Filosofía en el litoral de los siglos

Roberto Fragomeno, director de la Escuela de Filosofía.Los filósofos Roberto Fragomeno, director de la Escuela de Filosofía, Alexánder Jiménez, director del Doctorado de Sociedad

Roberto Fragomeno, director de la Escuela de Filosofía.

Los filósofos Roberto Fragomeno, director de la Escuela de Filosofía, Alexánder Jiménez, director del Doctorado de Sociedad y Cultura, y Jorge Jiménez, profesor y ganador el año pasado del premio nacional de novela por su inquietante obra +Soy el enano de la mano larga larga, los tres de la Universidad de Costa Rica, analizan en esta conversación acuciantes temas de actualidad.

Manuel Bermúdez: Quisiera empezar por cómo analizan las últimas dos décadas que han dado mucho qué reflexionar acerca de la sociedad, sus cambios y los de los individuos en ellas, en términos como globalización, postmodernidad, pero también los cambios en Latinoamérica.

Fue una época que se ha percibido con bastante pesimismo.

Roberto Fragomeno: Yo quisiera pensar que no sería muy bueno hacer una lista de lo que estuvo bien y lo que estuvo mal en estas últimas dos décadas, porque me parece en el carácter general que el pesimismo se dio porque mucha gente creyó, equivocadamente, que con la caída del muro de Berlín se daría una suerte de aldea global, de democracia global con flujos de comunicación globales… Nosotros nunca creímos en eso, nunca creímos que con la caída del bloque comunista y constitución de un mundo unipolar se iba a parecer a “la paz perpetua” de Kant. Hablando con los colegas de la Escuela de Filosofía, con los que más hemos conversado de eso, coincidimos en que más bien la constitución de un mundo unipolar se llegó a un discurso único, un pensamiento único, un sistema de vigilancia y castigo más poderoso que el anterior. Podemos señalar como positivo que en algunos países de Latinoamérica hubo intento de despegarse de eso, en Bolivia, en Ecuador, en Argentina un poco, en Brasil. Pero estas dos décadas fueron la constitución de un mundo unipolar que no fue mejor en cuanto a paz, justicia y progreso moral que el mundo bipolar del que veníamos.

Jorge Jiménez, profesor y ganador el año pasado del premio nacional de novela.

Jorge Jiménez: Sí, creo que ha habido una restricción de las libertades. A un nivel que creo que no nos damos cuenta, está el fenómeno macro, que Roberto lo señala muy bien. En la tecnología se ve con claridad. Es una tecnología de control donde el esclavo da su consentimiento y paga por ello. Los jóvenes viven ese sistema de una forma natural, entregar datos, exhibirse; no hay espacio para la privacidad, para llevar una vida diferente que no tenga que ver con la exhibición.

Me impresiona que la juventud está cada vez más expuesta. Cosas que para algunos pueden parecer intrascendentes pero creo que no, que se ha modelado y se está modelando algo distinto en la mentalidad de la gente.

MB: es algo que además parece irreversible.

JJ: Creo que desgraciadamente es así. Si les quitan a las personas esas tecnologías de comunicación se produciría una crisis planetaria.

MB: También está lo que ocurrió en el Medio Oriente, con las luchas políticas convocadas supuestamente o con gran participación de las redes sociales.

RF: No soy un gran estudioso de los temas políticos de Medio Oriente, pero todo apunta a que Occidente está atravesando una profunda crisis moral y esa decadencia se expresa en lo cínico del asunto. Se exporta la democracia occidental pero si ganan los que no queremos entonces se da un golpe de Estado, como en Egipto, porque ganaron los Hermanos Musulmanes. La caída, el descenso brutal del nivel de vida en el África subsahariana, mientras Europa no puede contener a la gente que va de África hacia Europa y mueren en el mar. Sin ser un estudioso, me parece que lo que pasa en Medio Oriente lo que refleja es la crisis moral de la sociedad occidental, la hipocresía, el cinismo. Se nos habla de “la primavera árabe” como movimiento democrático en Medio Oriente, pero cuando ganan los que Occidente no quiere, entonces fomentan un golpe de Estado, que es el caso de Egipto o Argelia. En el caso de Siria los rusos han dicho que son un actor y reclaman que se les tome en cuenta.

