Guillotinados por el sistema judicial

Maximile Roberspierre , el mismo que hombre que se declarara defensor de los derechos del hombre divulgados en Francia en 1791, fue la figura

Maximile Roberspierre , el mismo que hombre que se declarara defensor de los derechos del hombre divulgados en Francia en 1791, fue la figura que sembró el terror en una de las épocas más oscuras de esa nación.

El gran abogado de los pobres decidió que los únicos merecedores de conservar su vida eran aquellos que apoyaran la revolución; así logro hacer rodar las cabezas de Luis XVI y María Antonieta,  entre muchas otras.

Esa interpretación individualista, egoísta y extremista de la justicia fue la que lo llevó a su propia ruina cuando en el año 1794 murió de la misma forma que lo habían hecho sus peores enemigos, bajo la filosa hoja de la guillotina.

La nación francesa ha tenido grandes logros en lo que a materia de derechos y deberes se trata. La pena de muerte fue abolida en el año 1981; mas hasta el día de hoy la opinión pública de la nación gala está dividida sobre si se debe o no retomar esta práctica.

Un caso que reavivó en los últimos años la discusión sobre este tema es el de Patrick Henry, quien fuera condenado a cadena perpetua por el homicidio de un niño de 7 años en 1977.

En el año 2001 Henry obtuvo la libertad condicional por una revisión de su caso y en el año 2002 delinquió nuevamente al caer en España como traficante de hachís. Este caso permitió que la gran parte de la sociedad se cuestionara si realmente había sido correcta la decisión de condenarlo a una “cadena perpetua”.

El tema de la pena de muerte en Costa Rica es todo un tabú. Mientras la criminalidad aumenta a pasos acelerados, muchos ciudadanos se han empezado a preguntar si el derecho a la vida de un homicida es legítimo.

En el nivel mundial, Singapur es una de las naciones que ha sido declarada como un lugar muy seguro para habitar. Esta nación, que prácticamente nos iguala en cantidad de habitantes, es bastante diferente a Costa Rica en temas de seguridad. La tasa de homicidios es de 0,36 puntos por cada cien mil habitantes mientras que en Costa Rica es de 11 puntos (pasó de 6 a 11 puntos del año 2000 al 2009).En Singapur la pena de muerte es aplicada en casos de: homicidio, secuestro y tráfico de drogas entre otros (cabe aclarar que el masticar chicle NO es un delito, pero sí lo es cometer un acto vandálico con el chicle) y su tasa de criminalidad general es la mitad de la tasa actual en Costa Rica.

El control de la criminalidad en Singapur no se limita a la aplicación de la pena capital; durante los últimos años se ha realizado una reestructuración del cuerpo policial, con la que se ha logrado que los ciudadanos se involucren cada día más en temas de seguridad al mantener vías de comunicación abiertas (por medio de Facebook, Youtube y los canales televisivos de aire), y así se da aviso de criminales peligrosos para que la población ayude a su detención, se denuncian estafas  y se muestra a personas detenidas, para que los ciudadanos puedan identificarlos en caso de haber sido una de sus víctimas.

Para asegurar que su sistema judicial sea de calidad, en Singapur se ha tomado como norte la premisa que “el derecho y bien de la sociedad prima sobre el individual”,  para dar el castigo que ellos consideran  adecuado a quienes afectan al bien general de la población. Para garantizar al pueblo que las sentencias son dictadas por personas idóneas, se ha establecido como guía para la elección de un juez la valoración de su integridad, carácter y habilidad para utilizar el sentido común a la hora de dictar una sentencia. Gracias a esto se ha podido evitar los callejones legales que permiten a personas enjuiciadas huir de su castigo.

En Costa Rica vivimos bajo un sistema judicial dirigido por grandes idealistas, como lo son algunos de los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Las intenciones de estas respetables personas de llevarnos por el camino del respeto de los derechos humanos han derivado, desgraciadamente, en una sensación de  impunidad de los crímenes de los que somos víctima día a día los habitantes de Costa Rica, dado que se toma más en cuenta el derecho de un individuo (criminal) sobre el de la sociedad: ¿Una persona que sustraiga de otra algún bien con un valor menor a ¢250.000 no está haciendo un daño a la sociedad? Mucho tenemos que aprender de otros países en temas de seguridad y justicia, no vaya a ser que así  como el fanatismo cuadrado de Roberspierre lo llevó a la guillotina, el pueblo costarricense termine “guillotinado” por la ideología de su sistema judicial.

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