¿Izquierda sin marxismo?

Si las luchas sociales más conspicuas  de los últimos 20 años en Costa Rica –dos de ellas entregadas al enemigo neoliberal por pseudodirigentes (la

Si las luchas sociales más conspicuas  de los últimos 20 años en Costa Rica –dos de ellas entregadas al enemigo neoliberal por pseudodirigentes (la huelga magisterial de 1995 y el Combo ICE en 2000) y la tercera, perdida casi por la misma razón (el referendo del TLC en 2007, que el pueblo, en amplia mayoría, había ganado en las calles a lo largo de cuatro años de difíciles jornadas ideológicas y de enfrentamientos políticos con los del SÍ; pero que a la vez en las dirigencias del NO surgieron adeptos al achicamiento del bote que se le hundía a Óscar Arias, quien desesperado corrió a decretar el referendo desde sus tiendas politiqueras)- no terminan de inyectar una buena dosis de optimismo a quienes sueñan con otro mundo posible, entonces el último en salir que apague la luz.

Al respecto nos ocupa el contenido de un párrafo del artículo “La izquierda en el futuro político de Costa Rica”, escrito por el colega Jerry Espinoza en el Semanario Universidad No.1954 (julio de 2012), que aunque propositivo, se enmarca dentro de la tradición ideológica y política de la izquierda nacional.

Dice Jerry, en el párrafo 5º. de su artículo, -en refutación del decreto de orfandad ideológica que el politólogo Constantino Urcuyo le receta a la izquierda costarricense en un artículo-, que para la gran mayoría de la izquierda tica la Unión Soviética y el marxismo-leninismo hace rato que no son su referente; que más bien su mirada se dirige al sur del continente.

Desbrocemos primero lo del “referente”. Si Espinoza considera que ni la URSS ni el marxismo-leninismo son referente para la izquierda nacional en el sentido de ignorar la experiencia histórica de ambos, como igual sería ignorar los aportes teóricos y prácticos del existencialismo europeo y del pragmatismo gringo, del positivismo comtiano y de la dialéctica hegeliana, de la comuna de París y de la Revolución francesa, del materialismo utópico y mecanicista francés del siglo XVIII y de la Ilustración en general, y así hasta topar con las cosmogonías originarias de nuestro continente, con el socialismo utópico de Platón en la antigua Grecia y con las filosofías materialistas de la China e India antiguas; entonces se equivoca y da crédito, una vez más, a las palabras que en comentario a un artículo mío en “Universidad” (“A Urcuyo le falta tino”) escribiera Jorge Vargas: “La que sí perdió por completo el tino después del pacto de Ochomogo fue la izquierda tica, puesto que no sabe distinguir entre un nazi y un demócrata” (www.semanariouniversidad.com, 27-8-12, 15:28).

Cosa distinta sería –razón incluida- si el “referente” invocado por Jerry se tratara de la aceptación acrítica y dogmática de la doctrina marxista-leninista y de su versión práctica vivida en la Unión Soviética y otros. Aquí el abandono de tan antimarxista proceder (negación de la esencia crítica del marxismo) supone la búsqueda de nuevos horizontes en el desarrollo de la doctrina y su ciencia, justificando así el enfoque de la mirada hacia el sur del continente, una vez realizado un profundo análisis sobre el estado ideológico de la izquierda nacional.

Aquí cabe preguntarse: ¿los avances sociopolíticos que hoy vemos en nuestro sur no corresponden o refieren a los ideales del socialismo científico (marxismo)? ¿O es que el socialismo del siglo XXI de la Revolución Bolivariana de Venezuela y del ALBA, teóricamente, es un descubrimiento del presidente Hugo Chávez? ¿O el otro cono sur posible compuesto por los gobiernos progresistas de Argentina, Brasil y Uruguay no apuntan a la utopía socialista llevada a la cumbre de la racionalidad científica por Marx, Engels, Lenin, Trotski, Mao Tsetung, Gramsci, J.C. Mariátegui, El Che Guevara y, en síntesis, por la miríada de teóricos y prácticos del marxismo alrededor del mundo?

Finalmente, el profesor Espinoza nos ilustra –en el mismo párrafo- acerca de la posibilidad de “construir un proyecto alternativo de izquierda y de socialismo democrático exitoso evitando la confrontación con los empresarios (al menos con un sector de ellos)”. Bueno, si los hermanos del sur latinindio han encontrado la fórmula política para construir cualquier proyecto alternativo de izquierda evadiendo la lucha de clases, y tras de eso democrático –como si la democracia fuese patrimonio exclusivo de la esclavitud griega y del capitalismo imperialista-, entonces estaríamos ante un nuevo descubrimiento, el cual no sólo superaría la ciencia marxista, sino que nos obligaría a revisar y replantear las teorías de la relatividad, de la física cuántica, de la gran explosión y de la evolución de las especies, Homo sapiens incluida.

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