Creo que lo que está en juego es un control muy férreo de los recursos naturales, de los flujos migratorios, por parte de Occidente y todo lo demás me resulta falso. En cuanto las democracias quieren tomar control de sus propios recursos naturales, o quieren tener una voz en el escenario internacional y los flujos democráticos hacen que gane un grupo que no es del agrado de Occidente, entonces las potencias la boicotean. No puede ser optimista al respecto de eso.

Pero, por otro lado, ahora que Occidente tiene la mirada puesta en Medio Oriente y China, parece que se han aflojado un poco las presiones hacia los países de América Latina, con lo cual aparece Brasil queriendo jugar un papel más importante en la política internacional y en menor medida México. Pero en mi opinión, Occidente maneja un doble estándar en sus valores. Una cosa es cómo se autorregulan los mercados y los flujos políticos en el primer mundo y otra cosa es cómo esos flujos devienen hacia el tercer mundo. Y en algunos casos como en el uso de la tecnología, que señalaba Jorge, ni siquiera respetan a sus propios ciudadanos; Estados Unidos espía a sus propios ciudadanos, y a los gobiernos y ciudadanos de todo el mundo; Francia y Alemania hacen lo mismo. El ajuste estructural de la economía, también aterrizó en España, Portugal, Grecia, Italia e Irlanda, que se creían inmunes respecto de los flujos de capital.

LAS ÉLITES

Alexánder Jiménez: Quisiera aportar un asunto que puede parecer marginal a lo que señalan, pero que es un cambio de investigación posible al respecto, y es el tema de las élites en todos estos procesos. Tengo la impresión de que han ocurrido dos cosas: Primero, que esas recientes dos décadas terminaron con lo que podría llamarse la benevolencia de las élites. En la mayoría de los países hay una especie de desencanto profundo con las élites políticas y económicas. A diferencia de otras décadas en que la mayoría mostraba una confianza muy fuerte en ellas, o se percibía abandonada a su suerte, ahora se mira a esas élites como ajenas, no tienen que ver con el resto de la gente, representan sus propios intereses. Hay una clara sospecha de que sus proyectos nos son hostiles al resto de los ciudadanos. Eso es interesante de estudiar, además porque las élites han sido las grandes desconocidas en nuestras épocas. Tenemos muchísima información sobre las clases populares, las clases medias, pero muy poca información dura sobre las transacciones, las redes de esas élites. Eso es algo que está cambiando. Este periódico, por ejemplo, el Semanario UNIVERSIDAD, en la última década ha revelado cómo funcionan esas redes de las élites costarricenses. Para mí esto es una novedad.

MB: Bueno, ese sería uno de los aspectos favorables de este acelerado desarrollo en la tecnología de la información y comunicación.

Alexánder Jiménez, director del Doctorado de Sociedad y Cultura

AJ: Efectivamente, ese me parece un aspecto muy positivo. Es una potencialidad. A esto se le puede unir el aporte de los denunciantes como Assange, Snowden y Manning. Junto con eso tengo la impresión de que el sistema financiero y las redes bancarias aparecen como un proyecto siniestro de los llamados “banksters”, fusión de banquero y gángster. En muchos lugares del mundo aparecen como una cara visible de estos procesos que llevan adelante.

Durante mucho tiempo estábamos enfocando los análisis en otro lado, pero de pronto, el marxismo aparece como algo que nunca debió irse porque está muy claro que los gobiernos son solo una junta que administra los negocios de estas redes financieras.

MB: Ahora, la crisis del 2008 expuso a esos “banksters” y los riesgos que implican para el mismo sistema, eso fue hace ya cinco años, pero parece que ya se reacomodaron.

