Libro del escritor Carlos Morales: Un retorno a las palabras esenciales

Palabras que el tiempo se lleva ya está a la venta en las principales librerías del país.Baltasar Garzón, el juez español que fue capaz

Palabras que el tiempo se lleva ya está a la venta en las principales librerías del país.

Baltasar Garzón, el juez español que fue capaz de girar una orden internacional para detener al dictador Augusto Pinochet, ha destacado en diversos discursos la importancia de retornar a las palabras esenciales. Ese es el rumbo que sigue Palabras que el tiempo se lleva, del escritor Carlos Morales, libro que será presentado el próximo 12 de agosto en el Centro Cultural de México.

Morales (nacido en 1947) vuelve, con su pluma implacable, a tratar temas espinosos a partir de breves ensayos que arrastran un espíritu de aquel libro que don Pepe titulara “Palabras gastadas” y del que el autor se considera deudor.

Carlos Morales, periodista y escritor.

En un total de 22 miniensayos, Morales hace un recorrido por vocablos que han caído en desuso o que se les ha trastocado de manera artificial su significado; en ese ejercicio, va creando un retrato de la Costa Rica de hoy, que se debate entre tinieblas y en la que la polémica y la reflexión de los temas trascendentales del país cada vez son más escasos.

La rapidez que prima en los tiempos actuales –considera el también periodista– es un elemento clave para entender el por qué hay palabras y valores que se dejan de lado para dar paso a la “modernidad”.

“Una característica muy peculiar de los tiempos que vivimos o sufrimos es la velocidad con que se pulverizan los valores más sólidos, incluso las creencias, las ideologías, los principios, las teorías y, naturalmente, las palabras, que son las que dan origen y sentido a la realidad circundante”, comentó.

En su texto, sostiene que el lenguaje forma parte de esa “columna vertebral del mundo hispano”, en el que 600 millones de personas se comunican en el mismo idioma.

De ahí que en un contexto como el de la Costa Rica actual, el autor considere pertinente hacer un viaje a términos que otrora eran base y solidez de una sociedad, que paso a paso los ha ido olvidando o ha trastocado de manera brutal su significado.

En el libro se insiste sobre la trascendencia de las palabras porque –como afirmaba Garzón– “las palabras nunca son inocentes o cristalinas, constituyen una realidad compleja. Están sumergidas en un conjunto de relaciones que, si son guiadas por la mala fe o por una intención torcida, desvían su sentido y pervierten su significado”.

En esa línea argumental, devolverle a las palabras lo que Morales estima es su valor primario y trascendental, así se desarrolla el libro cuyos temas son tratados con profundidad, claridad, amenidad y humor, lo que hace que la lectura se realice con gozo y placer.

PROVOCACIÓN Y POLÉMICA

Como el volumen parte del ensayo como género, los asuntos tratados permanecen abiertos e invitan a la discusión, a la polémica y, en cierta medida, lanzan sus dardos desde las trincheras de la provocación, con el afán de que se genere alrededor del texto un análisis de qué tan certeras son las afirmaciones del autor.

De esta manera, Morales se mete con temas complejos, como la concepción de familia que se predica hoy –que va en contra de la familia tradicional pese, en su opinión, a ser base firme de la sociedad–, en detrimento de otras formas que se han gestado en las últimas décadas.

“La defensa que hicieron algunos grupos postmodernos de la nueva familia no convencional (padres separados, hijos independientes, matrimonio gay, unión libre, etc.) puso en declive el concepto de la familia tradicional, cuyos beneficios asentados en el aserto cretácico ‘la unión hace la fuerza’ había dado garantía de estabilidad y progreso en las centurias anteriores”.

El escritor no para ahí, sino que se adentra en el análisis de términos como “fidelidad y lealtad”, en cuyos cauces cualquiera podría enredarse dadas la similitud, la cercanía y, a la vez, las concepciones tan diferentes que encierran ambos vocablos.

En este apartado del libro, como en otros, Morales no teme quemarse con sus consideraciones; fiel a un estilo frontal, comprometido e, incluso, provocador “lanza la piedra al agua”, como aconsejaba Alfonso Reyes.

¿Se puede ser leal pero no fiel? ¿Sobrevive un matrimonio en el que el concepto de fidelidad fue roto, pero no el de lealtad? ¿Vale ser leal con el enemigo? ¿Es humana la fidelidad?

“¿Es infiel o desleal a su marido la esposa que, durante un largo viaje, sostiene un amorío pasajero con un recién conocido? No creo que sea desleal, tal vez infiel”. La fidelidad es más efímera si se la contrapone a la lealtad, asegura Morales.

En estos escabrosos temas ahonda Palabras que el tiempo se lleva, que a lo largo de 22 miniensayos desglosa una cosmovisión particular del escritor.

Para certificar ese afán escrutador del alma de las palabras en que se enfoca el libro, Morales pone en la balanza el término “maternidad” y afirma que ya viene en los genes de la niña, quien en sus primeros años muestra su inclinación “natural” a ser madre.

“Las fuerzas destructivas de la postmodernidad, amparadas en algo de cierto, han comenzado a desprestigiar el instinto maternal, atribuyéndole un matiz de domesticación, de esclavitud, según ellas provenientes del machismo en su afán de explotar el sexo opuesto”, agrega.

El libro, escrito con la pluma de escritor curtido en el periodismo, se lee con gusto por la claridad con que está escrito, comparta o no el lector los enfoques en que ahonda el autor.

Así se van desgranando conceptos como respeto, feminidad, cortesía-valentía, puntualidad, franqueza, coraje, coherencia, belleza-arte, política, pundonor, honor, vergüenza-cinismo, disciplina y dignidad, entre otros.

Más que apreciaciones y análisis individuales de cada concepto, al final Palabras que el tiempo se lleva es un retrato de la Costa Rica que Morales perfila y percibe. Fiel a la literatura de ideas inacabadas como es el ensayo, deja espacios para consentir o disentir, pero su lectura no dejará indiferente al lector.

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