PROINNOVA Universidad toma el reto de la innovación

Proteger el conocimiento es un proceso excepcional, que se realiza cuando las investigaciones universitarias tienen importancia para el sector productivo nacional. Luis Jiménez Silva

Proteger el conocimiento es un proceso excepcional, que se realiza cuando las investigaciones universitarias tienen importancia para el sector productivo nacional.


Luis Jiménez Silva es el actual director de PROINNOVA.

La antigua Unidad de Transferencia de Tecnología (UTT) cambió su nombre por Unidad de Gestión y Transferencia del Conocimiento para la Innovación (PROINNOVA-UCR), pero esta evolución es más que una nueva imagen, se trata de una especialización en protección del conocimiento.

Esta unidad se encargará de fomentar un mayor vínculo entre las investigaciones universitarias y las empresas nacionales con la intención de beneficiarse mutuamente y obtener recursos para reinvertir en la academia.

PROINNOVA está formada por profesionales en los diferentes campos de estudio de la universidad, quienes se encargan de encontrar las investigaciones que puedan resultar de provecho para potenciar el sector productivo nacional y proteger el conocimiento mediante diferentes mecanismos como las patentes, el secreto industrial o las marcas entre otros.

Sin embargo, debe quedar muy claro que la protección es la excepción, la mayoría del conocimiento generado en la institución es libre y solo una pequeña parte de la investigación, clave para el desarrollo empresarial, será protegida y transferida.

15 AÑOS DE INNOVACIÓN

La anterior Unidad de Transferencia de Tecnología se creó por resolución de la rectoría en 1990,  dijo a UNIVERSIDAD  el director de PROINNOVA Luis Jiménez Silva.

«Era un tema bastante avanzado a nuestro tiempo (…) pero no estaba dada la masa crítica o la cultura necesaria a la innovación como para impulsar este proceso», explicó.

Anteriormente la UTT tenía relación con todo tipo de transferencia de tecnología como la venta de servicios científico-tecnológicos. Pero, con el cambio de transferencia de tecnología a PROINNOVA, la universidad apuesta por especializarla en protección del conocimiento.

Esta unidad adquirió importancia porque el vínculo entre la universidad y el sector productivo tendrá ventajas más allá del dinero, por ejemplo, el intercambio entre la realidad productiva nacional y las experiencias de los investigadores, científicos y académicos redundará en investigaciones más acordes con el acontecer nacional e internacional.

El impulso final lo dio el actual Vicerrector de Investigación, Henning Jensen y la Rectora de la Universidad de Costa Rica (UCR), Yamileth González García, con la transformación y especialización de la unidad que se acordó mediante la resolución Nº R-1739-2005. Al mismo tiempo, se preocuparon porque el vínculo externo de la universidad no fuera dependiente de una sola unidad, que era lo que se quería con la UTT, sino de varias dependencias universitarias.

Ahora, PROINNOVA forma parte de un programa para la promoción y mejoramiento del vínculo externo en el que también están la Vicerrectoría de Acción Social, Fundevi, la Oficina de Asuntos Internacionales y la Oficina de Asuntos Financieros.

VINCULACIÓN, UNO DE LOS PILARES UNIVERSITARIOS

«La empresa utilizará la tecnología, investigada en la universidad, para generar un nuevo producto o mejorar alguno existente y le da a la universidad un porcentaje de los ingresos que reciban por la venta de ese producto como reconocimiento a los derechos patrimoniales de la universidad», explicó Jiménez.

La ventaja de este sistema es que los investigadores se vean obligados a estar cerca de la «frontera del conocimiento» para generar descubrimientos importantes y novedosos a nivel mundial, aprovechándose de que no se necesitan mayor inversión en investigación. Se trata de los proyectos que la universidad realiza normalmente y de los que se pueden obtener ingresos, sin que se distraiga la actividad académica.

«La idea es que nosotros seamos un puente especializado entre los resultados de la investigación y una innovación, que es cuando se pone el conocimiento científico en un nuevo producto, proceso o servicio que impacta al mercado», agregó el director de la unidad.

El trabajo empieza con la identificación de una investigación que tiene una potencialidad para innovar. Luego, se analizan simultáneamente las formas de protección de propiedad intelectual más oportunas.

La gestora de innovación Gabriela Arguedas, explicó que es importante que la persona designada como «Gestor de innovación» sea formada en un área específica -ciencias básicas, salud o ingenierías para entender necesidades y conocer cómo se mueve el sector productivo. Se pretenden que sean seis gestores de innovación en el futuro, uno correspondiente a cada área.

En este momento hay tres gestores. Luis Jiménez es el gestor en ciencias agroalimentarias y sociales, Gabriela Arguedas es la gestora del área de salud y artes y letras; Paola Gamboa es la gestora de ingeniería y ciencias básicas.

Además de esta labor, PROINNOVA busca fomentar el tema de la innovación en las otras universidades estatales y dentro de la UCR también se planea una capacitación a los académicos y los investigadores mediante un programa que se llama I al cubo.

NO PRIVATIZAR EL CONOCIMIENTO

El experto dijo que la transferencia se realiza de manera diferente en cada caso pero la protección por medio de la licencia, es una forma novedosa en la que se puede acelerar el proceso.

«Algunos podrían decir: ¿No es esto privatizar el conocimiento? En vez de darle el conocimiento a todos se le da a una o varias empresas. ¿Encierra esto un peligro? Yo diría que sí encierra un peligro, pero que tenemos políticas muy claras que están acordes a la misión de la universidad que nos orientan a la hora de tomar decisiones».

Lo que sucede es que si se da el conocimiento al público en general, por ejemplo publicando los resultados en una revista indexada internacionalmente, es muy probable que quienes aprovechen esos resultados sean los que tienen más posibilidades de invertir y más conocimiento al respecto, en otras palabras las empresas transnacionales.

Pero, si se publica después de que se haya protegido intelectualmente se podría evitar que empresas transnacionales utilicen el conocimiento sin reconocerle nada a la universidad y como una protección a la industria costarricense, que cumpla con los principios de acción social de la UCR, las ganancias se reinvierten en investigación o en compra de equipos y no en lucro.

La universidad no va a dar los derechos de manera exclusiva porque la empresa puede fallar. La idea es que con el contrato la empresa ayude a la sociedad. Por ejemplo, si hablamos de la producción de una semilla, la empresa debería, además de dar un porcentaje sobre las ventas, poner el producto a menor precio para pequeños y medianos agricultores.

Arguedas aseguró que «si el conocimiento es lo suficientemente importante se tendrán más herramientas y valor agregado para negociar».

Las empresas que se tomen en cuenta deben tener capacidad gerencial y de desarrollo del producto para llevar a cabo la innovación de forma rápida. Es por eso, que hay una estrategia específica dependiendo del caso y del producto.

Pero por otro lado, explica Jiménez, «un porcentaje de nuestro presupuesto puede dedicarse a transferencia que no genera ingresos pero que puede hacer la diferencia para grupos que están en desventaja, por ejemplo, grupos de mujeres en zonas rurales» concluyó el experto.

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