IGLESIA Y SECULARIZACIÓN

JJ: Lo que veo que ha pasado en un pueblo como donde yo vivo, que es en las afueras de Sarchí, con una población tan conservadora como la costarricense, los fenómenos de secularización son muy interesantes. La posibilidad que se ha dado de denunciar curas abusadores, pederastas o de destapar los grandes negocios de las iglesias, son parte de ese fenómeno complejo que vivimos. Hace poco salió una encuesta en este periódico (UNIVERSIDAD 2010) que la mayoría de costarricenses se oponían al estado laico. Sin embargo, la actitud frente a los jerarcas, frente a ciertos círculos de poder laicos o de la iglesia, es de denunciar, confrontar. Por ejemplo, en la historia del país no se había visto llevar curas, mucho menos expresidentes, a los estrados judiciales. Esto es muy importante porque es la posibilidad de cambiar patrones culturales significativos de estas autoridades o élites, como decía Alexánder.

MB: Con el nuevo Papa, parece que la iglesia local podría enfrentar un dilema, porque resultan más conservadores que el mismo Papa.

JJ: Y están agarrando apenas el humillo. Porque han salido con esto de que quieren reunir ovejas -por cierto esas imágenes ganaderas nunca me han hecho mucha gracia-, que no son nadie para juzgar, que son más tolerantes ante el divorcio y otras cosas, pero a la vez intervienen en política descaradamente, como hicieron hace pocos días en que sacaron un instructivo “para iluminar a los fieles”. Entonces, posiblemente asuman algunas posturas retóricas, pero esta iglesia costarricense está interesada en que esto se mantenga, están con una agenda dura, sin negociaciones. En cuanto a esta última intervención en la política, el Tribunal Supremo de Elecciones dice que la iglesia tiene derecho a expresarse al respecto, pero bueno, puede ser que tenga derecho a opinar en términos políticos en abstracto, pero cuando empieza a hablar de que se deben elegir diputados que tengan agenda católica, eso es una intromisión inaceptable.

LOS INTELECTUALES

MB: Ahora que hablábamos de élites, de opinión, de actores en un cambio social, pienso en ¿cuál es y ha sido el lugar de los intelectuales en estos procesos?

RF: Quiero señalar alguna dificultad que siento como intelectual y que percibo en el ambiente. Tenemos lo que planteaba Jorge respecto de la iglesia; tenemos claridad analítica; tenemos fortalezas epistemológicas, pero creo que estamos muy desconcertados cuando aterrizamos la idea de que el conservadurismo católico aunado con el neoliberalismo económico son populares. No se trata solo de los jerarcas vaticanos y locales interviniendo sobre las élites, sino que tenemos también que pensar que hay una derrota cultural, porque el conservadurismo católico hace sintagma con el neoliberalismo económico y eso se hace popular y ahí no sabemos qué hacer. Sabemos muy bien desentrañar las acciones de la iglesia, de sus jerarcas, sus discursos, sus intromisiones, analizar sus negocios, políticos, materiales y simbólicos, analizamos su semántica, como construyen la sintaxis del poder; pero cuando eso se traslada a personas comunes y corrientes, del pueblo, a la conciencia popular, los intelectuales no sabemos qué hacer, no sabemos decir qué pasó ahí.

JJ: Donde yo vivo ahora, que es un sector semirrural, Sarchí, es de constitución católica, el eje de la vida social es la iglesia. A la vez son neoliberales. Con un nivel cultural exiguo. Me llamó mucho la atención que la persona que me ayudó a construir la casa es el único ateo ingenuo que conozco.

AJ: Y por eso lo contrataste (RISAS).

JJ: He estado pensando crear en el pueblo un centro de cultura política, pasar cine, hacer algunas charlas sobre la necesidad de estado laico, de matrimonio igualitario, los derechos de las mujeres, etcétera.

AJ: Quiero aprovechar esto que dice Jorge para responder a la pregunta sobre los intelectuales y centrarme en la historia de los intelectuales costarricenses, que algo he estudiado de eso. Creo que hace un par de décadas se acabó para siempre -y por dicha- la idea del intelectual profeta y mesiánico que en Costa Rica tuvo muchísimo auge sobre todo en los años 1950-60-70, y que mucha gente añora, en particular cuando hablan de la historia de la Universidad de Costa Rica. Escritores, intelectuales, profesores que escribían para todo el país, que iban y venían de la Universidad al Gobierno, pues cumplían funciones académicas y funciones políticas y públicas casi al mismo tiempo y que se sentían en la obligación de darle líneas al país, cuando era una sociedad relativamente poco compleja y cuando efectivamente los intelectuales era escuchados y tomados en cuenta. Hoy también son escuchados y tomados en cuanto los intelectuales, pero se trata de otro grupo de intelectuales. Hoy los que hablan son los periodistas, los analistas internacionales, los que están sindicalizados y escriben para los periódicos. Pero pensando en el trabajo analítico, argumentativo e investigativo de los intelectuales académicos, me parece genial que ya no tengan ese lugar que antes tuvieron. Aunque hay algunos que quisieran seguir teniéndolo, hay gente en la Universidad que quisiera volver a ser Constantino Láscaris, Abelardo Bonilla, etcétera, y me parece bien que eso esté clausurado para siempre.

