Las relaciones con Nicaragua están en los primeros puntos de la agenda presidencial, luego de que Abel Pacheco asumió el cargo el 8 de mayo.
Arnoldo Alemán, presidente de la Asamblea Nacional y acusado de malversación de fondos públicos
Pese a las promesas y a los esfuerzos realizados por la administración Rodríguez, las dificultades en las relaciones con Nicaragua, provocadas por discrepancias en el tema de la navegación en el río San Juan, pasaron al gobierno del presidente Abel Pacheco, sin perspectivas de solución.
El tema ocupa los primeros lugares de la agenda del nuevo mandatario, luego de la propuesta hecha por el canciller saliente, Roberto Rojas, el pasado 2 de mayo. En un documento divulgado en esa fecha, Rojas reconoció el fracaso de los intentos por resolver el diferendo mediante negociaciones directas o por mediación de terceros.
En esas condiciones, señaló, la cancillería sugirió a Rodríguez elevar el caso a la Corte Internacional de La Haya, para resolverlo por la vía jurídica.
«No es un acto hostil en contra de Nicaragua, el algo normal, lógico, que trata de evitar una confrontación mayor», explicó Rojas.
Pero reconoció que una medida de esa naturaleza provocaría nuevas tensiones con Nicaragua y recordó que, con solo incluir en el presupuesto de este año una previsión de un millón de dólares para atender la eventual demanda en La Haya, el anterior gobierno nicaragüense había amenazado con adoptar represalias comerciales contra el país. Eran los tiempos del gobierno de Arnoldo Alemán, pero es difícil pensar que su sucesor, Enrique Bolaños, acepte sin represalias la presentación del caso ante un tribunal internacional.
EL CASO
La crisis en las relaciones con Nicaragua surgió a poco más de un mes de haber asumido el gobierno de Miguel Angel Rodríguez, cuando las autoridades nicaragüenses prohibieron el tránsito de los policías costarricenses, con sus armas de reglamento, por el río San Juan.
Para Costa Rica, esa disposición viola los derechos de libre navegación en el río que los tratados vigentes otorgan al país. Nicaragua, estima, por el contrario, que esos derechos no incluyen el tránsito de autoridades costarricenses armadas por el San Juan.
Durante los cuatro años de la administración Rodríguez, todos los intentos de conciliar las posiciones fracasaron, incluyendo la mediación del propio Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), el colombiano César Gaviria, entre marzo y abril de 2000.
La última propuesta costarricense fue la mediación del rey de España, hecha por carta del canciller Rojas a su colega nicaragüense, el 11 de marzo pasado. Nicaragua prefirió ignorar esa propuesta y el nuevo gobierno de ese país respondió, el 23 de abril pasado, sugiriendo retomar el diálogo bilateral.
El tiempo se había agotado y el presidente Rodríguez se enfrentaba a su promesa de que dejaría el caso resuelto antes de abandonar el poder. Pero no fue posible.
PIDE CALMA
A menos de una semana de dejar el cargo, naturalmente Rodríguez consultó el caso con su sucesor y con el canciller designado, Roberto Tovar. Ambos solicitaron postergar toda decisión y Pacheco expresó su convicción de que se puede hacer un nuevo intento para encontrar, de forma bilateral, la solución al aparentemente sencillo, pero muy complejo, problema planteado en torno a la navegación en el San Juan.
Tal como quedaron planteadas las cosas, ese diálogo será, probablemente, el primer desafío en materia internacional para la administración Pacheco. Cualquier paso que dé marcará los cuatro años de su administración y podría hundir las relaciones con Nicaragua en las aguas del río fronterizo. Por ahora, no se vislumbran nuevas propuestas que faciliten la satisfacción de las aspiraciones de los dos países.
De ese modo, lo que otros diplomáticos y políticos costarricenses han señalado como una necesidad -evitar la «sanjuanización» de las relaciones con Nicaragua, para abordarla en toda su rica dimensión- podría revelarse imposible, a menos que el gobierno de Pacheco decida mantener el inestable statu quo.
Si se considera que otro tema en los primeros lugares de la agenda regional es la negociación de un tratado de libre comercio centroamericano con Estados Unidos, los conflictos entre los países de la región tienen una grave repercusión en otras áreas.
EN NICARAGUA
Pero si las relaciones entre ambos países podrían entrar en una fase delicada, en Nicaragua crecen los nubarrones de la crisis política, en la medida en que las investigaciones judiciales sobre escandalosos fraudes cometidos en la administración pasada amenazan al expresidente Arnoldo Alemán, quien preside la Asamblea Nacional.
La semana pasada, la jueza a cargo del caso de estafa por más de $1,2 millones, que involucra al exdirector general de ingresos, Byron Jerez, confirmó el auto de prisión contra el exfuncionario.
Hombre de confianza de Alemán, nadie duda que el principal responsable de las estafas es el exmandatario, a quien sus partidarios en la Asamblea se negaron a despojar de su inmunidad. Pero las presiones crecen y no se descarta que provoquen una ruptura entre Alemán y Bolaños, con importantes repercusiones en el Congreso.
Los nicaragüenses leyeron asombrados las declaraciones de Alemán, en las que afirmaba, a fines de la semana pasada, estar arrepentido de haber dado su apoyo para la designación de Bolaños como candidato liberal a la presidencia de la República.
En ese contexto de crisis interna, el diferendo con Costa Rica podría tentar a todos en Nicaragua, en un esfuerzo por desviar la atención de los problemas políticos y de corrupción.