Columnas de humo y fuego se levantan en la ciudad de Gaza después de un ataque en la ciudad de Gaza, el 29 de julio. Según las Naciones Unidas, la ofensiva israelí que comenzó el 8 de julio ha causado la muerte a más de 1.100 palestinos, la mayor parte civiles, y a 56 israelíes, 53 de ellos militares. (Foto: AFP)
Jerusalén.- El llamado conminatorio de Barack Obama a un alto al fuego «inmediato y sin condiciones» en Gaza afectó las relaciones ya tensas entre Estados Unidos e Israel y colocó a Benjamin Netanyahu en una situación delicada con los extremistas de su gobierno.
Los analistas interpretaron como un ultimátum esta petición hecha el 27 de julio por el presidente estadounidense al primer ministro israelí, cuando el conflicto entre Israel y Hamas ha causado ya 1.040 muertos palestinos en la franja de Gaza en tres semanas.
Según la radio militar, Obama llamó por teléfono al dirigente israelí para presentarle su «exigencia» cuando Netanyahu presidía una reunión del gabinete de seguridad que tuvo que ser interrumpida.Cuando terminó la conversación, el gabinete se reunió de nuevo, pero sin tomar ninguna decisión.
De hecho, Israel no dio respuesta oficial al aliado estadounidense. Pero sobre el terreno, el ejército comenzó a aplicar de facto una tregua frágil en el enclave palestino, donde los bombardeos y combates son esporádicos.
El 8 de julio, Israel lanzó una ofensiva militar de envergadura destinada a hacer cesar los disparos de cohetes en su territorio y aniquilar las capacidades militares de Hamas palestino en el poder en Gaza.
Durante toda la semana pasada, el secretario de Estado estadounidense John Kerry trató en vano de lograr un acuerdo para poner fin al baño de sangre, en el marco de una misión especial en la región.
Los comentaristas israelíes responsabilizaron de la nueva fricción con Washington a Kerry, su chivo expiatorio, presentado como incompetente.
Kerry es criticado por haber transmitido un «documento pro-Hamas» el viernes al gobierno israelí sobre un cese del fuego a largo plazo, un plan que fue rechazado por unanimidad por el gabinete de seguridad.
«Es un amigo de Israel, pero con tales amigos, es preferible a veces negociar con los enemigos», ironizó Nahum Barnéa, el editorialista estrella del diario Yediot Aharonot.
Según él, «la administración estadounidense se colocó del mal lado en la guerra de Gaza, todo eso a causa de las buenas intenciones de un solo hombre: John Kerry».
Entre otras amabilidades, el secretario de Estado fue calificado de «elefante en un almacén de porcelana» de «aficionado que cree ser el único que puede solucionar los problemas del mundo con su sola presencia».
El sitio de información Walla fue aun más lejos acusándolo de aplicar «la política de administración Obama que apoya a los Hermanos musulmanes», de donde sale Hamas.
Según este sitio, Estados Unidos «clavó un puñal en la espalda de Hosni Mubarak», el presidente egipcio, fiel aliado de Estados Unidos sacado del poder por medio de una revuelta popular.
NETANYAHU DEBILITADO
Estas hostilidades diplomáticas se desbordan hacia la escena política interior, y Netanyahu, al dar la impresión de ceder a las presiones estadounidenses, tampoco se salva de las críticas, en particular de los «halcones» de su gobierno, lo que fragiliza su mayoría.
«Hemos derrochado tiempo y nuestro gran ejército no logró terminar el trabajo, es una lástima», deploró el ministro de Agricultura Yair Shamir, hijo del exprimer ministro Yitzhak Shamir y miembro del partido ultranacionalista Israel Beiteinu.
Para Uri Ariel, ministro de Vivienda, un colono y dirigente del partido nacionalista-religioso Hogar Judío, Israel debió haber llevado a cabo una «operación mucho más rápida, más dura, más determinada para permitir al Tsahal (ejército israelí)» ganar la batalla.
Reprochando a Netanyahu de haber cedido a las presiones de la Casa Blanca, Ariel dijo que «a veces hay que aceptar pagar un precio político cuando la seguridad de los israelíes está en juego».
Ben Caspit, otro editorialista influyente, acusó directamente al Primer ministro de «cobardía», reprochándole «no tener la valentía de llevar» al ejército a desmilitarizar la franja de Gaza.
Según una encuesta, una aplastante mayoría (87%) de los israelíes sigue apoyando la ofensiva en Gaza, pese a la muerte de 43 soldados y de dos civiles israelíes, o sea el balance militar más fuerte desde la guerra en Líbano en 2006.