El plantón de los jugadores de la Selección Nacional al Presidente de la República los ubica hoy en su punto.
Los integrantes de la Selección Nacional, causaron revuelo al no asistir a un homenaje en Casa Presidencial
«El fútbol es una empresa que genera millones de dólares; los grandes actores de ese espectáculo son el balón y nosotros, los jugadores», dijo recientemente Erick Lonnis, capitán de la tricolor, en el programa «Polémi-k» de Canal 7.
Extra micrófonos, Lonnis indicó que los futbolistas de la Selección Nacional son atletas de alto rendimiento y que a estos, se les deben dar todas las facilidades, beneficios y oportunidades para que puedan cumplir como tales.
Los salarios millonarios, forman parte de esta gratificación, agregamos nosotros.
Pareciera, por lo expresado por el máximo líder del equipo nacional, que un atleta de alto rendimiento requiere de los mejores hoteles, el mejor transporte, la mejor alimentación, la más adecuada vestimenta y el salario más grueso.
Todo, hacia ellos, debe ser de excelencia y si fallan, seres humanos son y son las circunstancias propias del juego de fútbol, lo que decide o define si el balón ingresa o no a la portería, que es el fin supremo de esta disciplina.
¡Merecemos todo pero, si erramos, humanos somos!
Fácil, ¿no?.
Quizá por eso, porque no fue perfecta ni idónea la comunicación entre el patrón que cancela los salarios a los futbolistas y ellos, 22 no asistieron al almuerzo que les ofreció don Abel Pacheco, Presidente de la República, como gesto de cortesía y agradecimiento por lo hecho en la Copa del Mundo recién terminada.
Solo asistió a la cita, Jervis Drummond y solo se excusó, Walter Centeno.
Los demás brillaron por su ausencia y dejaron las mesas vacías, los cubiertos intactos y el arroz, guardado en la cocina.
La Federación Costarricense de Fútbol lamentó el desaire hacia el Presidente y ofreció públicas disculpas.
Aclaró igualmente, que la funcionaria del Departamento de Selecciones Nacionales, Floribeth Gamboa, realizó las llamadas a cada uno de los jugadores entre el lunes 24 y viernes 28 de junio: no fueron localizados Gilberto Martínez, Rolando Fonseca, Winston Parks, Lester Morgan y Wilmer López, por lo que no se les incluyó en la lista de confirmados a Casa Presidencial.
Mas claro no puede ser el asunto.
Sin embargo, el propio Lonnis, quien incluso había sugerido el tipo de vestimenta que se podía llevar a la cita en Zapote, en conferencia de prensa celebrada un día después del fallido almuerzo, junto a otros futbolistas, advirtió que la mayoría de jugadores no se enteró de la invitación.
«Un fax es lo menos que se necesita para informarle a uno. Ninguno de nosotros recibió nada. Sólo algunos escucharon mensajes en las grabadoras de su celular», expresó Lonnis, tras advertir que «no hubo canales claros de comunicación».
Pareciera que volvemos a lo mismo: todo lo que va hacia el futbolista, tiene que ser perfecto.
¿A quién, en el mundo moderno de las comunicaciones de hoy, se le puede ocurrir girar una invitación vía telefónica?
¿Y…el fax? ¿O Internet?
HUBO LÍNEA
Que no quepa duda de que hubo línea; los líderes del equipo de todos, enviaron señales y no precisamente de humo, para provocar la desbandada y el desaire.
Solo así se explica que -con perdón de Drummond-, no llegara nadie; si se hubiese dejado el asunto al azar o al libre albedrío, alguno que otro integrante de la Selección Nacional se hubiera aparecido por Zapote.
No llegaron y dieron un paso en falso que sin duda los bajó de categoría, porque al Presidente de la República no se le puede hacer eso, por su investidura, por lo que representa y sobre todo, por su trato afable y amistoso hacia sus compatriotas.
Miles opinan que el boicot de los jugadores no fue a don Abel Pacheco, sino al jerarca de la Federación de Fútbol, Hermes Navarro.
Los futbolistas no quisieron compartir mesa y honores con el hombre que les rebajó los viáticos en la Copa del Mundo y que -dicen- les debe tajadas de premios.
La luna de miel que se dio entre la delegación que asistió al Mundial de Futbol, se rompió a lo interno del grupo y las discusiones entre las partes, publicitadas a raíz del regreso en pedazos del equipo, cada uno por su lado y en vuelos diferentes, anunció que las relaciones entre dirigentes y jugadores no estaba color rosa.
El incidente en Casa Presidencial, engrosó la maleta de las desavenencias, solo que los roces entre Navarro y los futbolistas, hicieron víctima al personaje menos indicado: el Presidente de la República y este detalle, transmitió una sensación de grave malestar en el pueblo, ese pueblo que idolatra a los ahora futbolistas en dieta.
DE ITALIA A SEÚL
Italia 90 transformó el profesionalismo en el fútbol costarricense y aunque nadie duda que es el futbolista el gran actor de esa industria que se llama fútbol y que merece -como la gran figura del espectáculo-, honores y premios, en ocasiones ese actor, ese jugador, parece no medir entornos ni propios parámetros.
El futbolista es jugador en España y Costa Rica, pero las realidades, la situación económica, el plan de vida de cada nación es diferente y, si Paolo Maldini se gana 84 millones de colones al mes como integrante del Milán, eso no obliga a que un futbolista costarricense, por más profesional que sea y por mejor que cumpla su trabajo, tenga siquiera un salario medio parecido.
Lamentablemente, la mayoría de los jugadores costarricenses de elite, han olvidado sus raíces, sus orígenes y sus cunas y nadie desea que sigan pobres y humildes. ¡Bienvenida la superación!
Pero ese esfuerzo personal que cada uno a hecho y el costo de forjarse en un camino difícil, no debe llevarlos a creer que lo merecen todo y que hacia ellos, solo debe funcionar lo mejor.
En la empresa privada se exige de los profesionales trabajo y resultados; el que no da resultados, es despedido.
En el fútbol, aunque no se den los resultados, el actor sigue y cobra porque se dan situaciones distintas.
Entonces, ese niño de cuna humilde que gracias al fútbol hoy duerme en hospedaje de cinco estrellas, nunca debe olvidar de donde viene y en donde está y sobre todo, gracias a quien está ahí, aparte de su capacidad y esfuerzo, porque solos, sin el apoyo de los dirigentes, sin la idolatría de los aficionados y sin la publicidad que les generan los medios de comunicación, por mas dones que tengan, jamás llegarán a tocar ese cielo desde donde se atrevieron a mirar por debajo de sus hombros, nada más y nada menos que al Presidente de la República.