Hoy el trabajo intelectual académico pasa probablemente por proyectos analíticos más específicos, más focalizados, más comunitarios y más de acompañamiento y aprendizaje con las experiencias políticas comunitarias, de los movimientos sociales y de proyectos particulares. En ese sentido, probablemente el lugar de los intelectuales en una sociedad como la costarricense ha cambiado para bien. Luego tendríamos que discutir quién coloca a esos intelectuales que les hablan a los jóvenes y foros como TEDx, o estos invitados internacionales que llenan salas y auditorios. Pero en lo que compete a nosotros, como investigadores y como profesores de la Universidad, tengo la impresión de que entre menos carácter mesiánico mejor podrán hacer su trabajo.

JJ: Hay una especie de desacralización del intelectual. Pero están ligados a colectivos, por diversas causas sociales, donde creo que hacen un aporte mucho más importante que esa producción elitista de otras épocas. Cumplen una función distinta.

AJ: Claro, sigue habiendo intelectuales, aquí y en todo el mundo, que hablan como si estuvieran en el lugar de Dios, un lugar para siempre y para todos. Yo no estoy tan seguro de que un trabajo intelectual así sea legítimo, sea eficiente, deseable.

MB: Y ¿cómo se canalizan las propuestas de la intelectualidad costarricense en la actualidad?

JJ: Esto tiene distintos signos políticos. Hay distintos lugares de producción de discurso. Probablemente hay grupos de intelectuales ligados a grupos de poder, como medios de comunicación, que respaldan un discurso del poder bastante empobrecido, muy pragmático con una visión muy puntual. Probablemente a esos los ha golpeado esa desacralización del intelectual costarricense, son rebasados por los tecnócratas, por los sectores más duros de los partidos, que toman políticas concretas.

Pero existe otro sector de la intelectualidad, como algunos universitarios, investigadores serios, que están haciendo un trabajo muy importante que sí se traduce en los movimientos sociales.

He leído textos que se han publicado a partir de grupos que los acogen, los comentan y los distribuyen. Entonces ya no hablamos de un intelectual vedette, sino uno que está articulado socialmente.

AJ: Un signo interesante, por ejemplo en la Escuela de Filosofía, es que durante décadas lo usual era esperar el nuevo libro o artículo de los grandes filósofos, pero en los últimos años, en nuestra escuela hemos publicado pronunciamientos colectivos. Hemos empezado a retomar procesos de investigación colectivos. Eso es una forma de eludir ese vedettismo y esa forma de autocomprensión del filósofo como un individuo aislado que no tiene interlocutores. Todo es parte de ese proceso de recolocación de los intelectuales. Al mismo tiempo hay que reconocer que escuelas, como la de Biología de la UCR, se han comprometido con las luchas ambientales de una manera similar, haciendo pronunciamientos colectivos, yendo a pelear al campo, enfrentándose con el estado de derecho que es precario, frágil. Así me parece que hay otras escuelas y facultades que hacen cosas similares. Todo eso me resulta muy esperanzador.

Claro, es necesario articularse, pero no me asusta que haya habido ese giro en el posicionamiento de los intelectuales y en su fuerza y lugar en la sociedad.

RF: Yo no tengo una visión optimista como Alexánder. Porque sigo creyendo que la constitución de la subjetividad moral en Costa Rica está regida por un tipo de intelectual que es el cura. Ahí el intelectual universitario, siempre asociado al progresismo a la autonomía moral y de la conciencia laica, no tiene que cumplir una función pastoral, claro está, pero no consigue que esos valores perforen la conciencia moral de nuestro pueblo que ha sido constituida históricamente por los curas.

