¿La educación en manos de todos?

La crisis actual de la transformación de la estructura universitaria, responde a una crisis que viene de lejos, desde Europa y Estados Unidos pasando

La crisis actual de la transformación de la estructura universitaria, responde a una crisis que viene de lejos, desde Europa y Estados Unidos pasando luego a América Latina y finalmente a América Central, en donde apenas podríamos decir que está entrando de manera subliminal, subterránea y sigilosa, lo que significa que no es evidente para la mayoría, sino solo para  algunos curiosos y para los promotores que trabajan consciente o inconscientemente en pro de la neocolonización mundial de las universidades.

Por lo general, las propuestas de reformas educativas no nacen al interior de las instituciones educativas, sino que más bien, vienen de los gobiernos de turno (o de más arriba). Cuando en Argentina, la ministra Susana Decibe daba su discurso, en él ya se veía el germen de la nueva visión educativa que se quería implantar:

“Educa la familia, educan los medios de comunicación, educan las personas en la vida cotidiana, educan los empresarios cuando muestran su responsabilidad social contribuyendo con los impuestos, educan los funcionarios cuando gestionan políticas públicas  con honestidad y eficiencia, educan los partidos políticos cuando ayudan a construir políticas de Estado, educan los pueblos cuando entierran sus armas y, además, educa la escuela” (Serra, 2003, 100).

No hay que ser ingenuos, hay que ver el trasfondo de la intencionalidad del discurso: “La educación es responsabilidad de todos”, lo que significa que “todos podemos educar”, y que no es un asunto exclusivo de la escuela.

“En estos breves extractos se ve que la Reforma pretende sostener a la escuela pública, pero no desde el histórico sentido donde lo público se correspondía a estatal/nacional, sino resignificando lo público desde un sentido más ligado al todos, a la sociedad, a la comunidad, a los sectores y organizaciones que en ella conviven” (Serra, 2003, 101).

Esta transmutación discursiva latente implica que ya no es la educación un asunto exclusivo del Estado. Repito: La educación es un asunto que le corresponde incluso a los no especialistas en educación, porque tal parece que ni siquiera existen tales “especialistas” (lo que se desprende de la sublimidad del discurso).

“En la tradición francesa, en la cual se inscribió nuestro sistema educativo, el Estado asumía la construcción del ciudadano directa y verticalmente. Es en la tradición sajona, propia de Estados más liberales, donde se espera que la sociedad, en sus movimientos de autoreconocimiento, ejerza sus derechos reclamando educación y respondiendo ella misma, organizadamente, a sus demandas” (Serra, 2003,102).

Por otro lado, aunque parezca que no hay ningún tipo de transformación, en lugar de hablar de “educación primaria” se ha de hablar de “Escuela”. En lugar de hablar de educación superior, se ha de hablar de “Universidad”. ¿Me explico?

La primera batalla se libra en el plano discursivo, cuando las voluntades imperantes, en este caso gubernamentales, se encargan primero de expandir el discurso subterráneo mediante sus aliados (medios de difusión y jerarcas de instituciones).

Ejemplo de batalla, llevada primeramente al plano discursivo, podemos mencionar el caso de la disputa  –en Argentina− acerca de la concepción de la “educación pública” :

“En el caso de la educación, los debates se complicaron cuando el Estado neoconservador, en continuidad con el Congreso Pedagógico Nacional, sancionó la Ley Federal de Educación, por la que consagró como ‘educación pública’ tanto a la educación estatal como a la privada. Por eso se hace necesario establecer, teórica y prácticamente, cuáles pueden ser consideradas las líneas divisorias entre lo público y lo privado” (Hiller, 2003, 92).

En efecto, se hace necesario definir bien, qué se ha de entender por educación pública, para poder entrar racionalmente en la discusión. Mas supongamos que hay una definición proveniente de la comunidad universitaria, y otra definición diferente que viene desde el gobierno. ¿A quién le importa en términos efectivos la definición universitaria si, en última instancia, se debate desde el lente gubernamental? He aquí una lucha de voluntades de poder, en donde la más de las veces, el más poderoso triunfa sin luchar.

 

 

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