Clasificaciones de Costa Rica y Guatemala obligan a la reflexión

Terminó el pasado fin de semana la primera fase del Mundial de Fútbol Sub 20 celebrado en Colombia, cuyos cuartos de final empezaron después

Terminó el pasado fin de semana la primera fase del Mundial de Fútbol Sub 20 celebrado en Colombia, cuyos cuartos de final empezaron después del cierre de edición, fase que ubicó a la Selección Nacional en frente del seleccionado anfitrión. Ese juego se llevó a cabo en Bogotá el pasado martes y ustedes ya conocen el resultado.

En su afán de promover el fútbol en todo el planeta, la Federación de Fútbol Asociado (FIFA) ha tomado acuerdos que con el paso del tiempo invitan a un replanteamiento o una revisión. Cada Mundial de Fútbol en todas las categorías, ni hablar de la Mayor que se celebra cada cuatro años, representa un negocio millonario en la industria del fútbol. La FIFA, principal beneficiada de ese ingreso, organiza campeonatos mundiales en categorías menores cada dos años y ofrece muchas facilidades en cada una de las zonas geográficas donde se disputan las clasificaciones.

 En este sentido, la organización rectora del fútbol en el mundo ofrece cantidad y no calidad, y lo más grave, estas mismas facilidades que concede a selecciones de bajo nivel futbolístico, para que se clasifiquen a las Copas del Mundo, las otorga en las propias competencias.

Esto es un tumor que se ha agravado conforme pasan a instancias más relevantes, selecciones mediocres que ocuparon los terceros lugares en sus respectivos grupos de cuatro equipos.

Recordemos que el Mundial de Fútbol en la era moderna, después de la segunda Guerra Mundial, se jugó con 12 selecciones; luego pasaron a 16, después 24 y ahora son 32 las que se clasifican. Cantidad y no calidad.

En las décadas de los años 50 y 60, por la zona de Costa Rica, la Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe de Fútbol solo clasificaba un seleccionado a las Copas del Mundo. Normalmente, ese representativo era el mexicano.

Luego, la FIFA abrió espacios para que sus dirigentes –quienes trabajan y habitan en cunas de oro y viven como reyes– puedan ser reelectos en sus cargos gracias a la “democratización” en cada torneo. Para que a estos clasifiquen selecciones de pobre nivel, pero cuyos dirigentes emitieron su voto para que en la FIFA se mantenga la argolla.

El trueque es muy simple. “Tu votas por mí y yo procuro darte más espacios, para que el seleccionado de tu país clasifique a los mundiales”.

Existen zonas geográficas en Asia, África y el Caribe, donde se juntan decenas de países, divididos en pequeñas islas y cada uno tiene un voto para elegir a los dirigentes de la FIFA. ¿Cómo compensan o retribuyen estos dirigentes ese favor? Abriendo espacio en las eliminatorias y en los propios mundiales, para que selecciones de muy pobre fútbol se clasifiquen a los octavos de final, como mejores terceros lugares. Esto da paso no solo a equipos de muy bajo nivel en esas instancias, sino que un golpe de suerte o un buen partido, en la siguiente ronda, puede ser suficiente para que esa selección se convierta en semifinalista de un Mundial o incluso llegue a ganarlo.

Recientemente, el mundo del fútbol vio estupefacto como la selección de Paraguay pudo ganar la Copa América a punta de empates y lanzamientos de penal, sin ganar un solo partido. Por suerte para el fútbol, Uruguay la derrotó en la final y se llevó la corona, pero el funesto expediente quedó ahí abierto.

REPLANTEAMIENTO

No puede ser y no existe justificación posible, para que una selección nacional –en este caso la de Guatemala– reciba 11 goles en contra en tres partidos, anote solo uno y se clasifique a los octavos de final del mundial Sub 20 en Colombia. Quedó como la “peor” de los cuatro mejores terceros lugares, todos clasificados a los octavos de final.

Duele escribirlo, pero igual se “coló” Costa Rica a esa instancia, después de recibir 9 goles en tres partidos. Los ticos ganaron un juego 3-2 contra Australia y Guatemala lo hizo 1-0 ante Croacia.

Como parte del circo que gusta ofrecer la FIFA a naciones subdesarrolladas y de tercer, cuarto o quinto mundo, fue patético ver al pueblo guatemalteco tirarse a la calle a celebrar la clasificación de su seleccionado a los octavos de final.

¡Claro! Es la primera vez que Guatemala se clasifica a una Copa del Mundo y este pasaporte, gracias a la victoria contra Croacia (con un gol en el minuto 82), provocó un festejo inusual en todo el territorio guatemalteco. Cualquier nación centroamericana en idéntica coyuntura hubiese hecho lo mismo.

Otras dos selecciones clasificadas a los octavos de final como terceros lugares fueron Inglaterra, sin ganar un solo partido, pero empatando tres, no metió un solo gol y tampoco recibió ninguno, y Corea del Sur, que igual que ticos y chapines, ganó un partido de tres.

Un Mundial de Fútbol con 32 equipos debe clasificar a la segunda fase a la mitad (16) y uno de 24 selecciones, como el que se desarrolla en Colombia, igual debe clasificar a 12 selecciones y no 16. ¡Qué sobrevivan los dos mejores de cada grupo y que se vaya eliminando esa alcahuetería de meter a los cuatro mejores terceros, con el fin de alargar la competencia, que la televisión inyecte de dólares a la FIFA y el circo en cada país clasificado se prolongue!

Cuando los dirigentes de la FIFA, liderados por Josep Blatter, observan por la televisión a un pueblo guatemalteco lanzado a la calle solo porque metieron un gol, derrotaron a Croacia y se clasificaron a los octavos de final, se frotan las manos. El pueblo celebra la clasificación y no analiza nada más, la fiesta prometida por los que mandan en Zurich se cumple. Los chapines se van a engolosinar y a enamorar de las Copas del Mundo, como lo hicimos los costarricenses luego de Italia 90.

PERO… ¿LA CALIDAD?

El fútbol de Costa Rica ha estado representado en varios mundiales; tres mayores y muchos menores; a algunos clasificó porque se dieron muchos campos. A los menos, por calidad.

No hay que engañarse. La Selección Nacional Sub 20 no merecía clasificarse a los octavos de final en Colombia. No fue ni la sombra de su similar de Egipto 2009, cuarto lugar del planeta. Nos metieron 9 goles, promedio de tres por partido.

La retaguardia fue un desastre y se salvaron de la debacle algunas individualidades como el defensor derecho, Jordan Smith; los mediocampistas Yeltzin Tejeda y Luis Colobio, y los atacantes John Ruiz y Joel Campbell.

El pasado martes jugamos contra Colombia, la mejor selección junto a España y Nigeria de la primera fase. Ya los lectores conocen el resultado. Hallamos sobrevivido o sucumbido, lo cierto es que la FIFA, con estas lecciones tan negativas que se dan en cada Mundial, debe replantearse los criterios de clasificación, premiar y dignificar la calidad, y no premiar ni alcahuetear la mediocridad. Esta salta a la vista.

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