Julio Escoto: “Hay mucho vigor en el trabajo literario hondureño”

El escritor fue uno de los invitados especiales a la más reciente edición de la Feria Internacional del Libro Costa Rica.

Julio Escoto (Honduras, 1944) es una de las voces literarias consolidadas de la región. Algunos críticos afirman que obras como El árbol de los pañuelos (1972) inaugura la novela moderna en Honduras, y que Rey del albor: Madrugada (1993) es la novela más ambiciosa (en lo técnico y literario) de la historia de su país y una de las más significativas de Centroamérica.

Escoto asistió a la XXVI Feria Internacional del Libro Costa Rica, que a la vez fue la XIX Feria Internacional del Libro Centroamérica (FILCEN), para volver a conversar sobre su obra El general Morazán marcha a batallar desde la muerte (1992), una “novela biográfica”, según sus propias palabras, en la que ahonda sobre el reconocido personaje y toma como punto de partida su fusilamiento.

El autor conversó sobre la literatura en su país y sobre la obra de Morazán, que, aunque ya casi alcanza el cuarto de siglo de haber sido publicada por primera vez, ha sido impresa este año por la editorial costarricense Uruk Editores.

Dentro de la literatura hondureña, ¿con qué otras voces se siente usted parte?

–Muchas, varias, particularmente en narrativa que es mi campo. Yo no escribo poesía, lo intenté, pero vi que no servía para la poesía.

Tenemos a Roberto Castillo que murió hace unos cuatro años; un hombre con una cultura extraordinaria, valiosísimo filósofo, novelista, cuentista y ensayista. Gabriel Cárdenas, poeta; Mauren Umaña, crítica de literatura, quien ha hecho el inventario de los géneros literarios en Honduras y tiene historia del cuento, de la novela, del cuento breve, un trabajo de inventario extraordinario. También está Ana María Alemán en poesía, Rafael Murillo Selva en teatro, quien es una figura casi continental. Hay mucho vigor en el trabajo literario desde lo privado, del Estado (hondureño) no recibimos ni esperamos recibir nada. Todo se hace a nivel individual, personal, por apetencia y deseo de tener una mejor imagen del país y crear una literatura propia.

¿Cómo catalogaría el estado de salud de la literatura de su país?

–Muy positivo en todos los campos, excepto en el teatro, donde hay muy poca producción de obras teatrales, pocos dramaturgos y poca representación teatral. El segundo bajo es el ensayo, pero en narrativa hay varios autores con muy buenas calidades, algunos de ellos jóvenes, tanto en cuento como novela. En poesía hay diversidad, buenos y malos, pero podemos calificar nuestra literatura como estable e incluso vigorosa en crecimiento.

Nos presentó en la Feria una reedición de El general Morazán marcha a batallar desde la muerte. Actualmente, ¿cómo catalogaría el viaje por la región que ha hecho Morazán a través de su obra?

–Un viaje en principios pero no en conocimientos de él. Hay particularmente en Honduras, El Salvador y Guatemala como una atmósfera o una nube donde está Morazán admirado siempre. Todos los 15 de setiembre se ponen coronas, las bandas musicales y cientos de colegios le rinden honores y se le conoce en el sentido biográfico en términos muy vagos; se conoce un poco de sus principios, particularmente que era unionista, que luchó por la República Federal y por mantener íntegra a Centroamérica en su territorio, pero de ahí a la hondura de su pensamiento moderno, político, muy poco, la gente no lo maneja.

Es ahí como algunas obras, como este libro, tratan de dar a conocer a públicos no especializados algunos de esos principios y para que los investiguen, los estudien con más cuidado.

Usted afirma haber pensado en «Morazán para los jóvenes”. ¿Que relevancia podría tener su figura para personas jóvenes?

–Todavía tengo una esperanza. Los viejos ya no pudimos cambiar este mundo, ya está comprobado, no lo pudimos lograr. A los únicos que les toca, que les corresponde, si quieren salvar su futuro, es a los jóvenes.

Yo a veces tengo pláticas en las universidades y explico que esto no es retórico, no es abstracto; simplemente si no se tiene un planteamiento político, una participación política, les van a montar encima cantidades de impuestos, los van a reprimir, les van a ejercer presión y no van a poder comprar ni un apartamento.

La integración centroamericana es una constante en la historia de nuestros pueblos. ¿Es, desde su perspectiva, una idea vigente?

–Sí, definitivamente. Si Centroamérica no se hubiera dividido sería una potencia económica, tiene los recursos y tiene la gente. Lo ideal sería, aún cuando no existiera una unión territorial, al menos que los gobiernos coordinaran sus políticas o sus representaciones en el exterior para el rescate de sus soberanías.

¿Qué papel juega Costa Rica en el orden político centroamericano a favor o en contra de la integración de la región?

–Por momentos, extremadamente valiosa; por ejemplo, en los 80 con el proceso de Contadora. El recibo en Costa Rica de exilados, gente perseguida, sufrida, gente golpeada, herida que vino acá a refugiarse, fue una fraternidad y una solidaridad extraordinaria. Igualmente en el proceso de paz que ayudó a desarrollar con todos los países, pero en el que tuvo un protagonismo. Sospecho yo, y lo digo con todo respeto, que se puede superar cierto desconocimiento del resto de Centroamérica que pertenece al pasado.

Julio Escoto

Julio Escoto nació el 28 de febrero de 1944 en San Pedro Sula, donde actualmente reside. Es novelista, cuentista, crítico literario y ensayista; también es profesor universitario de literatura hispanoamericana.

Su obra se ha traducido total o parcialmente al inglés, portugués, rumano, alemán, checo, y se ha incorporado en unas 25 antologías de narradores del mundo. Ha sido conferencista en casas culturales y academias de Alemania, Israel, Chile, Estados Unidos, República Dominicana, Colombia, Venezuela, México, Italia, Holanda, otras.

Ha publicado unos 2.000 artículos periodísticos y aproximadamente 60 ensayos de análisis literario y cultural.

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