En cuestiones de autonomía de conciencia moral, los intelectuales tenemos que pensar más desde cierta derrota de esos valores. Sigo viendo una sociedad cuya conciencia moral se constituye en otra parte, no desde los tecnócratas, sino desde lo religioso, conservador, dogmático, cerrado. Ahora matizado por los pastores de las nuevas iglesias evangélicas, el pastor electrónico, pero siempre desde esa constitución religiosa de la subjetividad moral.

Si el intelectual universitario antes estaba asociado a causas como el humanismo desde la autonomía de la conciencia laica, por ejemplo, creo que ahí no progresamos mucho.

TIEMPOS DE CAMBIO

AJ: Bueno, quizás eso habría que discutirlo. He consultado investigaciones empíricas muy recientes, en las que hay un deterioro de esa capacidad del cura y de la iglesia para marcar, por decirlo así, los horizontes éticos de la gente. Tengo la impresión de que, en la vida cotidiana, la gente hace arreglos que escapan del alcance de esa intelectualidad eclesial. Sigue habiendo una especie de cascarón, de adhesión a la institución religiosa, pero luego cada quien, cuando tiene que arreglar sus asuntos afectivos, sexuales, económicos, no hace caso de esos reclamos que puedan venir de las autoridades de la iglesia.

MB: ¿Pero antes sí hacían caso?

AJ: Creo que antes había más coherencia entre la adhesión y la práctica cotidiana. Muchos jóvenes católicos, de los grupos pastorales juveniles y demás, cuando tiene que coger no hacen caso de los preceptos contra el condón y todo eso, cuando tiene que convivir no tiene ningún problema de conciencia.

Estoy hablando de investigaciones empíricas, de encuestas nacionales en las que se cruzan datos y la impresión es que hay un desgaste profundo de los alcances afectivos, éticos, de los mandatos de la iglesia.

RF: Si se traduce en un avance del proceso de secularización…

AJ: Creo que sí.

JJ: Concuerdo con Roberto en cuanto a que hay un discurso católico, cosmético, conservador en la población, pero hay un fenómeno de secularización.

AJ: Claro, es que todo esto tiene que ver con cambios estructurales, familiares, urbanos. El hecho de que ya una persona no trabaja o estudia donde vive, lo cual suponía cierto control muy básico, sino que la gente se desplaza mucho, crea una especie de anonimia, que es un signo de modernización de este país. Ese proceso va a acabar con esa estructura mental católica que en esencia es rural.

RF: ¿Cómo se explica entonces, que nuestra Facultad de Economía de la Universidad de Costa Rica, inicie cada año el curso con la presencia del obispo de San José? La Universidad no es rural y lo invitan los mismos profesores. Esto no ocurre en países de América Latina que estén en procesos de secularización, como Argentina, Chile, Uruguay.

JJ: Pero ocurre en España, que es secularizado. En Costa Rica siguen existiendo algunas de esas cosas, pero creo que cuando no estén dos o tres profesores en algunas de esas escuelas esas cosas se van a acabar.

RF: Pero además hay una crisis del mundo, a partir del 2008, que detuvo el proceso de secularización. Los momentos de crisis refuerzan la catolicidad o los proyectos de cristiandad asociados al catolicismo o a otra iglesia. En los momentos de temor, de desmantelamiento del estado benefactor, refuerzan los movimientos antiseculares.

Costa Rica tenía el mejor sistema telefónico y de electricidad de América Latina, hoy no puede reparar un puente; Costa Rica tenía el mejor sistema de salud de América Latina y hoy no puede parar una epidemia de dengue. Hoy el país expulsa el 54 por ciento de sus jóvenes de la educación secundaria. Esta racionalidad neoliberal solo se puede sostener se si detiene la secularización. Hay un reforzamiento de lo religioso ante esta ontología del presente que es, con todo respeto, decadente.

SIGNOS DE DECADENCIA

AJ: Sí. Efectivamente, ha aumentado el número de personas que se va del país porque ya no pueden cumplir sus proyectos de vida aquí; ha aumentado el número de gente que se muere por enfermedades por las que no deberían morirse en un país como este. En un hospital como el de Nicoya, la cantidad de personas que tiene citas para una cirugía, en promedio tardan varios años. Son signos de esa decadencia.

