Al Presidente Arias

En primer lugar, ese “algo mal” que Ud. manifiesta y que yo afirmo (mucho mal), lo adjudicaría, a la mayoría silenciosa, que no se

Tiene Ud. razón, Presidente Arias, mucho hicimos mal. Yo diría, demasiado mal…
La pregunta que deberíamos hacernos es, si el mal es de todos nosotros o si hay alguien o “alguienes” responsables de ese mal que hicimos.

En primer lugar, ese “algo mal” que Ud. manifiesta y que yo afirmo (mucho mal), lo adjudicaría, a la mayoría silenciosa, que no se ha manifestado en contra de ese mal nuestro.

En segundo lugar, nuestros gobiernos de turno nunca se han manifestado, en el sentido de que ese “algo de mal”, es muy grave.
Es grave, porque inicialmente, tiene que ver con nuestro comportamiento de dependencia hacia las naciones más poderosas como EE.UU.

Ese “algo mal” que a Ud. le preocupa tanto y ese “gran mal”, que a este ciudadano común lo consterna, se inicia con las políticas de dependencia de este país, muy a pesar del incidente histórico- real del Destino Manifiesto.

Sobra explicarle a Ud., señor Presidente, la significancia de la trayectoria de ese Destino Manifiesto, que hubiera tenido un alcance esclavista, si nuestros héroes anónimos, guiados por nuestro gran prócer, don Juanito Mora, hubieran fracasado: en esa fecha de 1856, se frenó a los filibusteros, guiados por el intelectual esclavista, William Walker, ciudadano de Estados Unidos de Norte América.

Tenemos también otros antecedentes, no tan claros, que luego en aras del progreso nacional se sucedieron, como la entrega de nuestras tierras por el presidente Iglesias, para convertirlas en cultivos de banano de las compañías extranjeras. Sucedieron  otras tantas acciones que no fructificaron o más bien, se han quedado en espera, algún otro gobierno de turno, les de rienda suelta, sin importarles los resultados en nuestro suelo.

Don Oscar, no es una lamentación, lo que nosotros hayamos hecho. Ud. como gobierno de turno, comprende, la complejidad de muchos ciudadanos costarricenses: nuestro comportamiento se sitúa en la búsqueda de poder insaciable, que la mayoría de las veces, tiende a complacer a la clase dominante de nuestro país. De todas maneras nuestra mentalidad dependiente, juzga necesarios tales comportamientos.

Así es que, señor Presidente, son tantas las acciones que Ud. y parte de la mayoría silenciosa han cometido y en que tales acciones han sido nefastas para el desarrollo ambiental-humano independiente de nuestro país, que hemos ido perdiendo poco a poco nuestro propio horizonte.

A estas alturas de nuestra existencia, no logramos todavía visualizar los orígenes de tales inquietudes, contenidas en el “algo malo”,  y que yo calificaría de situaciones graves.

Ud., señor presidente, parece no comprender nuestra situación. Insiste como gobernante de nuestro país, enumerando las técnicas económicas de las políticas ajenas a nosotros. son toma en cuenta las particularidades nacionales, como por ejemplo, nuestra historia y su comportamiento, así como la naturaleza de pequeño país agrícola. Se cometió el error de practicar una política competitiva para intentar sumarse a la competencia de las grandes naciones y no enfrentarse con la calidad de nuestros productos, que son parte de nuestra posible riqueza.

Don Oscar, existen algunos otros elementos más significativos en cuanto a ese “algo que hicimos mal”. Consideramos que el crecimiento de nuestra economía en su mentalidad dependiente, con miras a mejorar nuestra calidad de vida, quizás comenzó, con las primeras migraciones a EE.UU: el cambio de valores del ciudadano costarricense, es lamentable. Ahora hasta nuestros campesinos hablan en el sentido de lo que da y no da.

Digno de recordar es, aquel afán de riqueza de conocimiento, que teníamos hasta hace poco, fortalecido por la orientación de enseñanza humanística de la UCR, que lamentablemente se ha ido invirtiendo de la razón al bolsillo.

