosofía. Ahora bien, pienso que podemos movernos más allá de estas dos posturas, y no creo que una pueda ser reducida a la otra. Quiero complicar las cosas para bosquejar una diferencia.

En su libro solamente propone a Platón-Descartes-Hegel como acontecimientos filosóficos. ¿Por qué no Heidegger, Nietzsche, Wittgenstein?

Mi criterio al respecto es el siguiente: paradójicamente, cada uno de estos tres filósofos define una etapa sólo que de manera negativa. Michel Foucault dijo que la historia entera de la filosofía occidental es la historia de los críticos de Platón. Los filósofos que vienen después definen su postura siendo críticos del filósofo de la Academia; Aristóteles, sus críticos, los estoicos, hasta los neoplatónicos le dan un giro más místico. De esta manera, precisamente, al ser un objeto universal de crítica, Platón define y determina el campo completo. Creo que lo mismo sucede con Descartes; toda la filosofía moderna consiste de diferentes críticos de Descartes: Spinoza lo critica, Kant, etc. Y lo mismo sucede con Hegel. El sentido de toda la filosofía de los siglos XIX y XX se define por su oposición a Hegel. Lo que intenté fue precisamente rescatar a estos tres filósofos para leerlos de manera diferente.

CINE

En su libro hay 17 referencias de películas. Más allá de ser un referente cultural urbano actual, ¿qué representa el cine para usted?

Debo decir que es más complicado que eso. Desafortunadamente, la mayor parte del tiempo no puedo hacer un análisis cinematográfico pormenorizado, solamente utilizo rudimentariamente el cine como una serie de ejemplos para ilustrar un punto teórico o un punto de crítica ideológica. Espero ir más allá y hacer más, como lo que escribí de Hitchcock, Kieslowski, Tarkowsky; ahí sí hice un análisis detallado que significa encontrar la dimensión espiritual, la idea y demás, en la forma misma. Lo que me fascina en el cine es la definición de la gran cinematografía: la película cuenta una historia, pero la forma en que la historia es contada está generalmente en cierta tensión con la historia explícita y puedes tener un mensaje totalmente diferente de la forma en que la película fue filmada. Por ejemplo, la que considero que es una pieza maestra de la cinematografía americana, Short Cuts de Robert Altman: es una especie de crítica pseudoizquierdista de la alienación de la clase media en Los Ángeles, de la desesperación en la vida. La estructura de la película, la idea de diez líneas paralelas y múltiples encuentros contingentes, casi deleuzeana, da lugar a la idea de que hay una tensión entre forma y contenido. 

¿Qué viene después de su libro Acontecimiento? 

Mmm, hay varias cosas. Yo escribo mucho. Hay un libro, en alemán, acerca de Hegel; otro más corto, de tema político, que se llama Travel in Paradise, sobre la crisis actual del capitalismo global, que hace referencia a una maravillosa película de Ernst Lubisch Travel in Paradise (1932), una de mis favoritas. Hay otros dos libros, uno de ellos saldrá en Inglaterra, y estoy escribiendo otro más de filosofía sobre el concepto de la negatividad. Soy un workaholic, trabajo todo el tiempo, para no tener contacto con estudiantes. 

¿De dónde saca tiempo para escribir tanto?

Ya dije soy un workaholic, pero también son un investigador de tiempo completo. Ni siquiera tengo una oficina aquí en Luibliana. Hago lo que quiero hacer. Me preguntarás por qué me paga la Universidad, porque publico mucho y por cada publicación extranjera se obtienen puntos, más dinero del Estado. Pero no doy cursos, no estoy bromeando. En los últimos diez años no creo haber estado ni siquiera un día en la Universidad a la que estoy adscrito.

¿Ha pensado en escribir una novela?

Sí, es un sueño secreto. Quiero escribir una del estilo Umberto Eco, medieval, pero una novela policial sobre la desintegración del comunismo; y lo expondría de la misma forma en que algunas novelas se refieren a la Iglesia Católica o sobre cosas similares, mitad política y mitad detectivesca. Pero debo decir, llanamente: he descubierto que no soy lo suficientemente bueno para ello. Mis sueños secretos son dos: escribir una buena novela de detectives y poner en escena una ópera clásica. Es decir, montarla de manera muy diferente. Por ejemplo, ParsifalTristán de Wagner o alguna otra. Mi amigo francés Alain Badiou y yo somos fanáticos wagnerianos. Yo escribí un libro corto con mi amigo sobre Wagner, y ahora él escribió otro. Quiero estar en contacto con Teatros de Ópera quizá para intentarlo, pero no sólo porque no sabría cómo lidiar con los cantantes sino, también, porque conceptualmente quiero realizar algo de Wagner en una ópera grande.

¿Cuál sería el título de su novela, si la escribiera?

Simplemente no confío en mí. Pienso que es muy difícil escribir una verdadera novela de detectives. Por ejemplo, la que me gusta ahorita es de Irlanda, de una nueva escritora llamada Tana French; su novela The Likeness es excelente. Es mi último descubrimiento.

Para terminar, ¿cuál es el futuro de la filosofía en un mundo egotista, hedonístico y normalizador?

Tiene una gran tarea porque este mundo egotista, hedonista y normalizador nunca funciona. Siempre es destructivo en sí. Como Lacan dice, invirtiendo la cita del gran Dostoievsky:  “donde Dios no existe, todo está prohibido”. Vivimos en un mundo aparentemente permisivo, en lo sexual o en lo que tú quieras; todo mundo te insta a divertirte, pasarla bien, etcétera. Pero existe sobre nuestras vidas un control como nunca había existido; vivimos sometidos a la disciplina todo el tiempo, con hombres impotentes y mujeres frígidas, y así. Con todo esto quiero decir que tendremos siempre suficiente trabajo precisamente porque, reafirmo, este tipo de civilización egotista y hedonista es inconsistente y autodestructiva.

(El Universal, México/GDA. Traducción de Dora-Lety López Calzada y Juan Pablo Rendón González)

El país Cultural

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