Agobiada por las dificultades para someter a Grecia a sus políticas económicas; intentando extender su presencia hacia el este, hasta la frontera rusa con Ucrania; amenazada por el eventual retiro de Gran Bretaña, y sumida en una crisis económica hace ya cerca de ocho años, sin que se vislumbre una salida, la Unión Europea (UE) reunió, la semana pasada, en Bruselas, a los representantes de los 28 países que la integran con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac).
Con el objetivo de “modelar nuestro futuro común: trabajar por unas sociedades prósperas, cohesivas y sostenibles para nuestros ciudadanos”, la reunión concluyó con la aprobación de la Declaración de Bruselas, donde se recogen, en 77 capítulos, los puntos de vista sobre la situación internacional (la Declaración de Bruselas, la Declaración Política y el Plan de Acción pueden ser vistos en: www.consilium.europa.eu/es/press/press-releases/2015/06/11-eu-celac-summit-brussels-declaration).
En el primer punto de esa declaración sobre “retos globales”, se reafirma el compromiso con los principios de la Carta de las Naciones Unidas y la intención de resolver los litigios por “medios pacíficos y de conformidad con los principios de justicia y derecho internacional”.
Esta reivindicación de principios se ha hecho trizas en los más diversos escenarios internacionales, desde Haití hasta Medio Oriente y Ucrania. En el caso de Haití, circulan informaciones sobre abusos cometidos por la misión de Naciones Unidas, incluido canje de sexo por comida por parte de soldados de las misiones militares.
Europa o China
La mencionada reunión se celebró en medio de cambios importantes en el contexto internacional. Christian Galloy, de Latin Reporteurs, lo describía así: “Desde el nacimiento de estas cumbres bianuales entre las dos regiones en 1999, en Río de Janeiro, el equilibro mundial del poder se ha desplazado hacia Asia y, aunque la Unión Europea sigue siendo el primer inversionista en la región, China se transformó en la locomotora de América Latina, mediante la compra masiva de recursos naturales y materias primas, y por inversiones importantes en sus infraestructuras”.
Las inversiones europeas en América Latina equivalen a las del bloque de países miembros de los BRIC –China, Rusia, India y África del Sur, a los que se suma Brasil, como único latinoamericano–, las cuales alcanzan cerca de $500.000 millones. En enero pasado, durante el foro ministerial Celac-China celebrada en Pekín, el presidente Xi Jinping anunció inversiones por $250.000 millones en América Latina en los próximos diez años.
La Unión Europea es también el segundo socio comercial de la región, detrás de Estados Unidos; pero, nuevamente, el intercambio de la región con China ha crecido rápidamente: pasó de $12.000 millones en el año 2000, a casi $290.000 millones en 2013.
“Al no poder competir con las inversiones chinas en América Latina, la UE busca otras maneras de evitar ser marginada de la región, como ofrecer nuevas oportunidades comerciales, la prolongación de visados y lazos más estrechos”, destacaba, por su parte, la revista Coloquio Digital.
La UE trató de desbloquear las conversaciones con el Mercosur, estancadas desde hace casi dos décadas. Para eso se acercó a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff; este país, junto a Uruguay, es el más dispuesto a concluir esas negociaciones que, sin embargo, se enfrentan a una mayor reticencia de Argentina. La UE se comprometió a hacer una nueva propuesta de apertura de sus mercados, sobre todo agrícolas, antes de fin de año.
Cuando le preguntaron al canciller brasileño Mauro Vieira si Brasil y Uruguay intentarían seguir adelante sin Argentina, dijo: “Declaramos con una sola voz que los cuatro países estarán presentes; la oferta es de los cuatro en conjunto, es un bloque”.
El otro gran proyecto discutido en la cita fue la instalación de un cable submarino de comunicaciones entre Lisboa y Fortaleza, en el noreste de Brasil, para reducir la dependencia de Estados Unidos y proteger el tráfico de Internet del espionaje estadounidense.
Cuba y Venezuela
El deshielo de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba tuvo repercusiones en la cumbre, donde la reunión del canciller cubano, Bruno Rodríguez, con el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Frank-Walter-Steinmeier, “fue una primicia”, según la agencia alemana DW.
Si bien la declaración final recoge con satisfacción el nuevo giro de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos y “rechaza medidas coercitivas de carácter unilateral con carácter extraterritorial” −en alusión también al caso de Venezuela−, el restablecimiento de contactos más fluidos entre los países europeos y La Habana evidencia la dependencia de la política exterior de esas naciones de la de Washington.
Diversas empresas europeas han sido multadas con enormes sumas por violar el embargo norteamericano a la isla, una medida sobre la que ambos bloques, reunidos en Bruselas, acordaron pedir su terminación.
El otro tema político polémico es la situación de Venezuela –y se recoge en el comunicado de la Celac de marzo pasado–, como reacción a que ese país había sido declarado una amenaza para Estados Unidos.
Tanto la presidenta brasileña Rousseff como el ecuatoriano Rafael Correa, cerraron filas en defensa de su colega, Nicolás Maduro, para reclamar a Washington la derogación de ese decreto.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, declaró no estar satisfecho con la relativo a Venezuela en la declaración. Europa, especialmente España, ha venido haciendo un esfuerzo para apoyar a la oposición venezolana. El expresidente español, Felipe González, visitó Venezuela a principios de junio para expresar ese apoyo, pero el actual presidente del gobierno, Mariano Rajoy, se limitó a decir que “el futuro de Venezuela está en el diálogo, la democracia, la libertad y el respeto a la ley”.
Mientras tanto, las negociaciones de Grecia con los países de la UE y las instituciones financieras internacionales no podían estar tampoco al margen de los debates.
En entrevista con la radio belga, el presidente pro tempore de la Celac, el ecuatoriano Rafael Correa, reprochó lo que llamó la “deuda odiosa”, que “destroza los individuos, los endeuda de por vida en beneficio de los bancos y los financistas enriquecidos por la especulación”.
Una opinión distinta expresó Charles Michel, primer ministro belga, al llegar a la Cumbre: “Hemos sido pacientes, ahora esperamos compromisos concretos del gobierno griego”, dijo en referencia a la reducción de pensiones y el aumento de impuestos, medidas de ajuste que han llevado a Grecia a la crisis actual y al desplome de su Producto Interno Bruto y que el actual gobierno de Syriza no está dispuesto a adoptar.
Presidente Solís pide ratificar Acuerdo de Asociación con Centroamérica
El presidente Luis Guillermo Solís participó en la Cumbre y solicitó a la Alta Representante de la UE para Asuntos Exteriores, Federica Mogherini, exhortar a los países que aún no lo han hecho a que ratifiquen el Acuerdo, para que entren en vigencia todos los componentes de forma integral.
Actualmente, 13 miembros de la Unión Europea no lo han ratificado, lo cual impide que los pilares de diálogo político y cooperación entren en vigencia en estas naciones, dijo un comunicado de la presidencia. El pilar comercial entró en vigor, para el caso de Costa Rica, el 1 de octubre del 2013.
Solís mantuvo una reunión bilateral con la canciller alemana, Angela Merkel, y le solicitó apoyo para lograr esa ratificación.
En esa reunión buscaron “identificar oportunidades y alternativas para implementar un modelo de educación dual en Costa Rica, inspirado en la experiencia alemana, que vincula universidades, colegios técnicos y la empresa privada”.
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