Si en una época de crisis la gente decide refugiarse personalmente en lo que le parezca,  nadie tiene por qué meterse con eso. Lo que sí no creo es que este proceso de secularización sea reversible. Aunque reconozco que, por ejemplo, el gobierno actual detuvo la marcha de logros jurídicos que venían siendo muy notables. Esta administración se ocupó de detener el tema de los derechos de las minorías sexuales, religiosas, el de la fecundación in vitro, etcétera. Eso tiene que ver con cierta recomposición eclesial y gubernamental, pero no creo que signifique que se detenga el proceso de secularización. No me imagino a este país decidiendo el tema de las guías sexuales dentro de diez años a partir de la voz de los obispos.

RF: Pero lo sorprendente es que lo haga ahora, que haya habido más de cinco mil recursos contra las guías. La judicialización de esto detuvo el proceso.

NUEVO ESTUDIANTADO

JJ: Pero la hace un nivel muy superestructural. Por ejemplo, yo he discutido como profesor de Seminarios de Realidad Nacional y antes tenía estudiantes con posturas muy cerradas, pero en los últimos cinco años tienen una actitud muy distinta, mucha más abierta y amplia.

RF: Perdoná que te interrumpa, pero creo que la composición del estudiantado de la Universidad de Costa Rica en los últimos 8 o 10 años ha cambiado. El 15 por ciento de los jóvenes en este país va a colegios privados, pero en la Universidad ellos son el 50 por ciento. La Universidad se ha elitizado. El examen de admisión está cumpliendo un rol de embudo, de filtro donde los sectores populares están cada vez menos representados en esta Universidad. Yo me alegro de que el estudiantado tenga una actitud más abierta, pero hay que pensar también qué ha pasado en la Universidad en los últimos 8 o 10 años.

La Universidad se ha despopularizado, ha habido un descenso del componente popular.

Tenemos un estudiantado que proviene mayoritariamente de las clases medias y medias altas, donde la tecnología efectivamente seculariza.

JJ: Pero también es cierto que esos mismos sectores son más abiertos ahora que hace 10 años.

AJ: Tengo la impresión de que hace 30 años cuando empecé a dar clases, en cada grupo había cuatro o cinco hijos de la alta burguesía costarricense, eso ya no ocurre. Es cierto que la mayoría de estudiantes universitarios provienen de colegios privados, pero no creo que sean de la alta burguesía costarricense, sino más bien de una clase media que se esfuerza y apuesta por esa educación.

Como decía Jorge, noto a estudiantes actuales muy distintos a los de hace apenas 10 años.

Me encanta que en la Universidad la gente pueda expresar libremente sus afectos y sus vínculos de cualquier tipo, eso me parece un cambio cultural notable. Pero también me parece bien que tengamos una precaución, porque la Universidad sigue siendo una cierta ficción social. A los pobres en Costa Rica, los sectores populares, les está yendo muy mal, en términos de las condiciones y la calidad de su trabajo, en términos de su acceso al trabajo, a la salud, a una vida medianamente digna.

Eso que la medida de los índices de pobreza en este país es bastante benigna, si fuéramos serios con esa medición el índice de pobreza en este país sería mucho mayor. Ese dato muestra la decadencia de la institucionalidad de este país. Vuelvo a las élites, tenemos unas élites rapiñeras.

MB: Pero ese proceso de deterioros tiene ya al menos tres décadas. ¿Cuál ha sido la postura de los intelectuales en ese tiempo?

AJ: Bueno, yo creo que hay algunos que hacen un trabajo analítico valioso que ya es una forma de hacer. Por otro lado, no estoy tan seguro de que la idea de la acción tenga que ser una cosa ciega de ir y secuestrar banqueros y torturarlos…

JJ: Ojalá (RISAS)

AJ: Historiadores, sociólogos, politólogos, filósofos, tienen tiempo intentando captar qué ha pasado y por qué, y ese es el trabajo esencial del intelectual. Obviamente hay también una dimensión de denuncia, de adhesión a movimientos y proyectos. Es que la función de los intelectuales hoy no consiste en decir qué es lo que hay que hacer.

