América Latina podría ahorrar millones de dólares si utilizara los restos de las cosechas de palma, caña de azúcar y piña, en la producción de biogás y biodiesel.
Así lo indica un estudio realizado por especialistas de Cuba, Uruguay, Argentina, España y Costa Rica.
Debido a que América Central no tiene petróleo suficiente para cubrir sus necesidades energéticas, en el 2003 sus importaciones provocaron un déficit de más de $14.000 millones; este año la cifra podría aumentar, a causa del alza en los precios internacionales del barril.
La factura ambiental también aumentó a causa de la contaminación provocada por los gases que libera la combustión de hidrocarburos.
Ante este panorama, la Universidad Nacional, el Ministerio de Ciencia y Tecnología, el Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo, el Centro Nacional de Producción más Limpia y otras organizaciones, formularon una propuesta de obtención de combustibles a partir de desechos agrícolas.
El biodísel y el biogás son parte del proyecto y se utilizan en España, Argentina, Brasil y algunas regiones de Estados Unidos, mezclados con los derivados del petróleo. Los resultados prueban que estos productos son más baratos y menos contaminantes.
Asimismo, las tecnologías aplicadas para producirlos, pueden adaptarse al entorno latinoamericano.
Roberto Cunningham, director del Instituto Argentino de Petróleo y Gas, informó que Centroamérica es el lugar ideal para elaborar combustibles biomásicos, ya que hay tierras fértiles, factores climáticos favorables y gran cantidad de personas dispuestas a trabajar en la protección del ambiente.
Solo en Costa Rica se queman toneladas de residuos cada año, cuando acaban las cosechas de azúcar, piña y otros productos agrícolas. La iniciativa pretende fabricar biocarburantes a partir de la biomasa que conforman estos desechos, con el fin evitar la contaminación producida por las quemas, y aprovechar recursos de muy bajo costo para producir energía más limpia.
Cunningham aseguró que en nuestro país hay biomasa suficiente para satisfacer las necesidades energéticas del país, por lo que es factible la sustitución de los combustibles fósiles.
El proyecto pretende incorporar los biocombustibles paulatinamente, primero con el reemplazo del 10% del dísel y la gasolina.
Gregorio Antolín, del Centro Español de Automatización, Robótica y Tecnologías de Información y de Fabricación, destacó que además del ahorro en importaciones y los beneficios de la producción interna, esto implica un punto a favor de la región en torno al cumplimiento del Protocolo de Kioto, que estipula multas por el exceso de contaminación atmosférica.