Como consecuencia, el descalabro económico en nuestra agricultura extensiva competitiva de cantidad y no de calidad.
Todo lo anterior, se ha sumado al desconocimiento de nosotros mismos, como ciudadanos de una región bastante particular, el tamaño de nuestro país, su configuración civilista-histórica, prácticamente todo se ha sometido al olvido (culto al olvido). De manera, que parece que fue muy fácil que nosotros los ticos, asumiéramos comportamientos ajenos a nuestra tradición.
De nada nos sirvió ese eslabón patriótico, que se manifestó con la guerra de 1856, impuesta por nuestros vecinos del norte USA y en la que afortunadamente fracasaron.

Pero como dicen ellos: “Lo que no se logra con las armas, se logra con los dólares”.

En la década de los 40, se crearon las garantías sociales, columna de la Nación, pero allá por los años 50, comienza a debilitarse el campo de la educación, muy a pesar de los Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica. Una prolongación de nuestra columna vertebral humanista, que tiene sus simientes en la base de la educación primaria, que Ud. señor presidente, talvez ni siquiera conoció, es afectada sensiblemente.

Ud. debe o tiene que recordar por segundas voces, aquella fábula de la etapa escolar que desapareció, me refiero al silabario de “Mi hogar y mi pueblo”, que fue suprimido de la enseñanza primaria. Esa famosa fábula costarricense “Quien mato al yiguirro”, fue escrita por nuestro poeta nacional Carlos Luis Sáenz e ilustrada, por el querido hermano de la madera, Francisco Amiguetti, ambos fallecidos.

Desafortunadamente, por ahí de los años cincuenta,  el gobierno de José Figueres, nombró Ministro de Educación a Uladislao Gamez. Este fulano, en su cartera de ministro, nombró a Emma Gamboa, que sustituyó el silabario “Mi hogar y mi pueblo”, sobre el que se asientan muchos valores humanistas costarricenses. Puso en su lugar, un folletín de modas en calidad de silabario, llamado “Paco y Lola”. Este es, una especie de revista con figurines representando al papá, la mamá, al hijo y al juguete de igual forma. No existe ninguna diferencia entre el juguete y las personas. Las imágenes en el dibujo grafico son idénticas. Así es don Oscar, en este mismo sentido, el fenómeno globalizante, no es ni más ni menos que  la eliminación de la identidad regional y de la individualmente humana.

Por otro lado, quieren hacernos creer, que la crisis, es una situación puramente de recesión económica, pero nosotros sabemos que es una maniobra financiera de los poderosos para hacerse más ricos, revolviendo valores de identidad con mercancía.

En conclusión, Sr. Presidente, es necesario que en este país y que todos nosotros, nos replanteemos la educación que hemos venido estructurando, desestructurando nuestra idiosincrasia.

El Ministerio de Educación y las Universidades Estatales, tienen y deben replantearse, los sistemas de enseñanza que hasta hoy han funcionado. Es decir, tienen que fijar su  mirada, sobre la naturaleza específica de Costa Rica, como lo dije anteriormente. Con base en ello, hay que volver a apreciar la tierra, para valernos por nuestros propios medios, para llegar a ser autosuficientes.

Ese sería el recurso que nos queda, si queremos prevalecer independientes.

Los especialistas en casi todas las disciplinas, formados en el extranjero, deberían hacer un acto de conciencia, para poder incorporar los conocimientos, de acuerdo a la naturaleza de este país. Tengo la impresión, de que nuestros educadores e intelectuales, han actuado mal al implementar  conocimientos sin haberlos digerido.

De manera que el planteamiento de nuestra conducta debería ser revisada, en cuanto a sus objetivos y sus logros.

El replanteamiento va en todas las direcciones, pero esencialmente, en la enseñanza primaria, donde se forman los hábitos y se moldean las visiones, para que luego los estudiantes puedan orientarse en las diferentes disciplinas, sin transformarse en seres virtuales o robots al servicio de intereses ajenos.

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