RF: El intelectual no se define por la militancia, esa es una posibilidad pero no es una obligación. Ahora como operatividad social, creo que en la Universidad de Costa Rica hay un asunto que pensar y que trabajar fuerte y ahí sí los intelectuales podríamos hacer un aporte contundente y es en la cuestión educativa.

El cuarto Informe del Estado de la Educación dice claramente que algo estamos haciendo mal aquí, en la formación de educadores.

Se habla mucho de la globalización de la educación pero en la Universidad de Costa Rica la cosa educativa se maneja monárquicamente desde la Facultad de Educación. Eso debe cambiar y ahí los intelectuales de esta Universidad tenemos una responsabilidad y debemos hacer algo pronto. Ya no hay excusas de que no hay presupuesto, porque no es un tema de presupuesto, tampoco de que las universidades privadas gradúan más profesores que nosotros y que los de ellas son malos y los nuestros buenos, porque los nuestros tampoco son buenos.

Ese es un tema urgente, ahí los intelectuales tenemos una voz, no mesiánica, ni profética, pero sí tenemos una autoridad que nos han dado el estudio, la investigación, el trabajo propiamente dicho.

El sistema educativo de este país debe cambiar y empezando por la Universidad de Costa Rica, que no es un buen ejemplo en la formación de educadores.

MB: Bueno, tenemos en frente un Congreso Universitario…

CONGRESO UNIVERSITARIO

RF: Lo que pasa es que un Congreso Universitario por definición es constituyente, pero cuando en un Congreso Universitario las ponencias aprobadas en un plenario deben ser consideradas por el Consejo Universitario como pertinentes o no, este límite político es antidemocrático. Luego ese Consejo decide en cuánto tiempo va a reglamentarlas. Yo quisiera un Congreso Universitario constituyente.

JJ: La Universidad tiene pendientes una gran cantidad de reformas, pero no sé si van a poder avanzar en esas condiciones. Parece un poco absurdo, todo lo que implica la realización del Congreso Universitario para que quede a discreción del Consejo.

RF: Es una Universidad que se dice humanista, inspirada en el pensamiento de Rodrigo Facio, por citar uno, pero tiene al 60 por ciento de sus profesores interinos, que tiene constituida una aristocracia profesoral. ¿Tenemos o no tenemos un problema los intelectuales con nuestro propio lugar social?

AJ: Yo me pienso más como profesor que como intelectual. Estimo que el lugar de profesor es el máximo al que uno puede aspirar en una Universidad. Ahora que hablamos de las élites, me parece chocante que mucha de la gente que toma las decisiones importantes en esta Universidad durante décadas, no haya dado clases. Así durante muchas administraciones, no estoy pensando solo en esta, aunque también estoy pensando en esta. Hay algo perverso en que un grupito de gente que desde hace muchísimo tiempo dejó de investigar, de dar clases, de construir campos de investigación, sea el que toma las decisiones más importantes en una Universidad.

JJ: Hay una tendencia a querer transformar al universitario, al profesor e investigador, en un funcionario.

RF: Bueno, también es el precio que la Universidad debe pagar para autogobernarse. Hay que tener gente que se especialice en la cosa universitaria. A mí me parece que ese funcionario sea un colega. Pero resiento también eso que decía Alexánder que hay personas que están desde hace muchos años en esa cinta transportadora de cargos.

Me preocupa más la segmentación universitaria: una aristocracia profesoral y una enorme masa de interinos. El interinazgo es evasión patronal de la responsabilidad, tanto en el sector administrativo como docente. Me parece que ahí no estamos dando un buen ejemplo de justicia social.

Ayer me preguntaba un estudiante si el dinero del Banco Mundial vino con condicionamientos. Yo leí el convenio y me parece que no, pero es que el Banco Mundial no tiene que exigir la implementación de medidas neoliberales, porque ya están aquí y desde hace años. Y una de sus expresiones más injustas es el interinazgo docente, la otra es la venta de servicios con los sobresueldos que conlleva. Son cosas que me parecen difíciles de sostener en la conciencia ética de la Universidad.

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